Ya es un asunto mundial: el 2017 fue declarado Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo por la ONU. Y con razón: en el 2015 hubo casi 1.200 millones de viajeros internacionales, un dato que muestra un aumento más que considerable en comparación con los 674 millones del 2000. Y para el 2030 se espera que la cifra llegue a los 1.800 millones.
En pocas palabras, ese número quiere decir que hoy, aproximadamente una de cada siete personas en el mundo viaja. Es un hecho positivo para las economías de los países de destino, pero que podría tener consecuencias para el medioambiente, pues el turismo puede llegar a ser una actividad altamente contaminante. Según la Organización Mundial del Turismo, esta industria es responsable del 5 por ciento de las emisiones mundiales de CO2. Por eso, aquí van algunos datos para que a la hora de viajar, logre una mejor armonía con el planeta.
1. Borrar las huellas
El traslado de un lado a otro es una de las actividades que más CO2 generan. Según The International Council on Clean Transportation, siempre será más amigable con el medioambiente transportarse en grupo y usar vehículos híbridos preferiblemente. “Hay varias aplicaciones y plataformas de internet que permiten ahorrar recursos durante el viaje. Cuando viajan varias personas, la idea es que no todos usen sus propios carros. Así se ahorra combustible y se contamina menos”, dice Felipe Sasso, periodista del sitio especializado VeoVerde.
Una de las apps para trasportes compartidos en Colombia es tripda.com.co.
Los aviones queman una enorme cantidad de combustible, especialmente durante el despegue y el aterrizaje. Por eso mismo, es mejor tomar unas vacaciones más largas antes que varias cortas, y procurar tomar vuelos directos. Luego de realizado el viaje, hay maneras de compensar la huella de carbono. El costo ambiental de cada viaje puede calcularse en sitios como CarbonFund.org, CarbonFootPrint.com y SustainableTravel.org, para luego donar el dinero equivalente a proyectos de reforestación y energía renovable.
2. Visitantes, no habitantes
Nunca hay que olvidar que al viajar uno es visitante y no habitante, por lo que siempre hay que estar consciente de honrar las costumbres locales. “Debemos tener conciencia de las comunidades rurales o indígenas, que mi presencia no estorbe o incomode la suya”, dice Felipe Sasso, de VeoVerde. En el caso de los viajes por la naturaleza, la consigna debiera ser dejar todo tal cual está.
“Hay que dejar las cosas que te encuentras, como vestigios arqueológicos o animales fosilizados. Hay que respetar lo que está ahí. Es parte de un equilibrio”, dice Cristian Carrasco, de Greenpeace. Agrega que hay que minimizar el impacto de las fogatas, caminar siempre por senderos habilitados y, obviamente, llevarse toda la basura.
Otra sugerencia es no apoyar ‘tours’ que prometen encuentros cercanos con animales salvajes, como paseos en elefante o caminatas con tigres. Esto favorece una industria que captura ilegalmente y abusa de millones de animales al año.
3. El auge de los ‘ecotours’
Hay agencias comprometidas con hacer viajes que sean social y ambientalmente responsables. Que la empresa escogida para gestionar su viaje sea miembro de la organización The International Ecotourism Society (EcoTourism.org) puede servir como guía.
Intrepid Travel (IntrepidTravel.com) ofrece más de mil ‘tours’ grupales al año, completamente carbono neutrales. Y organizaciones como The Nature Conservancy (Nature.org) también organizan viajes sustentables en áreas naturales por todo el mundo.
Si no contrata un ‘tour’ y quiere recorrer una ciudad, lo primero sería caminar, luego andar en bicicleta y después tomar el transporte público. Una buena opción son los ‘free walking tours’ o visitas guiadas a pie, que ya son tendencia en las capitales mundiales.
Un dato extra: si no sabe cómo elegir el destino al que quiere ir, la organización sin ánimo de lucro Ethical Traveler (EthicalTraveler.org) hace un escalafón anual de destinos según sus estándares de protección ambiental y bienestar social. Quizá le den una mano en su elección.
4. Lo local manda
No es poco frecuente que un viajero en otro país prefiera comer hamburguesas antes que probar el plato típico local. Además de conocer la cultura y contribuir a la economía de las personas, consumir productos regionales generalmente significa que no hay transporte de por medio y que también hay menos empaquetamiento. Comprar alimentos que crecen localmente ayuda también a mantener las tierras de cultivo y las áreas verdes.
Por eso, hay que estar atentos y fijarse en la procedencia cada cosa. Lo mismo con los restaurantes: lo ideal es priorizar aquellos que trabajen con productores locales. En caso de tener cocina en el hostal, se recomienda comprar en mercados de agricultores o pescadores.
“La idea es consumir productos locales, ver dónde está la señora que tiene la huerta y te puede vender papas y verduras, la que vende queso, mermeladas, pan, etc.”, dice Cristian Carrasco, coordinador de voluntariado de Greenpeace.
5. Menos papel
Una de las formas de reciclaje más comunes, la del papel, suele quedar en el olvido mientras se viaja. Por eso es importante siempre evitar imprimir tiquetes de aviones, trenes o reservas de hoteles que puedan reemplazarse por ‘e-tickets’.
Además, suele ser común sacar folletos informativos o mapas en lugares como museos, tiendas y oficinas de turismo. Una actitud recomendable sería devolverlos una vez usados o dejarlos en un lugar donde puedan ser de ayuda para otro turista más. En resumen, tener presentes las tres “R”: reducir, reutilizar y reciclar.
6. Adiós al plástico
Según el Pacific Institute, un equivalente a 17 millones de barriles de petróleo se necesitó en el 2006 para producir las botellas de plástico consumidas por los estadounidenses. Además, se requirieron tres litros de agua para producir uno de agua embotellada.
Las botellas de agua siempre han sido buenas compañeras en los viajes, pero la actitud más recomendable es olvidarse de las que venden en quioscos y supermercados, y siempre andar trayendo una reutilizable para rellenarla con agua potable.
“Hay que tratar de ser muy eficiente con los objetos que se van utilizando; tratar de reutilizar todo en el viaje. De repente la gente, por comodidad, tanto en un hotel como en un ‘camping’, va utilizando objetos desechables, de plástico, que se usan una vez y luego se botan”, dice el periodista Felipe Sasso, de VeoVerde.
En la misma línea, puede ser inteligente andar siempre con una mochila o bolsa reutilizable para guardar ‘souvenirs’ y no tener que usar las bolsas plásticas de cada tienda.
7. No solo el hotel es responsable
Los hoteles se preocupan cada vez más de implementar iniciativas respetuosas del medioambiente, pero cada vez más hostales y ‘lodges’ se adjudican la palabra ‘eco’ sin hacer mucho al respecto. Entonces, ¿cómo identificar a los que sí cumplen?
Que usen energías limpias –como paneles solares o turbinas eólicas–, que reciclen y tengan contenedores para ello en las habitaciones, que tengan sistemas de ahorro de agua y eficiencia energética y que hagan abono con los residuos de la cocina son aspectos decisivos.
Un estudio del 2006 mostró que un 75 por ciento del impacto ambiental de un hotel está relacionado directamente con el consumo excesivo. Por eso, además de elegir un hotel ‘eco-friendly’, es importante como huésped disminuir el impacto con algunas actitudes: reducir el lavado de toallas y sábanas, apagar las luces y el aire acondicionado al salir, tomar duchas cortas –y no baños en tinas–, cerrar las cortinas durante el día para evitar que entre el calor y no usar la lavandería del hotel –generalmente lavan la ropa de cada huésped por separado– son algunos detalles que pueden hacer la diferencia.
El Tiempo
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