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viernes, 18 de diciembre de 2015

13 cosas que ya no harás porque eres viajero y no turista



Cuando piensas en la palabra “turista” probablemente estés imaginando grandes grupos de extranjeros visitando tu propia ciudad, cargando cámaras de fotos y mapas en mano, vestidos con sandalias y medias en los pies, y obviamente llevando gorras con el nombre de la ciudad en la que se encuentran.


En cambio, cuando imaginas un viajero seguro que viene a tu mente un explorador, un mochilero aventurero que viaja siguiendo sus sueños, lleva poco y se mueve mucho, y quiere verlo todo con poco presupuesto.


Pero todo eso son puros estereotipos, y las dos opciones son igual de buenas.


En realidad, la diferencia principal entre el viajero y el turista está en la mente de cada uno y en las ganas de aprender y descubrir, y no tanto en la billetera o en el equipaje.



¿Pero aún así eres de los que cree que la mejor manera de viajar es mezclándose con los locales? ¿Estás pensando en tu siguiente destino antes de haber regresado a casa? Entonces mira estas 13 cosas que ya no harás porque eres viajero y no turista:


1. No buscas el cartel con el nombre de tu hotel ni bien aterrizas…

Como viajero no contratas tu viaje: lo construyes. Y por tanto ignoras los hoteles de lujo y te apartas de los tour-operadores. Porque, en el fondo, sabes que el turista va de vacaciones pero tú, como viajero, simplemente viajas.


2. No existe el plan

¿Tener tu viaje programado día por día? ¡Ni hablar! El viajero simplemente prefiere dejarse llevar.
Los turistas van de un lado a otro con un lista de “cosas que ver” que les han recomendado personas que ni siquiera conocen y pasan la mitad del tiempo marcando casillas; pero como viajero tú no tienes itinerario fijo ni haces planes con anticipación.
Mientras un turista sabe lo que va a hacer durante los siguientes siete días… ¡Tú ni siquiera sabes qué harás mañana!


3. Evitas las  fotos sosteniendo monumentos

Ni manos sosteniendo la Torre de Pisa, ni dedos apuntando a la Torre Eiffel; te resistes a tirarte las típicas fotos en las atracciones principales de cada ciudad y huyes de los selfies delante de los monumentos para que todos vean que estuviste ahí.
Y si alguna vez lo hiciste es probable que fuese con el teléfono de otra persona que te asegura que te mandará las fotos pero debe tener muy mala conexión… Porque aún no te han llegado.


4. No te pone nervioso perderte

Es más: cuando eso ocurre te das cuenta que descubriste un lugar mejor del que buscabas. Y todo eso sin contar que caminas por unos lugares y a unas horas en las que jamás lo harías en tu ciudad.


5. Escapas de todo aquello que contenga “vacaciones todo incluido”

Piensas que es absurdo pagar por un hotel de lujo cuando solo lo pisarás para dormir. Así que huyes de todo lo que tenga el título de “todo incluido” y prefieres caminar por las calles más escondidas de la ciudad para encontrar algún tesoro escondido donde comer. Y lo mejor es que lo encuentras, así que vuelves corriendo a tu hostel a contarlo a otros viajeros.


6. No dices que “sí” a todo lo que te tratan de vender

No soportas que traten de venderte de todo, y mucho menos que sea a precio de turista. Porque si algo aprendiste en tus viajes anteriores es que el turista compra, pero el viajero regatea. Y eres capaz de comprar un elefante por 10 dólares si te lo propones.


7. No pasas un día entero comprando souvenirs

Cuando ves trajes flamencos, tazas de porcelana y camisetas con el nombre de la ciudad empiezas a correr como si no hubiese fin. Porque sabes que los mejores recuerdos no están pegados en la puerta de tu frigorífico sino en tu memoria.


8. Y por supuesto, te prohíbes llevar grandes equipajes

Sabes que registrar maletas para un viaje corto es para novatos. Además, solamente vas a usar tres pares de calcetines y cuatro piezas de ropa interior durante el viaje, así que ¿para qué vas a llenarla de cosas que no vas a usar?


9. Te resistes a entrar en el primer Mc Donald’s de la esquina

Un turista comerá en un McDonald’s sin vergüenza. Tú como viajero nunca lo harás, y si lo haces no se lo vas a contar a nadie.
Cuando comes es buscando locales baratos que terminan preparando la mejor comida que probaste jamás. Así que empiezas a comer como si tuvieras una granada en la boca y pasas los próximos tres días en el baño.
Lo malo es que cuando regresas a casa dejas de comer comida internacional, porque realmente ya nunca será lo mismo.


10. Sabes que lo que importa no es el destino, sino el camino

El turista solo piensa en llegar a su destino, pero como viajero sabes que los mejores momentos ocurren durante el camino. Te mueves por la curiosidad y la oportunidad de vivir experiencias nuevas, y por eso disfrutas de cada segundo del camino.


11. No te asusta dormir en cualquier lugar

Los aeropuertos, autobuses o los bancos de un parque se convierten en tus colchones improvisados. Porque como viajero, tú puedes dormir prácticamente en cualquier lugar.
Además eres un experto buscando sitios donde alojarte, y con lo que ahorras aún te sobra para subir a un microbus diseñado para 18 personas (pero que van 26) mientras miras a los turistas en su taxi privado que cuesta 10 veces lo que tú pagaste.


12. No sabes lo que es tener dinero en tu cuenta bancaria

Es más, para cuando tu cuenta comienza a llenarse de nuevo ya estarás pagando tu próximo viaje (o tu viaje anterior), porque sabes que no hay mejor manera de invertir el dinero que viajando a lugares de todo el mundo.


13. Y nunca, nunca, pagas por tener Internet


Hueles el Wi-fi a distancia, eres un auténtico lince buscando Internet gratuito y nunca se te ocurriría pagar por tener conexión a Internet. Así que empiezas a buscar como loco Wi-fi gratuito y, cuando por fin lo encuentras, te pones cómodo y empiezas a pensar en tu siguiente destino. Porque, sobre todo y por encima de todo, adoras viajar.

Intriper



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