Con 9 millones de visitantes al año, este país es uno de los tesoros por descubrir en Europa.
Las Islas Berlengas son reserva natural desde 1981, es uno de los lugares más desconocidos y bonitos de Portugal. |
Portugal es uno de los secretos mejor guardados de Europa. Aunque
Lisboa y Oporto, sus dos principales ciudades, se han puesto de moda,
los 9,3 millones de turistas que recibió el año pasado, según las cifras
de la Organización Mundial del Turismo, distan mucho de los cerca de 65
millones que atiende España, también en la península ibérica, y de los
83,7 millones de Francia, el país más visitado del mundo.
Son muchos los tesoros que esconde esta nación de poco más de 10 millones de habitantes, que celebra su día nacional el próximo viernes 10 de junio. Populares son sus fados, su vino de Oporto y su bacalao, pero desconocidos siguen siendo otros encantos, incluida la amabilidad de su gente.
Sus maravillosas playas permiten disfrutar de sol y descanso, mientras que Lisboa y Oporto ofrecen intensa vida cultural. En el interior se esconden verdaderos paraísos naturales, como el valle del Duero y las islas Berlengas, y pequeñas aldeas que jugaron papel fundamental en el devenir histórico de los portugueses. Por no hablar de los espectaculares paisajes insulares, en los archipiélagos de Azores y Madeira.
Son muchos los destinos que se pueden recomendar en este territorio,
que fue el epicentro de un imperio, y difícil es hacer una lista de los
diez ‘imperdibles’. Pero con las opciones desplegadas a continuación es
posible hacerse una idea de la grandeza del territorio portugués, al que
siempre se quiere volver para conocer más.
En el Alentejo, los mejores tintos son una mezcla de cepas: tinta
roriz del Douro, castelão francés, moreto y trincadeira. Y en Oporto,
además del famoso vino que lleva el nombre de la región, se destacan los
tintos del Duero, muy finos y elegantes.
Una de las mejores formas de contemplar la belleza de las laderas del Duero es desde un barco. Lo más habitual es embarcar en Oporto y llegar hasta Régua, la capital regional, desde donde partían los barcos que transportaban el vino hasta Vila Nova de Gaia, donde envejecía. Por el camino está Pinhão, enclave con espectaculares paisajes.
Las nueve islas que forman el apartado archipiélago de Azores, todas
habitadas, ofrecen paz y una increíble belleza natural. Entre los
paisajes más espectaculares se encuentra el de las dos lagunas de Sete
Cidades (la Azul y la Verde), en San Miguel. Una experiencia singular es
comer cocido en Las Furnas, también en San Miguel, pues las ollas se
introducen todas las mañanas en las fumarolas volcánicas que abundan en
la zona y se retiran cinco o seis horas después, con su contenido listo
para ser llevado a la mesa. En todas las islas hay un contacto directo
con la naturaleza y fantásticas propuestas para recorrerlas, como los
senderos de la isla de San Jorge o el ascenso a la montaña de Pico.
Son muchos los tesoros que esconde esta nación de poco más de 10 millones de habitantes, que celebra su día nacional el próximo viernes 10 de junio. Populares son sus fados, su vino de Oporto y su bacalao, pero desconocidos siguen siendo otros encantos, incluida la amabilidad de su gente.
Sus maravillosas playas permiten disfrutar de sol y descanso, mientras que Lisboa y Oporto ofrecen intensa vida cultural. En el interior se esconden verdaderos paraísos naturales, como el valle del Duero y las islas Berlengas, y pequeñas aldeas que jugaron papel fundamental en el devenir histórico de los portugueses. Por no hablar de los espectaculares paisajes insulares, en los archipiélagos de Azores y Madeira.
Aldeas históricas
Almeida, Belmonte, Castelo Mendo, Castelo Novo, Castelo Rodrigo,
Idanha-a-Velha, Linhares da Beira, Marialva, Monsanto, Piódão, Sortelha y
Trancoso son las 12 aldeas históricas situadas en la Beira, región
central de Portugal. Estos antiguos núcleos urbanos se encuentran en
zonas altas del país, desde donde podrían defenderse. Casi todos están
rodeados de murallas y crecieron junto a un castillo. Son pequeños
puntos en el mapa luso, pero a ellos se les debe el destino de la
nación. Hoy forman parte de un producto turístico único, mediante el
cual se puede disfrutar de fantásticos paisajes y una tranquilidad
absoluta. Los innumerables caminos entre aldeas se pueden conocer
andando, en carro o en bicicleta, y en todos ellos abundan productos
como el queso, el vino, el cabrito y los embutidos.
Sintra
Este pequeño rincón del distrito de Lisboa es uno de los más
románticos de Portugal, y esconde un diálogo cultural entre el
cristianismo y otras creencias. Fue residencia veraniega de los monarcas
portugueses y de las clases más nobles, por lo que esconde varios
tesoros arquitectónicos, como el Palacio da Pena y la Quinta de
Regaleira. Su paisaje cultural está protegido por la Unesco.
Los vinos
Si bien el más conocido internacionalmente es el de Oporto, Portugal
cuenta con muchos otros vinos de calidad, que constantemente ganan
premios internacionales; por ejemplo, los del Dão, tintos y firmes en su
mayoría.
Paseo en barco por el Duero
La región vitícola del Alto Duero guarda una riqueza paisajística y
cultural inigualable. Considerada Patrimonio de la Humanidad, está
habitada por personas apasionadas por su tierra, que saben acoger muy
bien a los turistas.Una de las mejores formas de contemplar la belleza de las laderas del Duero es desde un barco. Lo más habitual es embarcar en Oporto y llegar hasta Régua, la capital regional, desde donde partían los barcos que transportaban el vino hasta Vila Nova de Gaia, donde envejecía. Por el camino está Pinhão, enclave con espectaculares paisajes.
La Baixa lisboeta
Uno de los barrios más característicos de Lisboa es la Baixa,
reconstruido después del terremoto de 1755. El resultado fue un conjunto
de calles simétricas y fachadas cubiertas con azulejos. La imponente
Plaza del Comercio luce ante la desembocadura del Tajo, rodeada de
majestuosos edificios. Y desde el elevador de Santa Justa, obra de un
discípulo de Gustave Eiffel, se puede contemplar el armonioso trazado.
En el vecindario, atravesado por el tranvía, abundan las tiendas de
prestigio y algunos de los comercios más antiguos de la ciudad.
Islas Berlengas
Este pequeño archipiélago, reserva natural desde 1981, es uno de los
lugares más desconocidos y bonitos de Portugal. Está compuesto por tres
grupos de islas (Berlenga, Estelas y Farilhões) y en él se encuentran
especies únicas, enmarcadas por el intenso azul turquesa del mar. La
única forma de llegar hasta la isla Berlenga, la mayor y la más
emblemática, es en barco, desde el puerto de Peniche, que funciona todo
el año. En Berlenga se encuentra el fuerte de São João Baptista,
convertido en lugar de alojamiento, así como un camping, un restaurante y
un bar. En la isla hay electricidad, pero solo durante ciertos periodos
del día.
Las playas
Portugal tiene 943 kilómetros de costa continental, 667 en las islas
Azores y 250 en el archipiélago de Madeira, todos bañados por el
Atlántico. De norte a sur del país es posible hallar playas muy
diversas, muchas de ellas salvajes. En el Algarve, la zona más
turística, abundan las pequeñas playas de agua tranquila y limpia, como
la de Dona Ana, entre acantilados, un buen lugar para el buceo. Una zona
maravillosa es la de la Comporta, en el Alentejo, que tiene una costa
de 12 kilómetros de arenal blanco y fino. Frente al arenal hay 600
hectáreas de dunas, que surgen como murallas en medio del paisaje. Y la
isla de Porto Santo, en Madeira, cuenta con 9 kilómetros de playas
amarillas, conocidas desde hace varios siglos por sus propiedades
terapéuticas.
Arte urbano y contemporáneo
Dos artistas portugueses gozan del respeto internacional. Alexandre
Farto (Vhils) comenzó pintando grafitis a los 13 años y se hizo famoso
por sus grandes retratos. No los pinta, sino que traza una silueta y
luego vacía la pared con un cincel. Hoy, a los 28, es un referente del
arte urbano y sus obras pueden verse en varias fachadas de su país. La
otra es Joana Vasconcelos, que juega con los efectos que produce la
distancia de observación y que usa materiales como cazuelas, tampones,
plumas y pelucas. Sus obras están en varios museos de Portugal.
Un espectáculo de fado
La más tradicional música portuguesa está muy presente en Lisboa,
donde es posible acudir a agradables espectáculos mientras se disfruta
de una buena cena. Con Amalia Rodrígues el fado viajó por el mundo y
ahora lo hace de la mano de fadistas como Carlos do Carmo, Mariza,
Camané o Carminho. La Tasca do Chico, en el conocido Bairro Alto, es
paso obligatorio del circuito de los fadistas lisboetas, ya sean los más
consagrados o los principiantes.
Islas Azores
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