La capital peruana sorprende con su historia, gastronomía, arquitectura y aventuras extremas.
Lima es mucho más que la capital gastronómica de América Latina. Esta ciudad señorial también es divertida, bohemia, moderna y aventurera. Toda una caja de sorpresas para vivir emociones de distinta intensidad en un fin de semana.
En Perú, la tierra de los incas, una tarea inaplazable es sumergirse en su historia. Y en Lima más, porque es considerada ‘la ciudad más importante de los dominios españoles en Suramérica’. Apreciada por su belleza arquitectónica, es preciso reconocerla en su centro histórico.
El templo de San Francisco, con sus escalofriantes catacumbas, es otro punto obligado. Y el Museo de Arte Religioso de la Catedral de Lima es otra de las joyas de la arquitectura nacional. Considerado el monumento emblemático de la ciudad, es testigo silente de diversas épocas de gran riqueza, como la gótico-isabelina, la renacentista, la barroca, la neoclásica y neocolonial. Las bóvedas sepulcrales y las esculturas y pinturas religiosas, son algunos de sus muchos atractivos. Está abierto al público todos los días
Ciudad para extremos
Para los más extremos está la playa de Waikiki, en Miraflores –uno de los 43 distritos de la provincia limeña–. Ofrece las olas perfectas para los apasionados del sur o para quienes quieren aprender a sumergirse en esta práctica deportiva, una de las preferidas por los limeños.
Miraflores está a orillas del mar, hacia el sur de la capital del Perú, a 8,5 kilómetros de la Plaza de Armas. Si quiere emociones más fuertes, sobrevolar los acantilados de la Costa Verde en parapente es otra forma de apreciarla desde un ángulo más desafiante.
La tierra de la gula
Cebiche en todas sus presentaciones se pueden disfrutar en los distintos restaurantes de Miraflores, que es considerado el distrito gastronómico de la ciudad. El tiradito de pescado, el coctel de camarones y los apaltados son algunos de sus platos célebres. Si es alérgico a la comida de mar, no se preocupe porque cuenta con otras deliciosas posibilidades, como la comida criolla, el lomo saltado y los anticuchos.
Y para cerrar esta apetitosa jornada, qué tal si lo intenta con postres de tradición, como la mazamorra morada, el suspiro a la limeña, el arroz con leche o el turrón de Doña Pepa. No puede perderse algunos de estos restaurantes de platos exquisitos, como La Rosa Náutica, Canta Rana, Madame Tusan y Cala.
Y si le gusta que su paladar experimente de todo, disfrute las chifas, lugares en los que se sirve esta opción culinaria, que es una fusión de comida peruana con platos chinos, como el arroz chaufa con tallarines.
Para caminantes
Una parada obligada en el bohemio distrito de Barranco es el Puente de los Suspiros. Esta construcción de 1876 fue la inspiración de la compositora Chabuca Granda para escribir la canción Puente de los Suspiros hace 56 años. Tiene cerca de 8 metros y medio de altura, 44 metros de largo y 3 de ancho y, según la leyenda, todo aquel que lo cruce sin respirar mientras pide un deseo, lo verá hecho realidad. Vamos a ver si el mío se cumple...
Hay lugar para la rumba
Meditación entre ruinas
Un buen lugar para darle espacio a la introspección y dejar las tristezas y preocupaciones es Pachacamac, uno de los santuarios arqueológicos más importantes de Perú. Está aproximadamente a media hora al sur de Lima, y era considerado un centro ceremonial incluso antes de la civilización inca.
El Templo del Sol es su estructura más esplendorosa, hecha en barro en el punto más alto de las ruinas. Construido alrededor de 1470, nos recibe con una ventisca de arena que se fija como una segunda piel y nos deja impregnados de buena energía. No se prive de conocerlo.
El Tiempo / Fotos: Juan Manuel Vargas
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