Lo único
quizá más molesto que las limitaciones en el equipaje de mano que podemos subir
a un avión, en particular en las líneas de bajo costo, es la espera de la maleta en
la cinta transportadora cuando llegamos a nuestro destino.
Siempre
hay un momento crítico en que nos preguntamos si la maleta habrá
logrado hacer el vuelo con nosotros o tendremos que pasarnos una semana en el
Caribe con los mismos calzoncillos.
Por
suerte, hay seres humanos como los diseñadores de la firma Priestmangoode que
piensan en la manera de hacer un poco más llevadero el estrés de un vuelo. La
compañía ha presentado un diseño de interior que parte en primer lugar
de la premisa de que podamos subir con nosotros una maleta en toda regla… Sin
por ello perder el precioso espacio vital que escasea en todo aquello que no
sea primera clase.
Una apuesta por el espacio personal
Al
parecer, la clave reside en las “unidades de servicio personal”, incorporadas
habitualmente en la parte inferior del portamaletas y que llevan la máscara de
oxígeno y los controles individuales de luz y aire, los avisos luminosos de
cinturón, etc. Estas unidades son en realidad un único módulo que cruza
el avión, facilitando su instalación pero comiéndose buena parte de un bien muy
preciado en un avión, el espacio.
La
solución de Priestmangoode incorpora módulos individuales en un diseño
inteligente que optimiza el espacio del portamaletas proporcionándole un 40%
más de capacidad. Suficiente para que cada pasajero pueda subir con él una
maleta. Paul Priestman, director de diseño de la firma, señala que “el objetivo
era incrementar la capacidad del maletero sin quitarle espacio a la zona del
pasajero”.
Pues
bien, lo han conseguido. Y de paso han retocado todo el diseño del interior
para crear una mayor sensación de comodidad optimizando el espacio del
asiento. En la parte trasera, por ejemplo, incorporan un mecanismo para
que fijes tu propia tablet, en lugar de incorporar un sistema de
entretenimiento que envejece a toda velocidad y quita una considerable
cantidad de espacio.
Por lo
demás, han tratado el resto del interior con el mismo mimo con el que se trata
un coche, en el que se estudia hasta el sonido que deben hacer las puertas
cuando las abrimos o cerramos. Así, incorporan revestimientos
acústicos, paneles de cristal o grifos con sensores de movimiento.
Esta
pequeña joyita es algo más que un simple diseño. La compañía ha
mostrado sus esfuerzos en la reciente Farnborough Air Show y espera remontar el
vuelo comercial en el año 2018. El diseño se incorporará en un modelo de la
compañía brasileña Embraer. Pero algunos de sus elementos podrían convertirse
en todo un estándar de la industria.
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