El Meta es un destino en ascenso. La puerta de entrada al Llano, es cada vez más apetecida por los viajeros internacionales: en 2012 fueron 3.596, el año pasado llegaron 5.062 y hasta abril de este año ya eran 1.591, según datos de Migración Colombia. La razón, explican desde Procolombia, va más allá de la presencia de Caño Cristales, uno de los destinos colombianos más codiciados de los últimos tiempos.
Como señalan en el organismo, el departamento está entre los más extensos y biodiversos del país, por lo que es uno de los lugares ideales para practicar el avistamiento de aves. Esta actividad turística, que mueve alrededor de US$215 billones al año en el mundo, podría generar cerca de US$9 millones para Colombia, según el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (Mincit).
Una buena tajada de ese dinero podría ser para el departamento, donde habitan cerca de 400 especies de las 1.900 que se encuentran en el país. Nada más en Villavicencio, la capital, y sus alrededores es fácil encontrar pavas hediondas, guamucos, gansos, orinocos, cigüeñas, íbises, garzas y picocucharas. Otros lugares perfectos para practicar esta actividad que estimula los sentidos y la conexión con la naturaleza son parques como Chingaza, que comparte territorio con Cundinamarca, así como los Ocarros y las Malocas.
Estos últimos no sólo funcionan como corredores ecológicos donde se puede apreciar otros miembros de la fauna local, como osos, micos, nutrias, chigüiros y armadillos, sino que también rescatan las costumbres de la cultura llanera a través de muestras de fincas llaneras y exposiciones de mitos y leyendas. Otra tradición regional con la que hay que conectarse es el joropo y para ello está el torneo internacional que se celebra la última semana de junio en Villavicencio. No deje de ver el Joropódromo, donde más de 3.000 parejas se mueven al ritmo de esta música tradicional.
Otro imperdible es el Festival Folclórico y Turístico del Llano, con el que el municipio de San Martín de los Llanos demuestra lo mejor del folclor, la música llanera y su comida típica, donde no pueden faltar el chigüiro y la mamona. Sin embargo, el corazón de esta fiesta es el tradicional evento de Cuadrillas, un espectáculo ecuestre en el que varios jinetes representan, con movimientos rítmicos y artísticos, las batallas entre los españoles y árabes y los enfrentamientos entre negros e indígenas.
Tampoco hay que dejar de visitar la joya de la corona: Caño Cristales. Custodiado por el famoso cerro del Indio Acostado, que también reboza con su propia riqueza natural, el río de los cinco colores es considerado hoy en día uno de los más hermosos del mundo. Se trata de un paisaje que, junto con la serranía que lo rodea, había permanecido escondido por el conflicto armado colombiano hasta hace algunos años, pero que hoy en día es ideal para hacer turismo de naturaleza.
Pero lo anterior es sólo un abrebocas de lo que será el turismo en el Meta. Al igual que con la serranía de La Macarena, el departamento está comenzando a abrirse para los viajeros gracias a la firma del Acuerdo con las Farc. De hecho, en este momento, este territorio de pastizales infinitos y atardeceres dorados hace parte de los destinos de paz promocionados por Procolombia y de los doce corredores turísticos impulsados por el Mincit, con lo que se planea convertir esta actividad viajera en el principal motor económico de la región.
El potencial no es poco. Además de la naturaleza y la cultura, pues según Procolombia también hay campo para las reuniones y, principalmente, con los viajes de incentivos que ofrecen las empresas a sus empleados como reconocimiento a su labor. En este sentido, dice la entidad, los países más interesados en enviar turistas al meta son Brasil, Venezuela, Ecuador, Perú, Chile, México, Alemania y España.
Como la llanura, la capacidad del Meta para atraer viajeros es brillante e interminable. Sólo hay que arriesgarse a explorarla.
El Espectador
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