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miércoles, 9 de noviembre de 2016

Un recorrido de naturaleza y tradiciones en la bella Buenos Aires

La capital argentina es mucho más que Caminito. Desde Tigre hasta una feria popular en un barrio.

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En Argentina hay un refrán para decir que algo es ‘lo máximo’, que es superlativo, que mejor, imposible. Y por supuesto, tiene que ver con el tango: “Es como tener a Gardel y Lepera juntos”, dicen.Y eso es lo que ocurre con los alrededores de la capital de Argentina. En Buenos Aires, si uno quiere, hay tanto para hacer que es como tener a Gardel; pero, si se tiene tiempo para visitar sus alrededores, es como juntarlo con Alfredo Lepera, el letrista que compuso muchas de las canciones que se tararean en tantos rincones del mundo. 

Buenos

Algunos de estos lugares están incluso dentro de la misma capital, pero la bordean o no son los que usualmente acaparan la atención de los turistas, como Caminito, la avenida Corrientes, el Obelisco o el legendario barrio de La Recoleta con su imponente cementerio.

Sin embargo, son joyas que permiten conocer a Buenos Aires desde otros ángulos y llevarse atardeceres únicos frente al río de La Plata o imágenes de calles repletas de gente bailando folclor en medio del hipnótico olor de la carne asada. Este es un recorrido por esos lugares.



Una burbuja ecológica
Está ahí, pero es como si nadie la viera. Como una burbuja escondida detrás de los edificios. De espaldas a la ciudad. Justo a dos calles de Puerto Madero, el exclusivo puerto de Buenos Aires, está la Reserva Ecológica de la Costanera Sur, un pulmón verde de 360 hectáreas que da al río de La Plata.

Visitarla produce una sensación extraña: algo como estar en un microclima en pleno Buenos Aires –donde se ven patos, mamíferos, gavilanes y lagartijas, entre otros animales– mientras porteños y turistas corren o hacen pícnic si es primavera o verano.

Tiene varias entradas, pero la principal, que conduce por un camino de plumerillos y pájaros llamados sietevestidos, lleva hasta varios miradores donde el plan es, sencillamente, ver el río y descansar.

Hay quienes van a desayunar allí con las infaltables medialunas y el mate; otros van a broncearse si el clima lo permite, y la mayoría va a caminar. Otros más pasan el día leyendo bajo sus árboles, observando aves o recorriendo en bicis alquiladas.

La reserva tiene varios circuitos (uno de 3.300 metros, otros de 2.600 y 1.800 metros) y pueden durar lo que el visitante quiera. Pero, en general, si se hace con tranquilidad, pueden tardar una hora y media.

Y es un espacio con historia entre los porteños. En 1918 era el Balneario Municipal. En tranvía y carros llegaban los habitantes de la ciudad para bañarse en el río. Hoy no es posible nadar ahí, pero para muchos sigue siendo un refugio verde dentro de la ciudad.





Mataderos, feria popular
Mataderos es un barrio de Buenos Aires, a una hora del centro de la capital. Pero es, al mismo tiempo, el lugar donde se siente el ambiente de los gauchos, de los caballos, del asado y el folclor popular. Lo más cerca que se puede estar del campo argentino sin ir hasta la Pampa.

Se trata de una gigantesca feria de artesanías (con 700 puestos) que se celebra cada domingo y gira en torno a un viejo edificio de mercado donde hace años se reunían los campesinos de distintas provincias.

Allí, el olor de la carne asada se levanta en las calles y es imposible salir ‘ileso’ sin probar algún lomo, choripán o bondiola o sin haber tomado un vino, o varios.

El plan comienza en la mañana con demostraciones de destreza a caballo, doma de potros y lazo; y en la tarde, en un escenario, decenas de artistas locales interpretan canciones campesinas y los visitantes bailan chacareras (una música local tan importante como el tango) en la calle.

Un recorrido de un día para sentir el campo argentino.





Tigre, la vida del isleño
Si Mataderos permite conocer la vida del campo muy cerca de Buenos Aires, ir a Tigre es adentrarse en la del río, en la cultura de los argentinos isleños.

Es quizá el destino más renombrado de las cercanías de la capital argentina. Y su fama es bien ganada. El municipio pertenece al gran Buenos Aires (la provincia, algo como Cundinamarca), y se llega en colectivo, en tren o incluso en barco (en este caso, saliendo de Puerto Madero).

Es, otra vez, salirse de la gran ciudad y explorar la naturaleza, pues se trata de un municipio ubicado a orillas del delta del Río Paraná, considerado uno de los más grandes del mundo.

Por eso, el plan obligado es tomar un catamarán y recorrer los ríos y arroyos que integran el delta y, por supuesto, detenerse en algunas de las islas donde se puede hacer pícnic o comer asados a la parrilla. Aunque también es muy extendida la opción de hacer recorridos a remo, incluso de noche, bajo la luz de la luna. En otra época, Tigre era la zona donde se producían las naranjas, limones y mandarinas para Buenos Aires, y los isleños los vendían en el llamado Puerto de Frutos. El lugar, que aún existe, es hoy un espacio de artesanías, muebles de madera y canastos de mimbre, tradicionales de este pueblo.

Pero hoy existen otros espacios para visitar, en primavera y verano: el Euca, un parque aéreo con tirolesas, puentes colgantes y juegos de caída libre de 13 metros; el popular parque de la Costa, que es el más grande de Argentina, y el parque acuático Aquafan, repleto de toboganes.



Relax en la Costanera
Si hay algo que tenga fama en Buenos Aires son sus atardeceres. Y un lugar clave para ver uno hermoso es la costanera norte de la ciudad.

Aquí no es necesario salir de Buenos Aires, pero sí alejarse un poco de esos lugares tradicionales para turistas. La costanera es un lugar muy tranquilo, donde se ven porteños pescando y se puede comer un tradicional choripán con cerveza mientras se disfruta de la tarde.

Es también el lugar donde está ubicado el parque de la Memoria, donde los argentinos recuerdan a los desaparecidos y muertos durante la dictadura militar que vivieron y hay varias obras al aire libre que los recuerdan. Y es un plan que no toma más de unas horas.

El Tiempo



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