Se han transformado en alternativas frente a los paseos por Machu Picchu o el sudeste asiático.
1. Imsouane (Marruecos)
Secreto de surfistas.
En la costa occidental de Marruecos, Imsouane es un oasis de calma
frente al incesante bullicio de ciudades como Essaouira, el punto de
partida común para venir hasta aquí: de hecho, lo más fácil es tomar un
bus desde esa ciudad hasta Tamanar y luego, un taxi.
Antiguo puerto pesquero enmarcado por un paisaje desértico, en
Imsouane están las mejores olas del país y, por lo mismo, todo gira en
torno al surf y la vida del mar. Los visitantes más comunes son europeos
de 25 a 29 años que suelen instalarse aquí de 4 a 5 meses solo para
surfear. En el pueblo hay un puñado de casas, muchos botes anclados,
tiendas para alquilar equipos, un par de bares-restaurantes y
supermercados chicos.
Para quedarse también hay hostales, supersimples, y otros algo más
sofisticados como Kahina (KahinaSurfSchool.com), que tiene tarifas de 36
euros por noche, con comidas y programas de surf que incluyen cinco
clases y equipos, por 110 euros.
2. Boracay (Filipinas), la (otra) playa
Si hace unas décadas el ‘boom’ estaba en sitios como Kho Phi Phi, en
Tailandia –donde se filmó la película ‘La playa’, con DiCaprio–, ahora
las nuevas franjas de arena blanca y agua turquesa están en Filipinas,
específicamente en islas como Boracay, pequeño paraíso tropical a 45
minutos de vuelo desde Manila. Claro que hay que apurarse, porque la
fama está creciendo: en el 2013, la revista ‘Travel+Leisure’ la puso en
el segundo lugar de su ‘ranking’ de mejores islas del mundo, y luego el
popular blog de viajes ‘Just One Way Ticket’ publicó un comentado
artículo sobre cómo veranear aquí por solo 23 dólares al día, con todo
incluido. ¿Los consejos de ese blog? Además de evitar la temporada alta
(de noviembre a junio), eran: elegir para quedarse en alojamientos
manejados por familias locales (hay muchos, y son más baratos) y los
ubicados en el sector de la playa llamado Station 3, como The Orchids
(OrchidsBoracay.com), considerado por TripAdvisor uno de los 25 mejores
hoteles baratos de Filipinas.
3. Hikkaduwa (Sri Lanka), ‘reggae’ asiático
Luego de 27 años de guerra civil (terminó en el 2009), Sri Lanka
asoma hoy cada más fuerte en el mapa de los viajeros que buscan nuevas
fronteras. A una hora de Colombo, su capital, el área de Hikkaduwa
ofrece variedad de playas, como Unawatuna (unos 40 minutos al sur), que
atrae a surfistas y mochileros y tiene buenos hostales, bares donde lo
usual es oír ‘reggae’ y las olas que se forman de noviembre a abril. Lo
ideal es ir en diciembre, cuando las tortugas anidan. En Hikkaduwa, el
hotel Top Secret (Srilanka-holiday.info) es uno de los lugares más
famosos para absorber el estilo de esta playa: con sus cabañas frente al
mar, Bob Marley suena siempre, y una serie de hamacas es perfecta para
relajarse frente al océano.
4. Nicaragua, la nueva Centroamérica
Tras años de guerra civil –que terminó en 1990–, Nicaragua ha vuelto a
la estabilidad, al punto de ser hoy, según consignó hace poco un
artículo de la revista ‘Condé Nast Traveler’, uno de los países más
seguros de Centroamérica. El turismo ha sido clave, sobre todo gracias a
los jóvenes mochileros que viajaron en los momentos difíciles y lo
siguen haciendo, estadounidenses y europeos en su mayoría, que añaden
este país a su ruta. Si bien la oferta en Nicaragua se ha vuelto más
sofisticada, hay sitios que siguen atrayendo a viajeros jóvenes, como
las playas de San Juan del Sur (límites con Costa Rica), que reúne a
mochileros, surfistas, expatriados y locales, y que webs de viaje
definen como “playa de fiestas” (ojo al hostal Pachamama, epicentro de
celebraciones: Facebook.com/hostelpachamama); o la ciudad de Granada, en
el interior, que la misma ‘Condé Nast’ ha anunciado como “la próxima
Cartagena de Indias” por su bien conservada arquitectura colonial.
5. Queenstown (Nueva Zelanda), pura adrenalina
Aquí hay tantas cosas para hacer que nadie se aburre. El amplio menú
ofrece 220 actividades para elegir: saltos bungee sobre el río Kawarau,
trekking en el cercano Parque Nacional Fiordland, viajes temáticos
inspirados en locaciones de El señor de los anillos. Situada a orillas
del lago Wakatipu, Queenstown es verde y silenciosa, pero no por eso
falta de energía: su vida nocturna es de las más animadas del país,
gracias a la cantidad de mochileros, estudiantes y participantes de la
famosa visa Working Holiday, que se dan cita en bares como Skybar (26
Camp Street), que suele tener DJ en vivo, o el Atlas Beer Café (Steamer
Wharf, 88 Beach Street), que se autopromociona como el hogar de la
cerveza artesanal.
6. Nashville, la ciudad de la música
Hogar en EE. UU. de estrellas del rock como Jack White y los Black
Keys, la capital del estado de Tennessee es hoy entre los jóvenes, el
sitio favorito para vivir (una forma de familiarizarse con la ciudad es
ver el capítulo ‘Nashville’ de ‘Master of None’, en el que los
protagonistas de la serie de Netflix se escapan por un fin de semana).
Tras la última recesión americana, Nashville atrae a la generación
‘millennial’ por su repunte económico (fue la 6.ª urbe con mayor
crecimiento de empleo en el 2014). Allí, la música juega un papel
fundamental, con bares de ‘country’, ‘blues’ y ‘rock’, la mayor fábrica
de vinilos y el cada vez más notorio festival Bonnaroo. Creado en el
2002, este evento se da en las afueras, y durante cuatro días ofrece 150
conciertos, además de números de comedia, películas y talleres.
7. La Junta (Chile), para montañistas
Los escaladores extranjeros son los responsables de poner a La Junta
-puerta de entrada a las paredes de granito del valle de Cochamó- entre
los destinos famosos del sur de Chile, sobre todo para jóvenes
mochileros. Según cifras de la municipalidad de Cochamó, hace tres años
llegaban aquí unos 5.000 visitantes por temporada, y ahora lo hacen más
de 11.000. La de enero y febrero es la época pico, cuando los ‘campings’
están en su máxima capacidad y las fiestas van hasta la madrugada. A La
Junta solo se llega a pie, desde el pueblo de Cochamó, caminando 13
kilómetros (cinco horas) por un sendero público que va hasta Argentina,
donde está el histórico Paso El León, usado desde hace más de un siglo
por arrieros y pobladores.
8. Coroico (Bolivia), meca mochilera
La localidad es la puerta de entrada a la región de Los Yungas,
trópico boliviano. Y es conocida por el inquietante camino que hay que
cruzar, apodado la ‘carretera de la muerte’. Tras varios accidentes
fatales, adquirió una fama épica y atrae a los viajeros más aventureros.
Coroico compensa esto con alojamientos baratos y un espíritu de relajo
que lo hace clave como destino mochilero. Por lo mismo, la recomendación
es pasar del salar de Uyuni a Cochabamba, recorrer Santa Cruz, el
Titicaca y la selva, sin más dramas que la a veces larga espera de los
buses interurbanos.
9. Valizas (Uruguay), encanto local
Mucho menos conocidas en Uruguay que las playas de Punta del Este,
las del vecino departamento de Rocha, frontera con Brasil, son favoritas
entre las propias familias locales por su bajo perfil y encantos. Hay
estilos para elegir: están la famosa y muy ‘hippie’ Cabo Polonio, la
algo más desarrollada Punta del Diablo, la elegante La Pedrera... o la
simple Valizas. Valizas sigue siendo un puñado de casas, una playa
larga, dunas, un par de restaurantes de pescados y mariscos (como La
Proa), una pizzería con horno de leña y música en vivo (Lo del Cholo) y
poco más. Para quedarse están esas mismas casas que se alquilan, algunas
cabañas en ranchos sin luz ni agua potable y ‘campings’ bien tenidos,
como Amaranto (tel. 598 99 641 975), Todo, esencialmente rústico y
barato.
El Tiempo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario