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lunes, 20 de junio de 2016

Seis destinos para 'sumergirse' en el sur de Chile

El agua predomina en el paisaje de la Región de los Ríos. Trekking y pesca, algunos de los planes.



Todo cuanto quiera decirse del agua parece ya un lugar común. Que sin ella no podemos existir, que este líquido es un 70 por ciento de nuestro cuerpo, que es el bien más preciado de la humanidad...

Tantas frases, que van perdiendo fuerza al usarlas, recobran su sentido en la Región de Los Ríos en el sur de Chile. El paisaje habla por sí solo: el agua brota de todas las fuentes, inunda bosques, baja de los volcanes, salta desde las montañas, se extiende en la llanura de los lagos, brilla en la cumbre de Los Andes, golpea las rocas del mar Pacífico.



Agua en todas sus formas deja en el alma de quien visite la región esa sensación de abundancia e inmensidad que ningún otro elemento natural logra causar. Los ojos descansan y el cuerpo recupera las fuerzas perdidas.


Esta área, la primera red fluvial del país austral, está entre la Araucanía y la Región de Los Lagos, a 841 kilómetros de Santiago, la capital chilena. Un sendero por algunos de los árboles más antiguos del continente y un baño por las corrientes de agua caliente del volcán Villarrica, son algunas de las seis maravillas naturales para reconectarse con el elemento que le da a nuestro planeta su más famoso apodo: el planeta azul.

Mapa de la región Los Ríos. Infografía ETCE.

Valdivia, la capital navegable
Con un aire más europeo que latinoamericano, Valdivia, la capital de la Región de Los Ríos, se asemeja a una pequeña villa alemana del siglo XIX con sus casas de techos triangulares y colores pasteles.

La ciudad, fundada en 1552, dos siglos después de su creación recibió una colonización europea que le dejó ese halo al Viejo Continente. Pero esta aura contrasta con la energía de los miles de estudiantes que llegan a vivir allí en invierno.

Puerto principal de Valdivia, capital de la Región de Los Ríos.

A esta urbe de tan solo 138.000 habitantes la rodea un caudaloso río verde oscuro que recibe el mismo nombre: Valdivia. El plan imperdible es un recorrido, de aproximadamente una hora, por sus aguas, a bordo de una lancha de paneles solares.

En el recorrido se observan en sus riberas las imponentes edificaciones de madera que otrora fueron los hogares de los inmigrantes, los principales astilleros de la ciudad, los clubes de remo de los estudiantes, y hasta unos cuantos leones marinos que a las orillas del afluente disfrutan el agua. Al borde del cauce se levantan árboles de hojas rojizas y ocres que le dan al ambiente esa innegable condición del otoño.

Destino siete lagos en Panguipulli
Casi cada curva del camino de Valdivia a la zona de Panguipulli merece ser una postal de naturaleza. Los lagos son tan anchos que parecen pequeños mares entre Los Andes, y los árboles rojizos, naranja y ocres configuran una fotografía memorable.

En la foto se observa de fondo los volcanes Mocho y Choshuenco. Laura Betancur Alarcón.

Conocido como el circuito de los Siete Lagos, en esta región sobresalen varios cuerpos de agua que se refugian entre la columna montañosa. La imagen más sobresaliente es la de la reserva Mocho-Choshuenco. De lejos parece un solo volcán. Pero realmente son dos: El Mocho, a 2.422 metros sobre el nivel del mar, y el Choshuenco, a 245. Este último tiene un glaciar que baja hacia el sur. Delante de las montañas nevadas, rodeando las faldas rocosas de estos volcanes, se extienden las aguas de los lagos Riñihue, Pirihueico y Panguipulli; en este, grandes extensiones de tierra se vuelven imponentes islas verdosas.

Turismo de aventura y local se dan en este circuito. Cabalgatas, pesca, caminatas ecológicas y navegación son algunas de las actividades.


Camino al hogar de los árboles milenarios
Parecen de un cuento medieval. Llegan a medir más de 40 metros y crecen tan solo un centímetro al año. Algunos ya tienen más de 2.000 años de edad. Son los árboles de alerce de la Reserva Costera Valdiviana en la comuna de Corral, al oeste de Valdivia.

En los años 80, la industria forestal los puso en peligro, pero desde el 2003, The Nature Conservancy adquirió cerca de 60.000 hectáreas para protegerlos. Se conoce que estos bosques permanecieron sin nieve durante el periodo de glaciación, lo que hizo posible que cientos de especies de fauna y flora se refugiaran allí. Esos mismos árboles el turista puede conocerlos tras una energizante práctica de trekking.

Árboles de alerce de la Reserva Costera Valdiviana en la comuna de Corral.

Otro recorrido es el del Sendero de Los Colmillos. Son solo 200 metros de caminata por un sendero de madera que conecta la selva con el mar Pacífico. En mitad del tramo se avistan dos piedras que se asemejan a dos poderosos colmillos que emergen de las profundidades del océano.

No se cobra por el ingreso a la reserva, pero el servicio de guianza, que lo hace la comunidad local, se debe pagar y reservar con antelación. El plan para final de la tarde puede ser disfrutar el atardecer en la playa de Chaihuín.


Viaje por el río Calcurrupe
Las aguas verde aguamarina del río Calcurrupe sobresalen ante el color casi púrpura que toman desde lejos las imponentes montañas de los Andes. Los pequeños botes se mecen con el viento frío que baja de la cordillera en pleno nacimiento del río en el lago Maihue, a unos 100 kilómetros de Valdivia.

Ese es el paisaje donde comienza el viaje por este afluente. En un bote para una persona, que es conducido por integrantes de la Asociación de Boteros de Llifén, es tanta la tranquilidad que navegarlo se asemeja a la sensación de flotar sobre las mismas aguas.

Durante la navegación del río Calcurrupe se puede practicar actividades de pesca sostenible.

El río, que en ese punto alcanza como máximo tres metros de profundidad, alberga especies de trucha y salmón, que son las predilectas de los pescadores, quienes deben -después de atraparlas- regresarlas al río, debido a que este es un afluente protegido.
La luz del sol en otoño no llega a ser molesta durante las dos horas de navegación. En los alrededores del cauce se levantan los árboles de roble y se ven pasar manadas de patos silvestres y algunos ejemplares del martín pescador, el ave nacional. Parte de la cadena montañosa es territorio de los indígenas mapuche, los milenarios pobladores de esta región.

Al final del recorrido, de cuatro kilómetros, los botes arriban a una de las orillas del Fundo Chollinco, un lodge donde el plan es tomar una copa de vino chileno y disfrutar un asado. También hay posibilidad de hospedaje. Las tarifas van desde 128 dólares.


Hospedarse en un ‘árbol’ de la reserva Huilo Huilo
Muchos hemos soñado con vivir en una casa en el árbol. Hospedarse en el hotel Montaña Mágica, en la reserva Huilo Huilo, en el nororiente de la Región de Los Ríos, es, tal vez, lo más cercano que estamos de cumplir ese sueño.

Se podría confundir con el resto de los árboles del bosque si no es por las ventanas de las habitaciones que se contemplan desde afuera. Una corriente de agua cae desde la punta de las ramas y llega a un arroyo en el primer piso.


El gran portón de madera parece la entrada a un reino de elfos. Adentro se mantiene la fantasía: casi toda la construcción es de madera.

Hotel Montaña Mágica, en la reserva Huilo Huilo, en el nororiente de la Región de Los Ríos. 

Este complejo de alojamientos en mitad de la reserva biológica se compone por tres hoteles: Montaña Mágica, de 9 habitaciones, que se creó en el 2004; Nothofagus, de 55, construido en el 2007, y Reino Fungi, del 2011, cuya arquitectura se inspira en la vida vegetal de los bosques del sur.

Estos hospedajes, que tienen desde suits de lujo hasta espacios para camping, buscan mimetizarse con el bosque húmedo templado, un ecosistema único en el mundo por su escasa extensión.

La norma del lugar es vivir al aire libre: no hay televisores en las habitaciones, y aun bajo nieve y lluvia prevalecen actividades como canopy, trekking, rafting y safari de vida silvestre. El hospedaje cuesta, en promedio, 189 dólares la noche.


Baño en las termas geométricas
El vapor, las grandes rocas negras y las plantas de hojas anchas ambientan los pozos naturales de aguas hasta de 45 grados. Si no fuera por los grandes bloques de madera roja y negra que estructuran el camino de las Termas Geométricas del volcán Villarrica, se pensaría que este destino es un escenario prehistórico.

A pesar de que la temperatura ambiente puede disminuir hasta menos de 10 grados, las más de 60 fuentes de aguas termales que discurren por una quebrada de 450 metros calientan el cuerpo de los visitantes de esta zona del volcán.

En las Termas Geométricas del volcán Villarrica se puede disfrutar de un baño de aguas hirviendo.

La esencia del plan es comenzar por el pozo más caliente, de 45 grados, e ir descendiendo a otros de menor temperatura. El diseño simétrico de estas termas, que parecen cuadriculados vagones de tren, ha sido reconocido por varios premios de bienales nacionales de arquitectura.


Una opción para terminar el viaje por el volcán es pasar la noche en las cabañas Ruka Rayún, ubicadas en el balneario de Coñaripe, al occidente de Valdivia. En el amanecer el paisaje es inolvidable: la punta nevada del volcán Villarrica no para de soltar humo y con ello genera la ilusión de crear más nubes sobre un cielo azul claro. En la base de la montaña se extienden, anchas y tranquilas, las aguas del lago Calafquén.


Si usted va...

-Hay vuelos diarios desde Santiago por Lan y Sky al aeropuerto de Pichoy, a 32 kilómetros de la ciudad. Además se pueden considerar vuelos al aeropuerto de Temuco (a 2 horas de Valdivia) o de Osorno (a 1 hora y media de Valdivia).

-La mayoría de atractivos turísticos están entre una y dos horas de Valdivia, la capital regional. Por eso la mejor opción es contratar un paquete turístico con operadores locales que provean el transporte.
-A comienzos de otoño (abril), la temperatura oscila entre 10 y 19 grados. Es importante llevar ropa adecuada para este clima y para actividades de montaña.
-Si viaja desde Colombia es clave llevar un adaptador de corriente europeo. En Chile se usa este modelo

El TIempo


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