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miércoles, 3 de junio de 2015

Ixtapa-Zihuatanejo: sorpresa mexicana

Se trata de un pueblito de pescadores y un sofisticado complejo turístico. 

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Este viaje comenzó muy bien y promete mucha diversión. Desde el avión se ve lo que nos espera: un mar cristalino que se mueve entre el azul oscuro y el verde claro y playas de arena dorada. Una espesa y verde vegetación lo rodea todo.

Al aterrizar en el aeropuerto de Ixtapa-Zihuatanejo, en el estado mexicano de Guerrero, tras un vuelo de media hora desde la famosa ciudad de Acapulco, un mariachi nos estaba esperando.

Suenan trompetas. “El mariachi loco quiere bailar, el mariachi loco quiere bailar”, cantan los músicos, y empiezan a bailar. Los viajeros miramos con asombro y alegría a la vez. Soltamos las maletas y nos sumamos a la fiesta improvisada. Y como no puede faltar en esta tierra, nos ofrecen su cerveza Corona.

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“Bienvenidos a su casa”, dice con entusiasmo Vanessa Mariscal, directora de relaciones públicas del destino, quien cuenta que es costumbre recibir así a los turistas. Los mariachis vienen siendo algo así como empleados del aeropuerto.

Desde que México elimino la visa a los colombianos, en el 2012, el turismo de nacionales a ese país se ha multiplicado. “Mientras ese año –2012– fueron 167.000, en el 2014 ascendieron a 328.000”, dijo Ómar Macedo, representante en Colombia del Consejo de Promoción Turística de México.

Los destinos más visitados por los colombianos –explica– son Cancún y la Riviera Maya, seguidos por Ciudad de México. En los últimos años han despertado interés Los Cabos y Riviera Nayarit. Pero De Ixtapa-Zihuatanejo, habitado por 117.000 personas, se sabe muy poco. Es un lugar que no ha estado en el radar del turismo mundial.
Y hay una razón fundamental, según explica Pedro Castelán, director de la Oficina de Convenciones y Visitantes: lo quieren conservar así, sin hordas de turistas, tranquilo, como un privilegio para quienes lo visitan. Por eso no han hecho tanta promoción.

Pero este secreto, bañado por el océano Pacífico, se ha venido revelando. El multimillonario Carlos Slim tiene su casa de veraneo aquí. Y cada vez son más los turistas que llegan buscando una experiencia mexicana en un lugar poco convencional. En el 2014 fueron 1’500.000 los visitantes, el 70 por ciento mexicanos; el incremento respecto al 2013 fue del 14 por ciento.

Ixtapa-Zihuatanejo son dos destinos en uno. Zihuatanejo, que en la lengua indígena Náhuatl significa ‘tierra de mujeres’, es el comienzo de todo: un pueblito mexicano de pescadores que conserva su vida sencilla y tradicional.
Pero en 1975, así como lo hicieron en otras zonas mexicanas como Cancún o Los Cabos, el Gobierno decidió aprovechar las playas y la belleza natural de la región para diseñar un complejo turístico. Fue así como nació Ixtapa, que significa ‘tierra de arena blanca’, un lugar totalmente distinto: una moderna bahía con más de 600 yates, sofisticados hoteles y spas –hay más de 5.000 habitaciones– y centros comerciales. Ambos lugares se complementan, pues del uno se puede pasar al otro en un recorrido –en carro– de cinco minutos

Planes en Ixtapa

De las 2.050 hectáreas de Ixtapa, solo el 50 por ciento ha sido desarrollado. El resto es una reserva ambiental protegida. La playa más recomendada para disfrutar del sol y un mar cálido y tranquilo es El Palmar, amplia y larguísima –mide más de 2,7 kilómetros–, atravesada por una buena porción de los hoteles de la zona.

Vale decir que entre Ixtapa y Zihuatanejo hay 15 playas distintas: unas tienen una arena más suave, más blanca o más morena, o más caliente. También se diferencian en el oleaje: hay unas con olas suaves y otras fuertes, ideales para surfear.

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Quienes viajen en familia pueden nadar con delfines, en el delfinario, y visitar el cocodrilario de Playa Linda. El plan allí es ver –obviamente– cocodrilos de hasta tres metros, en su hábitat. Pero también iguanas, tortugas y garzas. Antes, los animales estaban al aire libre, pero desde que un cocodrilo se comió el perrito de una turista, decidieron instalar una reja.

A pocos metros está Playa Linda, una de las más populares y dueña del reconocimiento internacional Blue Flag, gracias a su manejo ecosostenible. Allí, los más aventureros o con poco presupuesto pueden acampar o alquilar un tráiler a precios muy cómodos. Desde Playa Linda salen excursiones rumbo a Isla Grande, todo un paraíso para bucear o practicar esnórquel gracias a la infinidad de peces de colores que nadan allí y a su conservado arrecife de coral.

El sitio para comer rico o salir de fiesta es la Marina, que parece un parqueadero de yates. No en vano, es la más grande de México. El Galeón, Beccofino y Fishers son los restaurantes más recomendados. En las noches se puede hacer un tour de bares, cervezas y tequilas.

Quienes quieran hacer deporte pueden recorrer los siete kilómetros de la ciclopista de Ixtapa. Caminando, trotando o en bicicleta, este sendero regala una entretenida aventura en medio de la selva tropical. En el camino es fácil toparse con venados y con diversas especies de aves.

Tradición en Zihuatanejo

Mientras el sol se asoma en medio del mar, los pescadores, a las 5 de la mañana, pescan atunes, peces dorados y peces velas que más tarde venderán en restaurantes y hoteles, o que disfrutarán con sus familias. Este bonito espectáculo sucede en la bahía de Zihuatanejo, que como ya se ha dicho, es un auténtico pueblito mexicano de pescadores.

En Zihuatanejo están algunas de las mejores playas de la región. La Ropa –llamada así por los montones de tela que flotaron después de que un barco naufragó en sus aguas–, es una de las más bellas. TripAdvisor la premió como una de las mejores playas de México. Pegadas están las playas La Madera y las Gatas, y dos de los mejores hoteles boutique del pueblo: Viceroy y La casa que canta. En las profundidades de la playa de las Gatas hay un cristo sumergido, con los brazos abiertos; buceando se puede llegar hasta dónde reposa en medio de caballitos y estrellas de mar.

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Caminando por las calles adoquinadas del pueblo, pequeñito, encontrará el Paseo del Pescador, el Muelle Municipal y monumentos en tributo a los pescadores e indígenas; también puestos callejeros de tacos y burritos –sabrosos y muy baratos– terrazas para disfrutar de una cerveza fría y tiendas para comprar artesanías. Allí encontrará la tienda de Magdaleno Flores, artesano experto en la elaboración de máscaras y trajes ceremoniales de los indios Nahuas, primeros pobladores de estas tierras.

La noche hay que acabarla en la mezcalería La Katrina. Un bar que, como su nombre lo sugiere, está especializado en mezcales, que sirven con fresas, arándanos, cerezas y rodajas de limón. Hay que tomarlos a sorbitos, pues cada trago de mezcal se siente hasta en el alma. Es una cantina mexicana decorada con calaveras y artesanías, y con frases como estas: “Tómate un mezcal conmigo, para emborracharnos a besos”.

A todo esto hay que sumarle la calidad en la atención. En Ixtapa-Zihuatenejo saben tratar y consentir a los viajeros. La gente es amable y muy divertida. Puro amor a la mexicana.

Por José Alberto Mojica Patiño

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