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lunes, 8 de julio de 2019

Curazao, una isla para curar el alma

Un trayecto de menos de dos horas en avión separa a Colombia de un destino paradisíaco.

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A Curazao se la conoce como la isla de la curación, y está situada en el sur del mar de las Antillas, a unos 50 kilómetros de la costa noroccidental de Venezuela. Tiene aproximadamente 160.000 habitantes, que reciben a los emocionados extranjeros con una sonrisa tan sincera que los hace sentir en casa.
Willemstad, su capital, fue declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1997, y en sus calles se puede apreciar el estilo de la arquitectura colonial holandesa. 

Su centro histórico se divide en dos barrios, Punda y Otrobanda, separados por la bahía de Santa Ana, sobre la que flota el famoso puente de la reina Emma, ese que nada sobre las aguas para darles paso a las grandes embarcaciones.
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Verlo desplazarse es todo un espectáculo. Si usted cumple la visita obligada de ir hasta allí, esté atento a la señal que alerta cuando está por rodarse. Debe mirar la bandera que se iza en uno de sus extremos, con la que se informa cuánto tiempo pasará hasta que pueda cruzarlo de nuevo. Si le urge llegar al otro lado de la isla, puede tomar alguno de los ferris gratuitos disponibles.

No puede dejar de posar frente a las hermosas casas de colores que bordean la bahía de Santa Ana, tal vez la postal más conocida de Curazao.
Isla de tradición
La isla es un territorio lleno de historia y tradición; cada rincón cuenta un relato diferente y le regala un escenario perfecto para fotografiar. Al recorrer Curazao es común encontrar edificios que tienen más de 200 años y aún se conservan. Por ejemplo, el de la gobernación, una edificación amarilla ubicada en el centro histórico, en donde se alza una bandera cuando la gobernadora está en la isla.

Alrededor de Curazao usted podrá ver varias casas grandes y amarillas. El color no es casualidad, detrás hay una historia de esclavitud. Estos inmuebles pertenecieron a los dueños de los esclavos y de los terrenos en donde había plantaciones. 

Las edificaciones estaban en posiciones geográficas altas, desde donde los propietarios podían ver la extensión de sus dominios, sus cultivos y a sus esclavos trabajando en ellos.
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Es famosa la historia de una casa roja en particular, que le fue entregada al primer esclavo que consiguió la libertad en la isla a mediados de 1800. La propiedad, en principio, era amarilla, pero al recibirla, el hombre prefirió cambiarle el color en homenaje al gran cambio que estaba llegando a su vida. La vivienda sigue hoy en pie y aún pertenece a los descendientes del hombre que hizo historia.

Los curazoleños aprenden desde pequeños a hablar holandés y papiamento, el idioma original de la isla, que nació de la mezcla de todos los idiomas de aquellos que llegaban a Curazao a ofertar por los esclavos. En el colegio, aproximadamente a partir de los 9 años, les enseñan a hablar español e inglés. No tienen problema para comunicarse con los turistas.

Sin embargo, si desea utilizar algunas palabras locales, estas le pueden servir: bon dia (buenos días), bon tardi (buenas tardes), bon nochi (buenas noches). Para romper el hielo con alguna persona, la mejor opción es acompañar estos saludos con la palabra dushi, una forma amable de llamar a alguien que no se conoce.
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Hablemos del paraíso
Curazao tiene planes para todos los gustos: museos, restaurantes, playas, bares, todo lo que quizás usted quisiera encontrar en sus vacaciones. Los 29 grados centígrados de la isla no son impedimento para disfrutarla de principio a fin; la brisa fresca y constante ni siquiera dejará que los sienta. No olvide usar bloqueador.

Un lugar que no se querrá perder es el acuario. La magia de este sitio está en las diferentes especies que podrá conocer; el espectáculo de delfines y leones marinos está lleno de emoción, así como la experiencia de alimentar los tiburones, que lo dejará sin aliento.
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Con la boleta, que vale 21 dólares por persona, podrá ingresar al parque y recorrer de manera libre todas las actividades que ofrecen, mientras que el plan de 59 dólares incluye un tour completo por el acuario en el que le explicarán todo con detalle; además, le permitirá la entrada a la atracción más reciente del parque, el Ocean Lens; la mejor forma de describirlo es como una ventana hacia la profundidad del mar. Podrá bajar 5 metros bajo el agua hacia una especie de habitación que termina en una pared de vidrio que deja ver las sorpresas del mar abierto. ¡Imperdible!

Si quiere vivir una experiencia aún más emocionante, el acuario le ofrece sumergirse en submarino. Esta expedición, cuyo costo es de 650 dólares por persona, lo llevará por una hora y media a una profundidad de 150 metros, mientras que con el plan de 800 dólares por persona bajará a 300 metros de profundidad durante dos horas.

En estos viajes submarinos, usted podría encontrarse con tiburones, aunque no hay garantía de verlos; lo que sí es seguro es que encontrará una belleza sin igual en las profundidades del mar de Curazao.
Los sabores de Curazao
Puede ser que uno de los sabores que la gente más asocia con este destino turístico sea el del famoso blue Curazao, licor elaborado a base de laraha, un fruto que llegó con los españoles, que quisieron sembrar naranjas en la isla, sin contar con que el clima local daría una fruta no apta para el consumo: la laraha.

En un principio los curazoleños no sabían el valor de este árbol y lo talaron hasta dejarlo en una sola área de la isla. Luego se dieron cuenta de que podían utilizar la cáscara de su fruto para elaborar un licor. El proceso de elaboración del blue Curazao es 90 por ciento a mano. Se corta el fruto, nunca se arranca; se pela, se recolectan las cáscaras y se dejan al sol durante cinco días.
Luego son almacenadas en bolsas de té con clavos, anís, cardamomo y cuatro ingredientes secretos. Estas bolsas se cierran y se ponen en un alambique de cobre, que tiene más de 120 años, con 96 por ciento de alcohol. Se deja cocinar por tres días, después se pone a enfriar por un día completo, se sacan las bolsas y se dejan cocinar por tres días más.

El resultado de este proceso se pasa a otro tanque en el que se le suma a la destilación agua, alcohol y algo más: azúcar. Así se consigue la versión original, que es transparente. Para darle el color azul –el del más famoso– se utilizan colorantes naturales hechos de flores, y de la misma forma se logran sus otras presentaciones: verde, rojo y anaranjado. Todas saben igual.
Sin embargo, hay otros sabores: chocolate, ron con pasas, café y tamarindo. Sabores que solo están en Curazao.
El Tiempo
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