El Aviario Nacional es un santuario de naturaleza y una alternativa para quienes visiten Cartagena.
El rey de gallinazos ('Sarcoramphus papa') es una de las especies que
más llama la atención de los visitantes. Foto: Rodrigo Gaviria |
Quienes visiten la siempre bella y turística Cartagena de Indias
pueden contar con un plan distinto para complementar y enriquecer su
viaje: el Aviario Nacional de Colombia.
Se trata de un verdadero paraíso en medio del Caribe colombiano y que es el hogar de 1.900 aves de 160 especies, entre nativas, endémicas, exóticas y en vías de extinción.
Al llegar al lugar, a solo 50 minutos de Cartagena –en el kilómetro 15 en Barú–, los visitantes se encontrarán con 7 hectáreas y media por donde revolotean pájaros de plumajes fantásticos, de todos los tamaños y colores posibles.
Guacamayas, loros, águilas, flamencos, pelícanos, patos, cigüeñas, pericos y tucanes –entre muchas especies más– hacen parte del inventario del lugar. El imponente cóndor de los andes, ave emblemática de Colombia, es una de las especies más admiradas.
Este destino, ideal para el turismo de naturaleza, está rodeado por cascadas, riachuelos, lagos, pantanos y ciénagas, aptos para el disfrute de los visitantes.
El lugar, que abrió sus puertas a comienzos de este año, es frecuentado no solo por ornitólogos y turistas amantes del avistamiento de aves, sino también por todo tipo de viajeros. Y dispone de senderos ecológicos y miradores que permiten apreciar a los pájaros en todo su esplendor.
Más que una exhibición, se trata de un santuario de biodiversidad, conservación e investigación ambiental, producto de un trabajo en el que sus gestores han invertido más de diez años.
Los pájaros provienen de distintas regiones del país administradas por las corporaciones autónomas, a donde llegaron tras haber sido objeto de tráfico ilegal de fauna. Otros vienen de zoológicos y muchos más han nacido en el lugar. En el inventario también se cuentan aves migratorias que encontraron aquí un cálido hogar de paso.
La idea del aviario no es solo conservar las especies, sino reproducirlas. Por eso hoy existen tres programas de reproducción de especies amenazadas o en vías de extinción: el paujil piqueazul (‘Crax alberti’) –endémico de Colombia–, el cóndor de los Andes y el águila arpía (‘Harpia harpyja’), considerada el ave rapaz más poderosa del mundo. Durante el recorrido, que dura aproximadamente dos horas, los viajeros pueden contemplar las aves en sus actividades cotidianas: volando libremente, alimentando a sus pichones, protegiendo los nidos, en la defensa de sus territorios y en sus hábitos alimentarios.
Está abierto todos los días desde las 9 a. m. hasta las 5 p. m.
El ingreso para adultos cuesta $ 35.000. Niños y estudiantes con carné pagan $ 30.000. Dentro del lugar, además, se ofrecen servicios de restaurante y cafetería.
El Tiempo
Se trata de un verdadero paraíso en medio del Caribe colombiano y que es el hogar de 1.900 aves de 160 especies, entre nativas, endémicas, exóticas y en vías de extinción.
Al llegar al lugar, a solo 50 minutos de Cartagena –en el kilómetro 15 en Barú–, los visitantes se encontrarán con 7 hectáreas y media por donde revolotean pájaros de plumajes fantásticos, de todos los tamaños y colores posibles.
Guacamayas, loros, águilas, flamencos, pelícanos, patos, cigüeñas, pericos y tucanes –entre muchas especies más– hacen parte del inventario del lugar. El imponente cóndor de los andes, ave emblemática de Colombia, es una de las especies más admiradas.
Este destino, ideal para el turismo de naturaleza, está rodeado por cascadas, riachuelos, lagos, pantanos y ciénagas, aptos para el disfrute de los visitantes.
El lugar, que abrió sus puertas a comienzos de este año, es frecuentado no solo por ornitólogos y turistas amantes del avistamiento de aves, sino también por todo tipo de viajeros. Y dispone de senderos ecológicos y miradores que permiten apreciar a los pájaros en todo su esplendor.
Más que una exhibición, se trata de un santuario de biodiversidad, conservación e investigación ambiental, producto de un trabajo en el que sus gestores han invertido más de diez años.
Los pájaros provienen de distintas regiones del país administradas por las corporaciones autónomas, a donde llegaron tras haber sido objeto de tráfico ilegal de fauna. Otros vienen de zoológicos y muchos más han nacido en el lugar. En el inventario también se cuentan aves migratorias que encontraron aquí un cálido hogar de paso.
La idea del aviario no es solo conservar las especies, sino reproducirlas. Por eso hoy existen tres programas de reproducción de especies amenazadas o en vías de extinción: el paujil piqueazul (‘Crax alberti’) –endémico de Colombia–, el cóndor de los Andes y el águila arpía (‘Harpia harpyja’), considerada el ave rapaz más poderosa del mundo. Durante el recorrido, que dura aproximadamente dos horas, los viajeros pueden contemplar las aves en sus actividades cotidianas: volando libremente, alimentando a sus pichones, protegiendo los nidos, en la defensa de sus territorios y en sus hábitos alimentarios.
Si usted va...
Queda en el kilómetro 15 de Barú, a menos de una hora de Cartagena.
Se llega vía terrestre, tras atravesar el nuevo puente que comunica a
Cartagena con Barú. Quienes lleguen a la isla por el mar también pueden
visitar el lugar.Está abierto todos los días desde las 9 a. m. hasta las 5 p. m.
El ingreso para adultos cuesta $ 35.000. Niños y estudiantes con carné pagan $ 30.000. Dentro del lugar, además, se ofrecen servicios de restaurante y cafetería.
El Tiempo
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