En 1997, al sur de Inglaterra, una tormenta feroz hundió un contenedor lleno de piezas de Lego. ¿Qué fue de ellas?
Todo lo que tiene que ver con Lego implica un toque de pasión. No en vano se ha convertido en una de las aficiones más duraderas y extendidas que se conocen. Esta vez, a través de un reportaje de la BBC, hemos conocido la extraordinaria historia de un contenedor conmillones de piezas de Lego que cayó al Atlántico en 1997, frente a las costas de Cornualles (al sur de Inglaterra). Esas piezas no se quedaron en el fondo de mar. «Escaparon» del contenedor y flotaron, y lo siguen haciendo. Desde entonces, muy a menudo, llegan a las playas, donde los aficionados o los ecologistas las recogen y clasifican.
La historia empezó cuando las olas zarandearon de forma salvaje el buque portacontenedores «Tokio Express». Fue el 13 de febrero de 1997, y el capitán habló entonces de una tormenta única en el siglo. Sea como fuere, lo cierto es que provocó que el barco se inclinara violentamente, entre 40 y 60 grados. Como resultado, 62 contenedores se hundieron en el mar, a unos 20 kilómetros de tierra. Uno de ellos contenía 4,8 millones de piezas de Lego que viajaban con destino a Nueva York.
TRACEY WILLIAMS/LEGOLOSTATSEA |
The Lego Lost At Sea es una página de Facebook creada por la escritora británica Tracey Williams, quien fue la primera que descubrió las piezas de Lego en las playas cercanas a su casa familiar en el sur de Devon, Inglaterra, a finales de 1990. Tracey vive ahora en Cornualles, donde los náufragos de plástico llegan a la arena todos los días. Las fotos que ilustran estas líneas son suyas, parte de su memoria, de sus paseos casi diarios por la arena.
Los extraordinario de esta situación tiene dos puntos de vista complementarios. El primero, turístico, casi friki: fans de este juego llegan a estas playas en busca de recuerdos como los de las imágenes, piezas que ya no se fabrican, pequeños tesoros. El segundo, preocupante: al cabo, hablamos de plástico, millones de piezas de plástico, que cotaminan el mar y las costas.
Oceonágrofos como Curtis Ebbesmeyer forman parte de este segundo grupo formado por ecologistas e investigadores de la contaminación de los mares. Desde 1997 esas piezas pueden haberse desplazado unos 100.000 kilómetros, le ha dicho Ebbesmeyer a la BBC. Hay unos 40.000 kilómetros alrededor del ecuador, lo que significa que podrían estar en cualquier playa de la Tierra, añade.
Tracey Williams y sus colaboradores de www.facebook.com/legolostatsea piden a los buscadores que, si encuentran una pieza del tesoro de 1997, informen del hallazgo para elaborar un cuaderno de recuerdos completo. Hasta ahora se tienen notica de unas 350.000 piezas. Aún faltan muchas, hasta los 4,8 millones que se hundieron con aquel contenedor.
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