.

miércoles, 10 de mayo de 2017

Viaje de ensueño a Praga, la ciudad de las leyendas

Recorrer la bellísima capital de República Checa es como sentirse dentro de un cuento de hadas.  


Una sensación extraña y sobrecogedora se percibe en Praga. Magia y misterio; ese misterio que emociona pero no asusta.

Cada rincón, cada monumento y cada esquina de la capital de República Checa están acompañados de una leyenda, de una fábula, de historias de fantasmas, profecías, brujas y maleficios. Caminando por las calles de Praga –aunque suene a cliché– da la impresión de que la ciudad estuviera encantada.

“Pero ¿de dónde emanan el encanto y la belleza de Praga? ¿En qué consiste su secreto? ¿Cuál es el origen de lo sobrenatural inexplicable?”, escribió el célebre escritor checo Jakub Arbes con motivo de todas esas cosas que aparentemente suceden aquí y que han inspirado a la Oficina de Turismo de República Checa para implementar una campaña que busca atraer a más viajeros internacionales.

Como si no fuera suficiente con toda la belleza de una ciudad proclamada Patrimonio de la Humanidad y reconocida como una de las más bellas no solo de Europa, sino del mundo. 

Praga3

Caminar y perderse sin rumbo fijo por las calles de Praga, contemplar un atardecer sobre el río Moldava o recorrerlo en un crucero, subir a la torre de Petrín para disfrutar de la mejor panorámica de la ciudad con sus torres y techos anaranjados –entre muchos planes y lugares más– resulta una experiencia fascinante.

Pero resultará mejor con la narración de todas esas cosas que han pasado en sus más de doce siglos de historia.

“Veo una gran ciudad cuya fama tocará las estrellas”, dice una profecía que representa esa relación estrecha entre la capital checa y la astronomía. Y precisamente a esa profecía se atribuye el hecho de que Praga se librara de todas las grandes guerras y catástrofes que ha sufrido Europa central; tal vez por eso se siga conservando única, casi intacta.

Denis Havranek, un periodista checo que aprendió español en Cuba en épocas en las que ambos países eran socialistas, a través de un intercambio, es el guía. El recorrido empieza en el puente Carlos, construido en 1357 bajo órdenes del rey Carlos IV, el gran emperador checo, de quien se conmemoraron 700 años de nacimiento en el 2016.

Es un día de verano y el cielo de Praga, como siempre en estas épocas, es un lienzo azul pintado con líneas blancas que se cruzan, se desvanecen y disparan en todas las direcciones. Son las estelas que dejan los aviones que atraviesan este punto de Europa central.
El puente, de 516 metros de longitud y diez de ancho, y cuya construcción tardó más de 150 años, es considerado la galería de estatuas más grande y larga del mundo; atraviesa el río Moldava y comunica a Staré Mesto (La Ciudad Vieja) con Nové Mesto (La Ciudad Nueva). Son 30 estatuas las que adornan ambos lados del puente –de estilos barroco y gótico–, que parecen saludar a los viajeros.

Una, sobre todo, llama la atención: la de San Juan Nepomuceno, un santo cuya fama llegó hasta tierras latinoamericanas gracias a los jesuitas. Y aquí, Denis revela la leyenda del religioso, que fue arrojado al río –después de ser torturado– desde el mismo lugar donde hoy se levanta su estatua pintada de verde menta.

Praga15

Sucede –narra Denis– que el rey Wenceslao IV le exigió que le revelara el secreto de confesión que le había hecho la reina Juana de Baviera. Pero no quiso. Y por eso lo martirizaron y lo lanzaron al río en una bolsa. Y dicen que prefirió que le arrancaran la lengua antes de aflojarla. La gente toca la base de la estatua y se toma fotos, pues se dice quien sigue este ritual ve cumplidos sus deseos.

Los restos del santito reposan en la catedral de San Vito –a donde iremos más tarde– en un sarcófago construido con más de dos toneladas de plata donde Denis señalará un relicario en el que –dice la leyenda– está un pedazo de la lengua que le arrancaron y que se conserva intacto.

La imponente catedral gótica –construida entre los años de 1334 y 1420– está dentro del gran Castillo de Praga (Prazsky Hrad, en checo), adonde se llega tras cruzar el puente de Carlos y tras caminar varias cuadras hacia el noroccidente. 

Praga25

El castillo y el callejón
El castillo es un complejo de 570 metros de largo y 130 de ancho que ha sobrevivido a incendios y a varios dueños y huéspedes: desde los reyes de Bohemia, los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico, a los presidentes de la otrora Checoslovaquia y a los de la República Checa.

Allí, ya se ha dicho, queda la catedral de San Vito –con el pedazo de lengua de San Juan Nepomuceno– y otros lugares que hay que ver entre museos y jardines.

Como el Callejón de Oro, una simpática callejuela que mandó a construir el rey Rodolfo II de Hamburgo –en el siglo XVI– para sus guardias y otros servidores. Aunque dice la leyenda que el rey reunió a los mejores alquimistas para que buscaran oro hasta en el último de los rincones.

El callejón, abandonado en otras épocas y recuperado desde el 2011, parece el escenario de un cuento de hadas, con casas de colores y puertas pequeñitas, como para albergar duendes.

Praga6

Allí, además de la servidumbre, han vivido orfebres, astrónomos, intelectuales, escritores y hasta adivinos. Uno de sus más célebres residentes ha sido un tal Franz Kafka, en la casa 22, de paredes azules.

Imperdible tomarse la foto en la morada de uno de los escritores más influyentes de la literatura universal. Hoy, en las once casas de la callejuela funcionan tiendas donde venden los famosos y finísimos cristales checos, marionetas y otras artesanías; otras son museos con armaduras, espadas y otras piezas. 

Un reloj encantado
Saliendo del castillo y tras cruzar el puente, rumbo a la Ciudad Vieja, se llega al Ayuntamiento de Praga. Allí se levanta otro lugar lleno de magia: el Reloj Astronómico. Construido hace más de 600 años y considerado como una de las maravillas del mundo en la Edad Media, reúne a cientos de turistas que lo rodean minutos antes de que marque la hora en punto.

Y ahí empieza su espectáculo, con una calavera que toca una campana, sobre el costado derecho de una gran esfera (cuadrante astronómico en forma del antiguo astrolabio), con pinturas y representaciones del cielo y la Tierra, del anillo zodiacal, del Sol. 

https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/originals/fa/fd/7f/fafd7f93ebef53f9539e2e6c67a74fa4.jpg

Y tras los campanazos de la calavera –la muerte– empieza el desfile de figuras animadas de los doce apóstoles, a lado y lado de estatuas que hacen alegorías a la vanidad –un hombre con un espejo–, a la avaricia –un comerciante con una alforja– y a la lujuria, un príncipe turco con su mandolina –un instrumento similar a una guitarra–.

El ingenio, los pecados capitales, la condena y la salvación en un aparato que no se podía librar de las leyendas. Por ejemplo, la que dice que a su célebre inventor, el relojero Jan Hanuš, los consejeros de la ciudad lo mandaron a cegar –clavándole un puñal en ambos ojos– para que no construyera ninguna otra joya similar en ninguna otra ciudad europea.

Así, ciego, el hombre pidió que le permitieran activar el reloj por última vez.
Y él, dicen, aprovechó la oportunidad para dañar una palanca que solo 500 años después lograron poner a funcionar de nuevo.

Y así, Praga cautiva o hechiza con sus historias. Faltan más. En el techo de la iglesia de Santiago Mayor cuelga un brazo momificado en un gancho de esos de carnicería. Dicen que le pertenecía a un ladrón que intentó robar las joyas que adornaban una estatua de la Virgen María.

También un jinete sin cabeza y una criatura sin alma ni cerebro (el Golem), que protegía a la ciudad de los enemigos durante la II Guerra Mundial. Esas y otras historias se recrean en el Museo de Leyendas y Fantasmas checas, en cercanías del puente de Carlos.

Aunque no es dueño de ninguna leyenda en especial, el cementerio judío de Praga sí genera una energía especial. Construido en 1439, alberga unas doce mil tumbas –amontonadas las unas sobre las otras– de unas cien mil personas.

Se dice que todas esas lápidas arrumadas tienen varias razones: la falta de espacio habría obligado a enterrar a unos sobre otros, o simplemente la norma judía que impide eliminar las tumbas más antiguas para darles espacio a las nuevas.

“Sí, claro. Praga es una ciudad con una ‘vibra’ toda rara. La ciudad embruja y uno no sabe por qué. Es una ciudad linda y tierna, como una niña, pero dura y oscura a la vez”, dirá el colombiano Lucas Giraldo, quien llegó a estudiar hace varios años y se quedó a vivir. Claro, encantado con las bellísimas mujeres checas y con las buenas y baratas cervezas, pero también por esa magia inexplicable. 

Si usted va...
Desde Colombia, Air France ofrece un vuelo diario directo a París y KLM opera tres vuelos semanales a Ámsterdam los días martes, jueves y sábado. Desde París y Ámsterdam, Air France y KLM –respectivamente– ofrecen diez vuelos diarios a Praga.

República Checa hace parte del territorio Schengen y los colombianos no necesitan visa. Eso sí, deben cumplir con los requisitos que demuestren que son turistas con todas las de la ley: tiquete con fecha de regreso, reservas hoteleras, dinero en efectivo y demás recomendaciones de la Cancillería.    

Cerveza

Cambie dinero (coronas checas) solo en casas de cambio autorizadas. En la calle es común que ofrezcan un cambio mucho mejor, pero es una estafa: dan billetes en desuso. Un euro equivale a 27 coronas.

Si le gusta la cerveza
, aproveche. Son muy buenas y baratas (desde un euro). En las orillas del río Moldava hacen ferias de cervezas artesanales los fines de semana.
Conviene alojarse en el Clarion Congress Hotel, que ofrece tarifas favorables, está muy bien ubicado y queda sobre una estación de metro.

El Tiempo

Síguenos en Twitter y Facebook


No hay comentarios.:

Publicar un comentario