Nada mejor que un buen hotel para descansar y
recargar las energías. Pero nada peor que un huésped bulloso,
irrespetuoso y desconsiderado, que con sus comportamientos termina
incomodando a los demás. Muchas veces, por desconocimiento o por querer pasarse de listos, muchos viajeros terminan incurriendo en conductas inapropiadas en los hoteles que visitan.
1. Mucho ruido. Las paredes
de las habitaciones de los hoteles suelen ser muy delgadas, así que todo
-o casi todo- lo que usted haga lo escucharán los que están al lado.
Así que tenga consideración y evite el ruido excesivo en las
conversaciones o a la hora de la intimidad –así esté de luna de miel-.
No es nada agradable desvelarse mientras los vecinos están en pleno
éxtasis. Recuerde que los hoteles son espacios públicos y que las
habitaciones no son el lugar para el 'after party'. Descanse y deje
descansar.
2. El minibar. Es costumbre
de muchos sacar las provisiones del minibar para luego comprar los
mismos productos y reemplazarlos. Así compran en la calle a buen precio y
evitan pagar altos costos. Lo que pocos saben es que en muchos de los
nuevos hoteles están instalando sensores que, inmediatamente usted
retira algún producto del minibar, se lo cargan a su cuenta. Eso, sin
decir que muchos marcan con sellos cada artículo para evitar este truco.
3. No se lleve lo que no es suyo. Sí, las almohadas de
plumas, las batas y las toallas de los hoteles son una delicia y una
tentación. Tanto, que muchos las empacan en la maleta. No solo eso:
también la plancha, el secador del pelo, el radio o la cafetera. Hasta
lámparas y televisores. En ocasiones no pasa nada, ni se dan cuenta.
Pero en otros los cobran, y muy caro. No se sorprenda si a la tarjeta de
crédito le cargan el valor de esos artículos cuando esté de regreso. Lo
que sí se puede llevar son los tarritos del champú y otros amenities.
4. La compañía extra. Sí,
usted tiene el derecho de entrar a algún -o algunos acompañantes- a su
habitación. Pero solo por un tiempo considerable. Si ese acompañante
pasó la noche con usted, le van a cobrar. Muchos se sorprenden cuando,
al pagar la cuenta, se encuentran con un recargo adicional por la
persona que se quedó a dormir.
5. Respete las normas. Por
más amable que sean en el hotel, tenga presente que no es su casa. Por
ejemplo, si le advierten que está prohibido fumar en la habitación o en
espacios internos -o ve señales que lo indican-, obedezca. Las multas
por pasar por alto esta norma pueden ser de hasta 500 dólares. Y son
innegociables. La mayoría de hoteles tiene áreas para fumadores, pero
hay otros que ni siquiera lo permiten en sus zonas al aire libre.
6. Decoro, por favor. Hay
quienes piensan que, porque están pagando, pueden hacer lo que quieren. Y
así se mueven en ropas ligeras o en bata hasta en el mismo 'lobby' o en
las áreas comunes del hotel. Y atiborran los platos de comida o sacan
las bandejas del 'room service' -con olorosos y desagradables restos de
comida- y las dejan en el piso, afuera de la habitación. Eso es de
pésimo gusto.
7. Los servicios extra. Así
usted haya pagado por un servicio todo incluido, siempre habrá cosas que
no están incluidas. Por ejemplo, los masajes o tratamientos estéticos
del spa, los licores, o algunas películas que aparecen tentadoras
mientras cambia los canales del televisor. No valdrán excusas ni
entenderán el despiste. Tendrá que pagar, y casi siempre, muy caro.
8. El maltrato. El personal
del hotel está para su servicio, así que trátelo bien, con respeto y
gratitud, y si está en sus manos, deje propina. Nada peor que un huésped
maltratador y soberbio. Y aunque es labor de las camareras arreglar su
habitación, tenga consideración con ellas y no deje tanto desorden ni
cosas en el suelo.
Los peores huéspedes del mundo
Una encuesta realizada por el portal Expedia,
con 4.500 hoteleros de todo el mundo, concluyó que los franceses son los
peores huéspedes. “No se preocupan por hablar nuestro idioma, no hacen
ningún esfuerzo para poder comunicarse, son desconsiderados,
‘estirados’, descorteses, soberbios, pedigüeños, tacaños y arrogantes”,
concluyó el estudio. Los japoneses fueron elegidos como los mejores
huéspedes: son cordiales, agradecidos, generosos y siempre sonríen.
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