Mundialmente el turismo se promueve de distintas maneras, lo han enmarcado en ciertas categorías buscando llegar a públicos específicos. El de salud, de negocios, el ecológico, y el religioso son solo algunos de ellos.
Quienes lo promueven buscan visiblizar lugares, rutas, ciudades.
Datos de Procolombia de 2016 indican que el turismo religioso moviliza a 330 millones de viajeros por el mundo.
Asimismo, resaltan las cifras que este deja, por ejemplo, “25 millones de peregrinos son atraídos por los centros religiosos más grandes. Roma con el Vaticano, 8 millones; Lourdes en Francia, 6 millones; Claromontana, en Polonia, 5 millones; Fátima, en Portugal, 4 millones; y la Basílica de Guadalupe, en México: 2 millones.
Esas visitas dejan recuerdos inolvidables para quienes las hacen. Esto nos contaron algunas personas que estuvieron en lugares sagrados.
Conocer a la virgen de guadalupe
El deseo de Henry Grisales Valencia, director técnico de calidad del Colegio Cumbres, era ir con su familia a conocer la virgen de Guadalupe, en México. Lo cumplió en enero de este año.
Henry es piadoso, de una familia con una gran tradición católica, cuenta, por esa razón la figura mariana ha representado para él, y según resalta, para los católicos en general: “una madre que nos cuida, nos abriga, nos acompaña y que es intercesora ante Dios. Una presencia amorosa que intercede ante el padre no solo para pedir, sino para agradecer”.
Uno de sus grandes deseos era visitar un lugar en el que una advocación mariana haya sido real, uno que la Iglesia reconociera como sitio en el que realmente se dio una aparición; pues según él, sitios de advocación, o sea que están bajo la protección de una virgen o santo, hay muchos, y lo que buscaban era tener una experiencia “cercana a la madre de Dios. Estar en un lugar en el que se hizo presente y dejó impregnada su imagen”.
Sobre el viaje, Grisales cuenta que se llega a Ciudad de México y, desde ahí, se va hasta la basílica de la Virgen de Guadalupe. Allá, dice él, verán el cuadro de la virgen, en el altar mayor. “Para estar cerca hay que subirse a una banda eléctrica”. Según él, son “muchísimos los fieles”, lo recomienda porque la espiritualidad, definitivamente, se siente allí en la piel, cuando al estar en el lugar “los pelos se ponen de punta”.
Una ciudad que reúne religiones
Santiago Ramírez tenía solo 21 años cuando se aventuró a conocer el Muro de los lamentos, el lugar más sagrado para los judíos. Ahora que lo recuerda, cinco años después, siente que fue muy arriesgado al hacerlo porque por esos días se había “recrudecido el conflicto entre Palestina e Israel” y el muro queda en Jerusalén, un territorio disputado. A pesar de eso es un viaje que le recomendaría a cualquiera, y no tiene que ser judío para hacerlo, pues allí también tienen sus monumentos sagrados los musulmanes y los cristianos.
“Fui por curiosidad, me parecía muy enigmático que en un mismo lugar confluyeran las tres religiones monoteístas más grandes del mundo.
Lo sorprendió el “fanatismo”, la manera en la que las personas se acercaban al muro a lamentarse. También lo impactó conocer que cerca de allí está la Cúpula de la Roca, un lugar importantísimo para los musulmanes porque creen que Mahoma ascendió a los cielos desde allí.
Además, en la misma ciudad se encuentra la Iglesia del Santo Sepulcro.
Caminar o ir en bicicleta a Santiago
Juliana Uribe, aunque católica, no es practicante. Un día, una gran amiga le contó sus intenciones de ir a hacer el Camino a Santiago, un grupo de rutas de peregrinación que llegan a la tumba de Santiago el Mayor, uno de los discípulos de Jesús, y Juliana, después de ayudarlea planear el viaje, decidió acompañarla.
De las rutas posibles, emprendieron el camino Francés –unos 750 kilómetros desde Roncesvalles (Francia), hasta Santiago de Compostela– ella solo hizo 208 kilómetros, pero obtuvo su certificado. “Lo mínimo que debes hacer para que te den tu certificado es tener dos paradas por día”, eso se certifica con los sellos que van poniendoen las paradas oficiales, cuenta Juliana.
De las opciones que dan para recorrer el camino –a caballo, a pie y en bicicleta– ella lo hizo a pie.
Su intención no era realizar una peregrinación, sino simplemente hacer la ruta, no obstante, dice, fue imposible no sentirse en un estado de reflexión mientras caminaba.
“Llegué a un punto zen, de tranquilidad. Se siente una vibra muy bonita, toda la gente está ahí maravillándose con la naturaleza, encontrándose con sí mismo”, resalta ella.
Juliana conoció amigos en la ruta, esa una de las razones por las que lo recomienda, y asegura que no hay quien lo haga y diga que el camino no lo cambió.
Ir a Lourdes a deslumbrarse
En 2004, hace 15 años, el profesor Juan Villegas estuvo en Lourdes, y aunque fue hace más de un decenio recuerda perfectamente el viaje.
Estaba en Francia, era una estancia para participar de una escuela de verano y un amigo le sugirió que aprovecharan uno de esos días libres que tenían para viajar hasta el suroeste del país, allá a las lomas de los Pirineos.
El viaje fue maravilloso, recuerda Juan; a la ciudad le da ese mismo calificativo, también a los Santuarios de Nuestra Señora de Lourdes.
Juan estuvo en la Gruta de Massabielle donde, en 1858, se apareció la virgen María, según lo asegura lo el cerro del Tepeyc, en México, y Fátima, en Portugal, por eso se consideran sitios sagrados.
El docente espera regresar
y le recomienda el viaje a cualquiera que tenga fe católica y que crea especialmente enla figura mariana.
El Colombiano
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