Un destino mágico en medio de la Polinesia, cuyo pasado nos deja más preguntas que respuestas.
Es imposible no sentir curiosidad sobre la
isla habitada más remota del mundo, cubierta con cientos de estatuas
monumentales, legado de una cultura ya desaparecida. Isla de Pascua
(Easter Island) o Rapa Nui, como es conocida por sus habitantes nativos y
mestizos, fue descubierta por el mundo occidental el domingo de Pascua
de 1722.
Desde entonces ha estado en la mira de
antropólogos, arqueólogos y lingüistas que tratan de resolver sus
misterios representados en sus 887 moáis, esos gigantes de piedra
regados por toda la isla.
Publicidad
Muchos están caídos, algunos
enterrados y otros han sido restaurados y parados sobre sus imponentes
plataformas (ahu), donde se erigen dándole la espalda al mar. Hoy las 7.130 hectáreas del Parque Natural Rapa Nui son Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco en 1995.
Desde el ombligo del mundo
En comparación con otras islas de la
Polinesia, Isla de Pascua es pequeña, por lo que para recorrer todos sus
puntos arqueológicos solo se requieren cuatro días. Al llegar a Hanga
Roa, un pequeño pueblo de 3.500 habitantes, en donde se encuentra
confinada casi toda la población de la isla, se sorprenderá al
encontrarse frente al mar con el primer moái original y, de ahí en
adelante, en cualquier trayecto conocerá nuevas piezas arqueológicas.
La caminata a la orilla del mar desde Hanga
Roa lleva hasta Tahai, una aldea originaria Rapa Nui con tres
plataformas restauradas, de las cuales se destacan los cinco
monumentales moáis, y enseguida el Ahu Ko Te Riku, con el único moái con
réplica de ojos hecha de coral tal y como lo hacían los ancestros hace
más de 500 años. Este es el lugar perfecto para ver el atardecer, así
que tómese su tiempo y disfrute una hora y media despidiendo el sol.
Amanece en un lugar lejano
Si ya le dijo “adiós” al sol en Tahai, al otro
día puede recibirlo en Ahu Tongariki, el complejo que tiene los 15
moáis mejor conservados y más imponentes. Luego, en Rano Raraku, mejor
conocida como “la fábrica de moáis”, se halla la cantera en la cual se
esculpían estos monumentos.
Aquí está el testimonio de la forma de trabajo
de estos escultores y muestra el principal quiebre en la historia: el
día que los rapanui dejaron de tallar. Es uno de los grandes misterios
de la isla. ¿Por qué pararon definitivamente y de un día para otro?
Las teorías sobre este asunto van desde
posibles guerras entre tribus, hasta aparición de seres de “extraña
procedencia”; pero lo cierto es que en el momento que llegaron los
primeros exploradores a la isla, lo único que se detalla con claridad es
que las esculturas estaban derribadas boca abajo, con los ojos de coral
rotos, como si no quisieran que los colosales guardianes fueran
testigos de lo que estaba sucediendo.
En Rano Raraku surge otra pregunta: si
solo en ese lugar se esculpían los moáis, ¿cómo se transportaban hacia
otros extremos lejanos de la isla? También, aunque los arqueólogos
traten de evitar especulaciones, la verdad es que a la fecha no existe
una teoría definitiva.
Isla de Pascua generalmente nos deja con más
preguntas que respuestas, así que al final de la tarde es posible ir a
meditar sobre estas teorías a Anakena, la única playa de la isla, pero
una de las más paradisiacas de América del Sur.
Los siete moáis de Anakena se destacan por sus
increíbles detalles: la concavidad de los ojos, los pukao (tocados) y
las orejas largas que los identifican con la tribu ancestral Miru.
En el extremo suroriental de la isla se
encuentra la aldea ceremonial de Orongo, ubicada en el borde del volcán
extinto Rano Kau, lugar donde se realizaba la competencia del Hombre
Pájaro. Aquí es posible ver casi intactas las cabañas circulares usadas
para ritos de iniciación, así como diferentes petroglifos con
representaciones de dioses. Sin duda, este es uno de los lugares más
mágicos de la isla.
Vale la pena sentarse un rato e imaginarse el
desarrollo de la competencia, cuando los guerreros más corpulentos de la
tribu bajaban por un acantilado de 800 metros, nadaban 2 kilómetros
hasta un islote puntiagudo que se puede ver desde la aldea (Moto Nui),
tomaban un huevo del ave manutara, se lo ponían en la cabeza en un
cintillo especialmente diseñado para ello, y luego nadaban de vuelta con
el huevo intacto.
Todo esto, por un gran premio: el liderazgo de
la tribu. Hoy en día, la competencia del Hombre Pájaro se replica
durante la Fiesta del Tapati Rapa Nui, realizada entre finales de enero y
principios de febrero.
La recomendación es finalizar la visita en el
Museo Antropológico. Aunque es un espacio expositivo pequeño, es el
lugar ideal para complementar la visita. Allí nos dan una advertencia
que no produce más que tristeza e impotencia:
“No hay solución, algún día ellos van a
desaparecer”. Obviamente, con centenares de piezas arqueológicas regadas
en la isla, hechas en piedra blanda, expuestas a la sal, la erosión, el
sol, la humedad, los hongos y la maleza, es probable que este sea el
cruel destino de las esculturas.
Puede que futuras generaciones nunca
tengan la oportunidad de conocer un moái sobre su plataforma, y que el
único recuerdo que nos quede sea la figura que actualmente tiene el
Museo Británico.
Por ahora, lo importante es saber que en este
lugar es imposible ser turista. En este lugar lejano todos nos
convertimos en viajeros, y un viajero aprende, reconoce, empatiza y
respeta.
Si usted va…
No se pierda la misa de 9 a. m. del domingo en la Catedral de Hanga Roa, allí podrá presenciar los mejores cantos de la isla.
Vaya a la caleta y pregunte por un bautizo de buceo. No se pierda la posibilidad de ver tortugas marinas.
El Ballet Cultural Kari Kari tiene uno de los mejores shows de bailes típicos. Si se sienta en las primeras filas, lo más seguro es que sea invitado al escenario a mover la cadera como los polinesios.
Algunos tienen planes que incluyen picnic en la playa con el pescado que usted mismo puede pescar.
Los viajes salen con regularidad desde Santiago de Chile y desde la isla de la Polinesia francesa, Tahití.
Solangie Robayo
Especial para Viajar
Especial para Viajar
No hay comentarios.:
Publicar un comentario