El primer paso es tan fácil y complejo como hacer silencio. Quien desee observar un ave tiene que andar con cautela: la música, la algarabía, el cigarrillo están de más. Bienvenidas la concentración, la atención y la conexión con la naturaleza.
Los aficionados deben saber que hay muchas, muchísimas aves. Solo en Colombia existen 1.909 especies, y 66 endémicas, según el último reporte publicado en la revista de la Asociación Colombiana de Ornitología. Además, deben saber que es más fácil ver a unas que a otras. El azulejo palmero, por ejemplo, es ruidoso, muy activo y social. Se deja encontrar. Pero el tinamú es esquivo, anda con cautela y es casi una lotería verlo.
Porque sin binóculos es difícil apreciar las aves en toda su dimensión. Son la herramienta fundamental para ver sus texturas, sus colores, sus patas. En todo caso, la primera vez que se hace un tour de avistamiento es mejor pedirlos en préstamo. Y si le gusta, puede hacer la inversión, que no es menor.
Porque sin binóculos es difícil apreciar las aves en toda su dimensión. Son la herramienta fundamental para ver sus texturas, sus colores, sus patas. En todo caso, la primera vez que se hace un tour de avistamiento es mejor pedirlos en préstamo. Y si le gusta, puede hacer la inversión, que no es menor.
Este no es un turismo para distraídos. Durante la búsqueda de plumíferos no se recomienda hablar: el pájaro puede irse. Hay que caminar silenciosamente. “Mucha gente dice que para el avistamiento hay que ir con colores opacos o tierra, algo muy camuflado. Pero eso es discutible. No es tan importante, pero sirve para que uno se vea bonito en el ambiente”, bromea Ureña.
Como en casi todo aprendizaje, para ver aves es fundamental ir con alguien que sepa. No es necesario –aunque sí útil– pagar un tour: basta con buscar información sobre organizaciones locales de observación de aves, participar en los congresos de aviturismo o encuentros de observadores de aves.
Una guía no sobra. De hecho, es necesaria. Existen libros que tienen información de todas las aves del país; por ejemplo, la Guía de aves de Colombia, de Proaves, o la Guía de campo de aves de Colombia, de Miles McMullan. “Es lo que uno hace cuando llena un álbum de figuras: se tachan las aves vistas y se buscan las que hacen falta. Eso hace que la afición crezca. Hay gente que ya tiene el álbum de las aves del mundo lleno”.
Como en casi todo aprendizaje, para ver aves es fundamental ir con alguien que sepa. No es necesario –aunque sí útil– pagar un tour: basta con buscar información sobre organizaciones locales de observación de aves, participar en los congresos de aviturismo o encuentros de observadores de aves.
Una guía no sobra. De hecho, es necesaria. Existen libros que tienen información de todas las aves del país; por ejemplo, la Guía de aves de Colombia, de Proaves, o la Guía de campo de aves de Colombia, de Miles McMullan. “Es lo que uno hace cuando llena un álbum de figuras: se tachan las aves vistas y se buscan las que hacen falta. Eso hace que la afición crezca. Hay gente que ya tiene el álbum de las aves del mundo lleno”.
Tal vez la clave principal, lo que determina si alguien es apto o no para esta afición, es el gusto por la naturaleza. “La observación de aves la disfruta uno más cuando está en un bosque de verdad, en una reserva natural. Es válido verlos en una ciudad, pero si uno quiere ver cosas espectaculares hay que salir a parques naturales”, dice Ureña.
Qué ver en Colombia
Son tantas, tan variadas y tan apetecidas que es difícil escoger el mejor lugar para ver aves en Colombia. Todo dependerá de las especies que quiera encontrar el avistador o del hábitat en el que prefiera estar. Las opciones sobran.
Solo en la Sierra Nevada de Santa Marta, un territorio de 17.000 kilómetros cuadrados, existen 635 especies. Los periquitos, colibríes, hojarasqueros, gralarias, tapaculos, atrapamoscas, reinitas y tangaras de montaña son algunas.
En la región Andina hay también gran diversidad –más de 800 especies–, como la polla de agua de Bogotá, el hojarasquero y el cucarachero. En Soatá, Boyacá, hay endémicas como el mochilero o arrendajo de montaña, el colibrí, el atrapamoscas y el cucarachero.
Qué ver en Colombia
Son tantas, tan variadas y tan apetecidas que es difícil escoger el mejor lugar para ver aves en Colombia. Todo dependerá de las especies que quiera encontrar el avistador o del hábitat en el que prefiera estar. Las opciones sobran.
Solo en la Sierra Nevada de Santa Marta, un territorio de 17.000 kilómetros cuadrados, existen 635 especies. Los periquitos, colibríes, hojarasqueros, gralarias, tapaculos, atrapamoscas, reinitas y tangaras de montaña son algunas.
En la región Andina hay también gran diversidad –más de 800 especies–, como la polla de agua de Bogotá, el hojarasquero y el cucarachero. En Soatá, Boyacá, hay endémicas como el mochilero o arrendajo de montaña, el colibrí, el atrapamoscas y el cucarachero.
El Pacífico colombiano es casa de aproximadamente 650 especies, entre las cuales se cuentan rarezas como la chilacoa y el bobito. Y el Amazonas alberga a 750, entre las que se cuentan veinte especies de loros, pericos y guacamayas.
Imposible mencionarlas todas en este espacio, pero sí es importante destacar que en Guainía y Putumayo existen algunas de las aves más exóticas del mundo y que estos destinos se han convertido en nuevas posibilidades turísticas con los acuerdos de paz.
Por mencionar algunas: el frutero cabecidorado, la tangara carafuego, la tangara cejiazul, el tucanillo, la tangara del paraíso, el carpintero elegante, el martín pescador anillado o el manakín rayado.
El mundo de las aves es complejo, vasto, rico en detalles y colores. Una recomendación para quien desee iniciarse en esta actividad: lo mejor que puede hacer es empezar por Colombia. La biodiversidad y las numerosas especies ofrecen una forma distinta de entender los secretos de los plumíferos.
Imposible mencionarlas todas en este espacio, pero sí es importante destacar que en Guainía y Putumayo existen algunas de las aves más exóticas del mundo y que estos destinos se han convertido en nuevas posibilidades turísticas con los acuerdos de paz.
Por mencionar algunas: el frutero cabecidorado, la tangara carafuego, la tangara cejiazul, el tucanillo, la tangara del paraíso, el carpintero elegante, el martín pescador anillado o el manakín rayado.
El mundo de las aves es complejo, vasto, rico en detalles y colores. Una recomendación para quien desee iniciarse en esta actividad: lo mejor que puede hacer es empezar por Colombia. La biodiversidad y las numerosas especies ofrecen una forma distinta de entender los secretos de los plumíferos.
Colombia, una tierra biodiversa
ProColombia ha impulsado al país como un destino de talla mundial para observar aves. En este sentido, presentó en la feria internacional American Birding Expo, en Filadelfia, Estados Unidos, la campaña ‘Colombia # 1 en especies de aves en el mundo’, que pretende mostrar la riqueza y diversidad del país en este nicho turístico. Los viajeros interesados en este tipo de turismo son en su mayoría extranjeros mayores de 55 años. Vienen de Norteamérica, Gran Bretaña, Holanda. Algunos más, de Australia y Asia.
El Tiempo
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