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miércoles, 21 de septiembre de 2016

Nuquí, el paraíso chocoano de selvas y ballenas

Este municipio exhibe la biodiversidad propia de los mares y las junglas.

Los recorridos para avistar las ballenas toman aproximadamente dos horas en lancha por mar abierto del Pacífico.
  Los recorridos para avistar las ballenas toman aproximadamente dos horas en lancha por mar abierto del Pacífico.

Cuando junio se va consumando las ballenas yubarta, esos gigantes de proporciones descomunales, hacen su arribo al Pacífico colombiano. Y uno de sus destinos preferidos es Nuquí, en el departamento del Chocó.

Luego de migrar varios miles de kilómetros, estos cetáceos buscan aguas cálidas para aparearse y dar a luz a sus crías. Y no viajan solos. Manadas de delfines los acompañan en una larga travesía que comienza en la Antártida.

Estas aguas no son solo los corredores y el hogar de paso de estas viajeras. Nuquí, esta joya del Pacífico, también es morada de una infinita biodiversidad marina residente, en la que coloridos peces, moluscos y crustáceos colonizan las rocas resguardadas por el mar. En esta zona, la belleza terrestre es igual de diversa a la que vive en el océano. Justo donde el mar toca tierra con sus olas poderosas comienza una espesa jungla. Un reino distinto donde los tonos verdes dominan, bloquean los rayos del sol y hacen de las caminatas auténticas travesías.

Aquí, sus moradores no nadan, no tienen escamas. Sus cuerpos poseen plumas, patas o su piel es húmeda. Vuelan, caminan, se arrastran o brincan. Viven de la vegetación, se alimentan con ella o la utilizan para camuflarse y acechar a sus presas. Quizás una de las mayores exhibiciones de esta selva húmeda la ofrecen las ranas venenosas.
La temporada de avistamiento de ballenas jorobadas va hasta finales de octubre.

Sus radiantes colores llaman la atención al instante, pero son una advertencia del poder letal de su veneno. Un miligramo del tóxico que segregan estos anfibios en su piel puede afectar hasta a diez seres humanos.

Avistarlas, a pesar de su colorido, es difícil. Se necesita de un ojo adiestrado para descubrirlas en la jungla. El guía local, Carlos Jaramillo, es el indicado para hallarlas. Cuando se llega al sitio donde tienen su hábitat, poco a poco se dejan ver y se puede admirar su belleza.

En las selvas de Nuquí, aves, gusanos, arañas, ranas y lagartos adornan árboles y caminos; en el mar, ballenas, delfines, peces y miles de otras especies convierten a esta población chocoana en uno de los lugares más hermosos y biodiversos de Colombia.

El Tiempo

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