No es que haya que negarse a viajar en lo que queda de año, ni mucho menos. Sin embargo, hay una serie de urbes que están más que inquietas por lo que les va a deparar los siguientes 366 días. Y es que 2016 será su año, o al menos será una meta para diferentes iniciativas que buscan cambiar el paso o añadir una etiqueta más a sus adjetivos más tópicos. Aquí comienza un viaje al futuro próximo con solo un deseo: que los pronósticos sean realidades; y una intención: arrancar el motor viajero para que ninguna excusa lo pueda gripar.
San Sebastián (España)
a ciudad que podría ostentar el título de capital vitalicia de la cultura en Europa se conforma con serlo solo en 2016. ¿Lo necesitaba? No del todo ya que la buena Donosti tiene un planazo por cada mes del año. Sin embargo, sí que era el momento de dejar atrás los festivales y el glamour elitista para llenar la calle de iniciativas más divertidas y atraer otros artes y áreas de conocimiento que se quedan excluidos del amplísimo calendario donostiarra en espacios reinventados como la Tabakalera. Y siempre con el mar como punto de encuentro e inspiración. Con ese enclave, como para evitarlo…
Río de Janeiro (Brasil)
Este (buen) empacho de Brasil en los últimos años llega a su cima con los primeros Juegos Olímpicos celebrados en Sudamérica. La siempre fabulosa Río de Janeiro se llena de atletas y patrocinadores con el fin de estar en boca de todos y, de paso, en todas las televisiones del mundo. La ciudad cogerá el relevo de Londres a la hora de integrar los espacios más míticos con las diferentes disciplinas deportiva y así conseguir que cualquier ser con ojos se enamore más de este paraíso. Pero, además, el legado no solo será el de la megalomanía constructiva. Un museo de Calatrava (no prejuzguemos, por si acaso) dedicado a “El Mañana” promete robarle minutos de dron a Maracaná, al Pan de Azúcar y hasta al Cristo Redentor.
Lisboa (Portugal)
Poco (o al menos no lo suficiente) se habla de la pujanza vanguardista de las ciudades portuguesas. Quizás por eso Lisboa ha centrando en 2016 varios eventos e inauguraciones con las que reivindicar su trocito en la tarta de la creatividad en el mundo. El próximo año volverá a mostrar su potencial arquitectónico con su trienal mientras que celebrará el primer festival de arte urbano de la ciudad, aún sin nombre pero sí con fecha aproximada: mayo. Algo que empezaba a pedirse a gritos aunque fuera como un altavoz para los miles de proyectos que Vhils y compañía estaban moviendo en la ciudad. Además, será el año en el que Belém cambiará de una manera radical. Un nuevo centro de exposiciones artísticas en el museo de la electricidad y la nueva sede (exageradamente brutalista) del de coches y carruajes quitará flashazos a la famosa torre y al monasterio de los Jerónimos.
Wroclaw (Breslavia)
Si a San Sebastián le sirve la capitalidad cultural europea para completarse como ciudad, a Wroclaw le será útil para colarse en los planes viajeros de los que cruzan Polonia. Claramente influenciada por Bohemia y Alemania, esta urbe se presenta con unas razones de peso turísticas basadas en su preciosa plaza del mercado y en su centro histórico, conocido como Ostrów Tumski. Además, la sorprendente modernidad del Centennial Hall de Max Berg y del famoso panorama de Racławice demuestran que en Polonia siempre hubo creatividad entre guerras. Y ahora que viven en paz, mucho más.
Hamburgo (Alemania)
La capital alemana del rock (y, en general, de la música actual) tenía una deuda con el mundo: ensalzar su patrimonio cultural. Aunque lleva años poniéndose bonita, ganándose el mote de ‘Venecia del norte’ y vibrando como en los 60 a base de gentrificación de la buena, le hacía falta una distinción. Esta la consiguió con la declaración, por parte de la UNESCO, de su ciudad de los almacenes como Patrimonio Mundial hace apenas unos meses. Este barrio portuario, además, estrenará (si el presupuesto lo permite) su joya de la corona, la Elbphilarmonie, una nueva sala de conciertos que aspira a ser el icono de toda la ciudad.
Zurich (Suiza)
La siempre sobria capital económica de Suiza se va a permitir dos pequeñas salidas de pata de banco en 2016 por las que merece la pena visitarla. La primera es la culminación del culto al balompié con un museo de la FIFA que aspira a cosechar el mismo éxito de público que el del COI en Lausana. El segundo es la celebración del centenario del dadaísmo, que servirá para rememorar (y añorar) que esta ciudad llegó a ser un polo cultural durante aquella época de vanguardias y libertad en lugares como el Cabaret Voltaire. Eso sí, siempre con ese puntito clásico y académico que caracteriza a cualquier celebración en esta ciudad.
Hobart (Tasmania, Australia)
Tan lejos de todo pero tan palpitante. Así se podría describir este confín de la civilización que lleva varios años colándose en las conversaciones culturales del mundo. La culpa la tiene el MONA, la colección privada más grande del hemisferio sur, el museo creado por el multimillonario local David Walsh que este año cumple un lustro. Un edificio sorprendente, con un efecto Guggenheim que ha cambiado a toda la ciudad, quien celebra su ‘existencia’ notoria con orgullo, reivindicándose como la segunda ciudad más antigua del país en espacios únicos como el TMAG y cosmopolitas como la calle Elizabeth.
Knoxville (EE UU)
La primera capital del Estado de Tennessee se ha propuesto este año una misión: que todo el mundo la conozca. El ancla es su 225 cumpleaños, de ahí que aproveche tal efeméride para mostrar su historia copando temáticamente algunos de sus festivales más conocidos como es el caso del del Bluegrass o el de Videoarte Dogwoods Arts. Pero, sobretodo, aprovechará su cumpleaños para establecerse como la parada urbana y cultureta imprescindible de cualquier visita a las Smoky Mountains.
Taipéi (Taiwan)
Pocas veces la capitalidad mundial del diseño había levantado tanta expectación. Y más si se tiene en cuenta que se trata de una celebración con la que la urbe de Taiwan pretende contarle al mundo su rediseño urbanístico y su modernidad debajo de los rascacielos. O lo que es lo mismo, ponerle un poco de racionalidad al postureo megalómano de los gigantes asiáticos. La consecuencia es un año inquieto a más no poder que servirá para encontrarle un hueco a todo, tanto al folclore local como a los nuevos espacios urbanos creados para la ocasión como el parque cultural Songshan.
Valdivia (Chile)
Esta coqueta ciudad chilena mantiene la inercia obtenida con la Copa América de 2015 para reivindicarse en otra faceta durante este año. El ser Capital Iberoamericana de la Cultura y las Artes no es más que una excusa para contarle a todo el mundo que en esta confluencia de ríos hay mucha chicha intelectual. Y es que rincones como el Museo de Arte Contemporáneo (situado en una vieja cervecera) o citas como su festival de cine son solo dos vértices de un iceberg inquieto e interminable.
Abu Dabhi (Emiratos Árabes)
Tras asombrar al mundo con su potencial megalómano y traducirlo en hoteles y oficinas impresionantes, es el turno de la cultura. No es que en esta ciudad de los E.A.U. se hayan vuelto locos desasociando arte de negocio, pero al menos el legado que promete dejar este 2016 es histórico. Y es que, en apenas 366 días se espera que dos de los museos más impresionantes de este siglo abran sus puertas. La primera sucursal extranjera del Louvre (obra de Jean Nouvel) y el impresionante y patriótico Zayed National Museum (del mismísimo Norman Foster) abrirán sus puertas obligando a que las escalas en este país miren a Saadiyat, la flamante isla cultural de la ciudad.
San Juan (Puerto Rico)
Los paraisitos del Caribe parecen ser inagotables. El mar más turístico del mundo no se cansa de ofrecer diferentes estímulos y la capital de Puerto Rico no se queda atrás. Mejorada, promocionada y adaptada a las visitas en los últimos años, esta urbe está dispuesta a competir con cualquier belleza colonial con los rincones de su encantador barrio de Viejo San Juan, su principal caramelo cultural. Al fin y al cabo, la esencia de un destino que busca convencer a aquellos que no solo quieren sol y playa.
Burdeos (Francia)
Tanto 2015 como 2016 serán los años que, en el futuro, se recordarán como la base del nuevo Burdeos. Y es que diferentes eventos e inauguraciones confirmarán la alternativa de esta ciudad como enclave contemporáneo imprescindible. Por un lado está el fútbol y la Eurocopa, responsables de que un bosque se convierta en estadio (o viceversa) gracias a la imaginación de Herzog y de Meuron. Por el otro, el nuevo museo de las civilizaciones del vino que promete revolucionar este tipo de complejos así como la ribera del Garona con su impresionante estructura de madera.
Nagoya (Japón)
Parece que la prefectura de Aichi se ha empeñado en colocar a sus ciudades dentro del mapa turístico de Japón. Mediante la trienal de arte, que se celebra principalmente en Nagoya, muestra el potencial de una región palpitante y de una urbe que crece a pasos agigantados y que necesita un poco de creatividad para aminorar su vertiginoso progreso. Además, el hecho de exhibir obras de arte en espacios como su castillo, el santuario Atsuta o en los jardines Noritake ya es todo un aliciente diferente y, en su justa medida, transgresor.
Palermo (Sicilia)
La capital de Sicilia pedía a gritos un poco de atención y por fin la ha conseguido. El hecho de que la UNESCO haya reconocido como Patrimonio Mundial todo su patrimonio árabe-normando sirve como excusa para explorar esta ciudad portuaria y cosmopolita, capaz de albergar obras de arte de todos los estilos europeos. Además, el puntito marítimo de la costa, de la luz y de la playa de Mondello remata una experiencia completa en el que el nuevo hito marca una nueva era para la ‘cittá’.
Londres (Reino Unido)
Vale que la capital del Imperio sea una fuente inagotable de novedades y estímulos, pero merece la pena fijar los ojos este año próximo en sus calles para encontrar diferentes motivos. El primero de ellos es la apertura del nuevo museo del diseño en Kensington, una transformación maravillosa del viejo Instituto de la Commonwealth liderada por John Pawson que gustará a entendidos y neófitos. El segundo de ellos es la ampliación de la Tate Modern, una nueva oportunidad para que Herzog y de Meuron se recreen en su primera gran obra maestra. Por lo demás, ya saben, Londres y sus millones de ecosistemas urbanos como reclamo.
CondéNast
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