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lunes, 26 de septiembre de 2016

Turismo solidario, mucho más que solo vacaciones

Algunos trabajos que emplean cientos de jóvenes para viajar y contribuir a la comunidad.


Foto: Cooperatour

Existe una forma especialmente gratificante de hacer turismo: combinar los viajes con las tareas de voluntariado en lugares de pocos recursos pero majestuosos, y aprovechar las vacaciones para colaborar en proyectos solidarios ayudando a los demás, compartiendo experiencias y conociendo nuevas culturas.

Esta tendencia, el llamado ‘turismo solidario’ o de solidaridad, gana adeptos según Brenda Casal, fundadora de la asociación sin ánimo de lucro Cooperatour, que organiza viajes de voluntariado internacional que van desde los 15 días hasta los dos meses.


Esta asociación fundada en el 2006 trabaja en proyectos de voluntariado de Perú, Guatemala, Costa Rica y otros países de Latinoamérica, y varios del sureste asiático como Vietnam, Nepal, Tailandia, India y Sri Lanka. También “valora la posibilidad de llevar ‘turistas solidarios’ a África, e incorporar la práctica del idioma inglés y desarrollar el voluntariado para menores”, explica Casal. Incluso, programas como estos, promovidos por diversas organizaciones, han tenido lugar en Colombia, en sitios como Cartagena y Chocó, donde los participantes extranjeros vienen a practicar el español.

Para Casal, cuya asociación ha desarrollado proyectos educativos, de protección de la infancia, de salud, medioambiente, construcción y empoderamiento de la mujer, el objetivo de estos viajes es que sean una experiencia educativa para los participantes. La idea es que aporten una mayor conciencia de nuestro mundo, enriqueciéndose con nuevos valores; mas, para que el turismo solidario funcione, es necesario “que los proyectos cumplan con unos mínimos de calidad en alojamiento, dietas, personal de asistencia y orientación”, indica.

Una de las iniciativas más recientes, por ejemplo, consiste en inaugurar, con la ayuda del voluntariado, una farmacia/herbolario y dar soporte a una escuela en Guatemala, aunque “en todos los proyectos, las actividades varían según las necesidades de cada centro y lo que cada voluntario pueda y quiera hacer”, asegura. 

Para poder dar continuidad a sus actividades y cubrir los gastos de estancia, esta asociación necesita un aporte económico de cada voluntario. Ese pago permite ofrecer a los participantes orientación e información antes del viaje, asistencia durante su estancia para los imprevistos, alojamiento seguro y organizado, transporte desde el aeropuerto, un aporte económico al proyecto en el cual participa, y una red de contactos en destino con otros participantes y la organización de acogida.

“El turismo solidario ofrece una forma de viajar alternativa al turismo tradicional y se dirige a países y zonas geográficas en vías de desarrollo, especialmente de Latinoamérica, Asia y África”, afirma Casal, para quien “el voluntariado es una experiencia vital que cambia la forma de entender el mundo”.

“Este tipo de turismo fomenta una mayor interrelación entre la población local y los turistas, que se implican en mejorar su bienestar, convirtiéndose en una herramienta de lucha contra la pobreza y la desigualdad”, añade.

Quienes optan por estos planes suelen ser personas con entusiasmo y comprometidas a trabajar con otras personas en situación de pobreza y exclusión social; en muchos casos son jóvenes con estudios universitarios en el ámbito de la educación, la sanidad o la integración social.

“Para participar en estos proyectos se realiza un proceso de selección. El voluntario debe enviar una solicitud a la asociación, informando sobre sus intereses y disponibilidad de tiempo, y después puede elegir el proyecto en que quiere colaborar, según se adapte a su perfil”, explica la fundadora de Cooperatour.


El compromiso de viajar
Como principales requisitos, el voluntario debe tener madurez emocional y capacidad de adaptación, gozar de buena salud física y mental, y ser una persona abierta y positiva.

El viajero se encarga de comprar el tiquete de avión, y la organización, de reservar el alojamiento con antelación y de entregarle toda la documentación que requiera para el viaje.

Cada proyecto tiene un horario diferente, pero el voluntario se compromete a trabajar un número de horas que puede oscilar entre cuatro y ocho al día, dependiendo de la actividad que vaya a realizar, disponiendo de los fines de semana para descansar y conocer el destino.

“En cada proyecto hay una persona encargada de los voluntarios que ofrece el asesoramiento necesario. El turista trabajará parte del tiempo de manera independiente, pero periódicamente se celebran reuniones con el coordinador”, indica.


Según Casal, los voluntarios suelen estar todos juntos en el mismo alojamiento, los cuales pueden ser habitaciones individuales en casa de una familia local, o en el propio centro donde trabajan, en dormitorios compartidos. Es una experiencia real que, quizá difícil por momentos, al final apunta a enriquecer el alma y a entregar la satisfacción del deber cumplido que a veces no dan las grandes ciudades y los lindos paisajes.

El Tiempo


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