La primera página de este cuento de hadas se despliega en Grote Markt o Plaza del Mercado de Brujas (Bélgica). Allí, varios grupos de excursiones gratuitas y pagas esperan a los ávidos turistas que buscan perderse por los vericuetos de esta ciudad medieval, calificada como una de las más bellas e interesantes de Europa.
Daniela, una joven universitaria argentina, es la líder del grupo en español. Ella nos guía esta mañana fresca de octubre, entre historias y leyendas divertidas e increíbles. A su paso descubrimos callejuelas, puentes y pasadizos que nos llevan desde los orígenes de la ciudad en la Edad Media hasta las huellas de un estilo neogótico que habla de las reconstrucciones por las que atravesó la metrópoli en el siglo XIX.
En cuestión de cuatro horas, Daniela nos da una buena pincelada de esta, la capital de la provincia de Flandes Occidental (noroeste de Bélgica). Es un buen punto de partida para luego recorrer por cuenta propia y a paso lento los lugares más entrañables de su casco histórico, Patrimonio de la Humanidad. Bien vale la pena destinar dos días o más a esta visita.
Caminar y beber
El cielo despejado deja ver su mejor azul y el sol ilumina todos los rincones adoquinados y las construcciones medievales. Daniela decide el camino. Quiere que lo primero que veamos sea el antiguo Campanario, a borde de plaza, que guarda en su interior un carrillón de 47 campanas que lo atesora un hombre privilegiado (carrillonero) que alguna vez tocó para ella el tema de Juego de Tronos. Se ufana de su hazaña y nos lleva al interior del Belfort, también patrimonio, y símbolo del poder y la riqueza de estas tierras.
De allí en adelante, cualquier calle que tome es una oportunidad para relatarnos historias magníficas, como la batalla de Courtrai, cuando Felipe IV de Francia se enfrentó a las milicias flamencas y cayó derrotado, lo que significó el empoderamiento de Felipe III, el Bueno, con su corte, momento de gloria y prosperidad cultural para Brujas, en el siglo XV.
Los pasos nos llevan al hospital de San Juan, uno de los más antiguos que existen en Europa. Desde 1978 alberga el Museo Memling (tiene seis obras del pintor alemán Hans Memling). Allí se hace un recorrido por la vida en un hospital medieval, a través de piezas relacionadas con el ejercicio de la medicina, como camillas, muebles, pinturas o instrumental médico.
Plazuelas de todos los tamaños se abren paso entre calle y calle. La de los curtidores (donde se congregaba antiguamente este oficio) es pequeña y ahora es una buena opción para descansar y reponer fuerzas en cualquiera de sus bares y cafés, en los que, por supuesto, se disfruta de la mejor cerveza del mundo, la belga.
Y hablando de este tema, vale la pena visitar una de las cervecerías artesanales con más historia, donde se fabrica Brugse Zot, cerveza rubia de alta fermentación hecha a base de malta y levadura, la más famosa de Brujas. La casa está entre el Beguinario y la catedral de San Salvador.
‘La Venecia del norte’
Daniela se detiene una y otra vez sobre los puentes para que grabemos en nuestra mente esa imagen. Y es que son justo los puentes los que le dan el nombre a la ciudad. La palabra Brujas, proviene del germánico occidental bryggia (puentes, muelles, atracaderos). También son cientos los canales que la atraviesan y que le dan el apodo de la ‘Venecia del norte’.
Por esos canales navegan en barcos gran cantidad de turistas que escuchan las mismas historias desde otro punto de vista (paseo ideal de marzo a noviembre). Y es que en Brujas pululan los viajeros; no en vano en el 2018, 8,3 millones de visitantes llegaron a la ciudad.
Luego vienen las tranquilas aguas del Lago del Amor o Minnewater, rodeado de patios verdes de vegetación y con sus orillas cundidas de cisnes y patos blancos que se roban la atención. Es justo allí donde hace su aparición el Beguinario o beaterio.
“Las beguinas eran mujeres que dedicaban sus vidas a las obras sociales, a ayudar a los enfermos y en labores artesanales. Vivían aisladas, en vida austera y tranquila, a mediados del siglo XII –cuenta Daniela–. Muchas lo hacían a consecuencia de las guerras, que les quitaban a sus esposos e hijos. No hacían votos como las monjas, podían salir y volver a su vida marital en caso de que lo quisieran”.
Otro entramado de calles, y la siguiente parada es la plaza Burg. ¡Qué lugar! Los carruajes halados por caballos pasan lentos entre los adoquines, y los viajeros lelos admiran la majestuosidad del ayuntamiento, el Palacio de Justicia y la basílica de la Santa Sangre. “En el piso superior está la reliquia que supuestamente contiene un trozo de tela con sangre de Jesucristo, traída por el conde de Flandes, Teodorico de Alsacia, en el siglo XI”, cuenta nuestra guía. Esa reliquia es patrimonio inmaterial de la Humanidad.
Vale la pena detenerse en Burg, tomar aire y saborear en la esquina un delicioso gofre (waffle) que venden en un vagoncito sobre la acera. Y es que estos bocados de galleta suave y caliente son de origen belga. Sí señor, esta es la tierra de los gofres. Con frutas, chocolate, manjar blanco, de sal o solos… ¡Qué placer!
Llega la hora de despedirnos de Daniela, llenos de recomendaciones gastronómicas y culturales. Ella se marcha para deslumbrar a un nuevo grupo de viajeros. Nosotros nos perdemos en cualquier calle. Al final, en este tesoro de ciudad, todo será ganancia.
Si usted va
- Cómo llegar: de Bruselas se viaja a Brujas en tren por un precio aprox. de 17 euros, en un trayecto de 55 minutos. También puede ir en autobús, en 1:35 minutos, por 10 euros.
- A la hora de dormir: Monsieur Maurice - Bar & Hotel está muy bien ubicado, a solo 6 minutos del centro y de la Plaza de Mercado. Aunque está muy cerca de todo, su calle es muy silenciosa, lo que garantiza un buen descanso. Una noche para dos personas vale $ 309.696, con desayuno bufé incluido.
- A la hora de comer: la oferta gastronómica es amplia y para todos los gustos y bolsillos. Arthie’s es un restaurante galería, con obras de arte y una decoración muy original. Su menú va desde los mejillones, en diversas presentaciones, hasta costillas de cerdo y carnes. Benvenuto (pizzas y pastas) es sin duda una muy buena opción para la noche. El local es cálido y acogedor.
No olvide visitar
Brujas cuenta con las mejores chocolaterías del mundo. De no perderse The Chocolate Line, catalogado como el número 1 del mundo. De los chocolateros Dominique y Fabienne, ofrece pralinés elaborados con los mejores cacaos del mundo, incluidos colombianos. Está en la guía Michelín.
Museos: Brujas cuenta con opciones de interesantes y curiosos museos. De no perderse Groeninge, Hospital San Juan y el Museo Gruuthuse (reabierto tras 5 años de restauraciones), y la Sala de conciertos Concertgebouw.
Iglesia de Nuestra Señora de Brujas: su torre, con 122,3 metros de altura, es la segunda más alta del mundo construida en ladrillo.
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