Planes culturales, panorámicas coloridas y bares y discotecas
perfectos para conocer gente hacen de estas ciudades los mejores puntos
para los viajeros solitarios.
Reikiavik
La capital de
Islandia es un paraíso natural incomparable. Su ubicación, en una de las
partes más al norte del planeta, le regala acceso al espectáculo de las
auroras boreales. Otro plan es visitar el spa geotérmico de la Laguna
Azul, donde una amplia gama de minerales ayuda a revitalizar el cuerpo, o
incluso avistar ballenas.
La herencia vikinga de la llamada
“bahía humeante” se hace sentir los fines de semana, cuando locales y
extranjeros salen de fiesta a los bares, discotecas y cafés del centro
de la ciudad.
Hong Kong
La
bahía de Hong Kong tiene los mejores planes para los viajeros
solitarios. Desde paseos en velero por las 260 islas que componen el
archipiélago, recorrido perfecto para degustar distintas variedades de
mariscos, pasando por Victoria Peak —donde se obtienen las mejores
panorámicas de la ciudad—, hasta los viajes en ferri para hacer compras
en los mercadillos nocturnos de Kowloon y Temple Street, las opciones
parecen inagotables.
Lo anterior se complementa con una visita
al Ocean Park, donde una fusión de atracciones mecánicas, espectáculos
acuáticos y pandas gigantes deja sin aliento a los turistas, o al Templo
Sik Sik Yuen Wong Tai Si, que recoge lo mejor del taoísmo, el budismo y
el confucionismo.
Dublín
La
capital irlandesa se destaca por su oferta de pubs, perfectos para
conocer gente en el sector de Temple Street. El Guinness Storehouse, un
parque temático dedicado a una de las cervezas más famosas del mundo,
también llama la atención.
El abanico cultural tampoco se
queda atrás. Declarada como ciudad literaria por la Unesco, en Dublín es
posible recorrer los pasos de escritores como Oscar Wilde mientras se
visita la Galería Nacional o el Museo Irlandés de Arte Moderno, ubicado
en un antiguo hospital.
Atardeceres y paisajes costeros,
acompañados por castillos centenarios, también hacen parte del atractivo
de la tierra de los duendes.
Bangkok
Por
su gran cantidad de bares, turs fiesteros, hostales y hoteles
económicos, el sector de Khao San Road, en el centro de la capital
tailandesa, se ha convertido en uno de los puntos favoritos de los
viajeros para conocer nuevos amigos.
Para quienes gustan de
planes más tradicionales la opción es ir a visitar el templo budista de
Wat Arun, que con 77 metros de alto es el más famoso de la ciudad, y el
Palacio Real de Bangkok, un complejo de edificios construidos en el
siglo XVIII y que destacan por sus llamativos techos dorados.
Nueva York
La
Gran Manzana es un mundo de posibilidades sin igual. Si lo que se busca
es paz, los planes recomendados son darse un paseo por Central Park,
apreciar la panorámica de la ciudad desde el último piso del Empire
State y, por supuesto, visitar la Estatua de la Libertad en la isla de
Manhattan.
Si por el contrario el objetivo es comprobar por
qué se le conoce como la ciudad que nunca duerme, lo ideal es empezar
por conocer Times Square y luego pasar a zonas como Soho, Manhattan East
Village y Greenwith Village, donde se encuentran los bares y
restaurantes más renombrados.
Ámsterdam
Coffee
shops, casas coloridas, incontables restaurantes de comida vegetariana y
vegana y por supuesto el polémico barrio rojo, sumados a los paseos en
bicicleta, medio de transporte preferido por los holandeses, son muestra
de una cultura completamente diferente.
En medio de todo esto
es obligación visitar el Museo de Van Gogh y regalarse un momento para
descansar navegando por los canales de la ciudad o incluso alejarse un
poco de esta para conocer las plantaciones de tulipanes del campo.
El Espectador
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