Este viaje comenzó muy bien y promete mucha
diversión. Desde el avión se ve lo que nos espera: un mar cristalino que
se mueve entre el azul oscuro y el verde claro y playas de arena
dorada. Una espesa y verde vegetación lo rodea todo.
Al aterrizar en el aeropuerto de Ixtapa-Zihuatanejo, en el estado mexicano de Guerrero, tras un vuelo de media hora desde la famosa ciudad de Acapulco, un mariachi nos estaba esperando.
Suenan trompetas. “El mariachi loco quiere
bailar, el mariachi loco quiere bailar”, cantan los músicos, y empiezan a
bailar. Los viajeros miramos con asombro y alegría a la vez. Soltamos
las maletas y nos sumamos a la fiesta improvisada. Y como no puede
faltar en esta tierra, nos ofrecen su cerveza Corona.
“Bienvenidos a su casa”, dice con entusiasmo
Vanessa Mariscal, directora de relaciones públicas del destino, quien
cuenta que es costumbre recibir así a los turistas. Los mariachis vienen
siendo algo así como empleados del aeropuerto.
Desde que México elimino la visa a los
colombianos, en el 2012, el turismo de nacionales a ese país se ha
multiplicado. “Mientras ese año –2012– fueron 167.000, en el 2014
ascendieron a 328.000”, dijo Ómar Macedo, representante en Colombia del
Consejo de Promoción Turística de México.
Los destinos más visitados por los colombianos
–explica– son Cancún y la Riviera Maya, seguidos por Ciudad de México.
En los últimos años han despertado interés Los Cabos y Riviera Nayarit.
Pero De Ixtapa-Zihuatanejo, habitado por 117.000 personas, se sabe muy
poco. Es un lugar que no ha estado en el radar del turismo mundial.
Y hay una razón fundamental, según explica Pedro Castelán, director de la Oficina de Convenciones y Visitantes: lo quieren conservar así, sin hordas de turistas, tranquilo, como un privilegio para quienes lo visitan. Por eso no han hecho tanta promoción.
Y hay una razón fundamental, según explica Pedro Castelán, director de la Oficina de Convenciones y Visitantes: lo quieren conservar así, sin hordas de turistas, tranquilo, como un privilegio para quienes lo visitan. Por eso no han hecho tanta promoción.
Pero este secreto, bañado por el océano
Pacífico, se ha venido revelando. El multimillonario Carlos Slim tiene
su casa de veraneo aquí. Y cada vez son más los turistas que llegan
buscando una experiencia mexicana en un lugar poco convencional. En el
2014 fueron 1’500.000 los visitantes, el 70 por ciento mexicanos; el
incremento respecto al 2013 fue del 14 por ciento.
Ixtapa-Zihuatanejo son dos destinos en uno. Zihuatanejo, que en la
lengua indígena Náhuatl significa ‘tierra de mujeres’, es el comienzo de
todo: un pueblito mexicano de pescadores que conserva su vida sencilla y
tradicional.
Pero en 1975, así como lo hicieron en otras zonas mexicanas como Cancún o Los Cabos, el Gobierno decidió aprovechar las playas y la belleza natural de la región para diseñar un complejo turístico. Fue así como nació Ixtapa, que significa ‘tierra de arena blanca’, un lugar totalmente distinto: una moderna bahía con más de 600 yates, sofisticados hoteles y spas –hay más de 5.000 habitaciones– y centros comerciales. Ambos lugares se complementan, pues del uno se puede pasar al otro en un recorrido –en carro– de cinco minutos
Pero en 1975, así como lo hicieron en otras zonas mexicanas como Cancún o Los Cabos, el Gobierno decidió aprovechar las playas y la belleza natural de la región para diseñar un complejo turístico. Fue así como nació Ixtapa, que significa ‘tierra de arena blanca’, un lugar totalmente distinto: una moderna bahía con más de 600 yates, sofisticados hoteles y spas –hay más de 5.000 habitaciones– y centros comerciales. Ambos lugares se complementan, pues del uno se puede pasar al otro en un recorrido –en carro– de cinco minutos
Planes en Ixtapa
De las 2.050 hectáreas de Ixtapa, solo el 50
por ciento ha sido desarrollado. El resto es una reserva ambiental
protegida. La playa más recomendada para disfrutar del sol y un mar
cálido y tranquilo es El Palmar, amplia y larguísima –mide más de 2,7
kilómetros–, atravesada por una buena porción de los hoteles de la zona.
Vale decir que entre Ixtapa y Zihuatanejo hay
15 playas distintas: unas tienen una arena más suave, más blanca o más
morena, o más caliente. También se diferencian en el oleaje: hay unas
con olas suaves y otras fuertes, ideales para surfear.
Quienes viajen en familia pueden nadar con
delfines, en el delfinario, y visitar el cocodrilario de Playa Linda. El
plan allí es ver –obviamente– cocodrilos de hasta tres metros, en su
hábitat. Pero también iguanas, tortugas y garzas. Antes, los animales
estaban al aire libre, pero desde que un cocodrilo se comió el perrito
de una turista, decidieron instalar una reja.
A pocos metros está Playa Linda, una de las
más populares y dueña del reconocimiento internacional Blue Flag,
gracias a su manejo ecosostenible. Allí, los más aventureros o con poco
presupuesto pueden acampar o alquilar un tráiler a precios muy cómodos.
Desde Playa Linda salen excursiones rumbo a Isla Grande, todo un paraíso
para bucear o practicar esnórquel gracias a la infinidad de peces de
colores que nadan allí y a su conservado arrecife de coral.
El sitio para comer rico o salir de fiesta es
la Marina, que parece un parqueadero de yates. No en vano, es la más
grande de México. El Galeón, Beccofino y Fishers son los restaurantes
más recomendados. En las noches se puede hacer un tour de bares,
cervezas y tequilas.
Quienes quieran hacer deporte pueden recorrer
los siete kilómetros de la ciclopista de Ixtapa. Caminando, trotando o
en bicicleta, este sendero regala una entretenida aventura en medio de
la selva tropical. En el camino es fácil toparse con venados y con
diversas especies de aves.
Tradición en Zihuatanejo
Mientras el sol se asoma en medio del mar, los
pescadores, a las 5 de la mañana, pescan atunes, peces dorados y peces
velas que más tarde venderán en restaurantes y hoteles, o que
disfrutarán con sus familias. Este bonito espectáculo sucede en la bahía
de Zihuatanejo, que como ya se ha dicho, es un auténtico pueblito
mexicano de pescadores.
En Zihuatanejo están algunas de las mejores
playas de la región. La Ropa –llamada así por los montones de tela que
flotaron después de que un barco naufragó en sus aguas–, es una de las
más bellas. TripAdvisor la premió como una de las mejores playas de
México. Pegadas están las playas La Madera y las Gatas, y dos de los
mejores hoteles boutique del pueblo: Viceroy y La casa que canta. En las
profundidades de la playa de las Gatas hay un cristo sumergido, con los
brazos abiertos; buceando se puede llegar hasta dónde reposa en medio
de caballitos y estrellas de mar.
Caminando por las calles adoquinadas del
pueblo, pequeñito, encontrará el Paseo del Pescador, el Muelle Municipal
y monumentos en tributo a los pescadores e indígenas; también puestos
callejeros de tacos y burritos –sabrosos y muy baratos– terrazas para
disfrutar de una cerveza fría y tiendas para comprar artesanías. Allí
encontrará la tienda de Magdaleno Flores, artesano experto en la
elaboración de máscaras y trajes ceremoniales de los indios Nahuas,
primeros pobladores de estas tierras.
La noche hay que acabarla en la mezcalería La
Katrina. Un bar que, como su nombre lo sugiere, está especializado en
mezcales, que sirven con fresas, arándanos, cerezas y rodajas de limón.
Hay que tomarlos a sorbitos, pues cada trago de mezcal se siente hasta
en el alma. Es una cantina mexicana decorada con calaveras y artesanías,
y con frases como estas: “Tómate un mezcal conmigo, para emborracharnos
a besos”.
A todo esto hay que sumarle la calidad en la
atención. En Ixtapa-Zihuatenejo saben tratar y consentir a los viajeros.
La gente es amable y muy divertida. Puro amor a la mexicana.
Por José Alberto Mojica Patiño
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