Decir que un destino tiene todo lo que cualquier turista pueda llegar a desear es ambicioso y riesgoso. No obstante, es una descripción que se ajusta perfectamente a lo que Riviera Nayarit ofrece a sus visitantes. Por algo es considerado uno de los destinos de moda en México.
Ubicada al norte de la costa pacífica mexicana, esta región de 308 km de playas prácticamente vírgenes, enmarcadas por frondosas montañas, fue delimitada oficialmente en 2007, y desde entonces no ha dejado de ganar notoriedad entre los viajeros de todas partes del mundo.
Dentro de su extensión, la Riviera alberga 23 pueblitos considerados microdestinos, cada uno con su propia personalidad. En ellos es posible disfrutar de todo tipo de turismo: de lujo, en hoteles como el Dreams, que ofrece planes todo incluido de alto nivel; de aventura, en lugares como Sayulita, famoso por su oleaje, ideal para surfear; ecológico, con planes que van desde la observación de aves hasta el avistamiento de ballenas, e incluso gastronómico, para disfrutar de un buen pescado zarandeado en algunos de los mejores restaurantes de la región.
Con tanto, y en apenas diez años, este paraíso de arena dorada y aguas cristalinas ha ganado reconocimientos a las ofertas turísticas de todas las categorías mencionadas, como premios de cuatro y cinco diamantes a 15 hoteles y seis restaurantes, el distintivo Blue Flag de la organización ambientalista Pronatura o la certificación Playas Limpias a diez de sus playas, otorgado por el Instituto Mexicano de Normalización y Certificación.
Si a esto se suma el hecho de que Riviera Nayarit está a diez minutos del aeropuerto de Puerto Vallarta, conectado con Colombia desde diciembre pasado vía Panamá, gracias a Copa Airlines, el destino se convierte en el ideal para visitar las próximas vacaciones. No obstante, si eso no le parece suficiente, acá le presentamos cinco de los mejores planes para hacer allí.
Nuevo Vallarta
Este pequeño pueblito al sur de la Riviera puede funcionar como base de operaciones, por su amplia oferta en hoteles de lujo. Recomendado: el Dreams Villamagna Resort & Spa, un todo incluido con amplia oferta de actividades en piscinas, canchas deportivas y playa. Tiene 12 restaurantes y bares, un spa equipado con circuito de agua y todos los espacios necesarios para una tarde de relajación, así como entretenimiento en vivo todas las noches y hasta jacuzzi en la habitación. Desde allí es posible salir a caminatas ecológicas en las cuales el avistamiento de aves es la atracción principal.
Islas Marietas
Un verdadero paraíso escondido a pocas millas náuticas de Punta Mita. Este Parque Nacional Federal, compuesto por dos islas desiertas (Larga y Redonda) se viralizó por la posibilidad de avistar pájaros bobos de patas azules y caretear entre peces y arrecifes coloridos, pero también por la existencia de Playa Amor, un lugar increíble hecho de arena blanca y agua turquesa, rodeado enteramente por roca y al que solo se puede llegar nadando durante diez minutos bajo una cueva. Hoy el acceso es limitado, por lo que hay que reservar con tiempo.
San Francisco
También conocida como San Pancho, esta villa a pocos minutos de Sayulita posee la playa ideal para relajarse, tomar el sol y disfrutar de un atardecer dorado, y las olas perfectas para los aventureros que tienen un poco más de experiencia sobre una tabla de surf. También es el sitio ideal para caminar entre casonas de colores pasteles y encontrar centros culturales, galerías de arte, pequeños restaurantes, panaderías artesanales, cafeterías y hasta campos de fútbol, golf y polo. Si además quiere probar la verdadera cocina nayarita, puede visitar el restaurante Las Palmas, famoso por sus aguachiles de sabores. Tienen el normal y otros de coco, maracuyá y agua de Jamaica. El verde tradicional. El rojo, que se hace con un reposo de tres días. También hay negro y naranja. No olvide el pescado zarandeado.
Bucerias
Es uno de los pueblos más visitados de la Riviera, no solo por las aguas más calmadas, perfectas para familias con niños, sino también por la abundancia de artesanías. Bautizado así por los españoles que creían que a los locales les gustaba bucear, cuando en realidad se sumergían en busca de ostiones, tiene calles enteras de tiendas llenas de collares, platos, llaveros, imanes, alebrijes, calaveras y animales de todos los tamaños cubiertos en patrones geométricos hechos en chaquiras de todos los colores al mejor estilo huichol, por la etnia indígena del mismo nombre.
Sayulita
En una esquina hablan alemán. En la otra hay dos franceses tomándose unas cervezas. Al frente un estadounidense y un británico enceran sus tablas. En la playa, los mexicanos le ofrecen clases de surf a cuanto turista pasa. El ambiente en este pueblito, otrora de cultivadores de palma de coco, es hoy festivo, juvenil y muy colorido. Lo ha sido desde que las olas atrajeron a los hippies y surfistas californianos entre los sesenta y los setenta. Desde entonces, Sayulita vive y respira surf. Para aprender el deporte, vaya a la escuela y tienda Luna Azul, al final de la calle Marlín. Si le queda tiempo visite las galerías de arte.
El Espectador
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