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jueves, 11 de febrero de 2016

De paisajes lunares y estrellas, en el desierto más árido del mundo

A 2 horas en avión de Santiago de Chile está la región de Atacama.

El desierto invita a la contemplación y tiene una magia muy poderosa sobre quienes vienen de geografías más 'verdes', como la nuestra.

La población de San Pedro de Atacama, en el norte de Chile, se ha vuelto el corazón de un tipo de turismo muy particular y cada vez más demandado: el turismo de desierto. Y en este caso, el atractivo principal es que hablamos del desierto más árido del mundo, el de Atacama. Un lugar en el que varias zonas no han recibido una sola gota de lluvia en 400 años.

Para llegar allí lo mejor es ir en avión desde Santiago hasta Calama: dos horas de vuelo. Y luego, una hora de trayecto por carretera.



San Pedro es una localidad de cerca de 6.000 habitantes que originalmente se desarrolló en torno a la actividad minera, pero que hoy está cada vez más enfocada a la atención de los viajeros, que llegan principalmente desde Estados Unidos y Europa. Allí puede llover apenas 10 minutos en todo un año.

Una de las mayores virtudes de la región es que tiene un clima que permite visitarla en cualquier época. En invierno, por ejemplo, cuando la capital del país austral puede alcanzar temperaturas bajo cero, el desierto de Atacama tiene 22 grados durante el día y unos 4 grados en las noches. En verano (diciembre a marzo), los días pueden sobrepasar los 30 grados, pero las noches son frescas.

Aparte de sus extraordinarios paisajes, la región es famosa por tener ‘los cielos más limpios del mundo’, debido al bajo nivel de contaminación que allí existe. No en vano, en el llano de Chajnantor, y a más de 5.000 metros de altura, está instalado el proyecto astronómico internacional Alma (Atacama Large Millimeter/Submillimeter Array): el más ambicioso de su tipo en el planeta. Y por eso este lugar es un auténtico paraíso para los amantes de la observación de estrellas.

En San Pedro hay alojamientos para todos los gustos: desde modestas cabañas, hostales y zonas de camping, hasta hoteles de lujo como el Alto Atacama.

Lo que sigue es una lista de planes que requieren ropa cómoda (abrigada en las noches), un buen protector solar y plena disposición para disfrutar de paisajes exóticos y atardeceres de ensueño.


Un buen lugar para empezar es el propio San Pedro, con su iglesia principal del siglo XVIII, sus museos arqueológicos y sus tiendas de artesanías, que, en su mayoría, reflejan la cultura atacameña. Igualmente, hay varios restaurantes con comida típica chilena –e internacional–, y vinos de todos los rangos de precio. Y va un dato: explore los vinos del también norteño valle del río Limarí.

A unos 12 kilómetros (15 minutos en carro), es posible visitar el valle de la Luna, llamado así por tener paisajes como de otro planeta y por una capa blanca que cubre parte de sus suelos y que evoca al único satélite de la Tierra.

En algunos tramos de este lugar, que hace parte de la reserva nacional Los Flamencos y de la cordillera de la Sal, pueden divisarse siete volcanes activos. Y un mirador natural, junto a un acantilado, es uno de los puntos preferidos para observar los atardeceres que tiñen el cielo de rojo intenso. A lo largo del valle, también es común ver turistas paseando en bicicleta, a caballo o a pie.

Recorrer los salares

Otro plan obligado es ir a los salares. Muy cerca de San Pedro está el de Atacama: el mayor depósito salino de Chile. Allí debe visitar la laguna Cejar: un espejo de agua turquesa en medio del salar y donde la cantidad de sal en el agua lo hará flotar como una pluma. Vaya también a los Ojos del Salar: dos pozos de agua dulce de curiosas características.

Siguiendo con los salares, vale la pena hacer el recorrido de unas dos horas y media hasta el de Tara, que ofrece un maravilloso espectáculo de flamencos que se pasean por la laguna, que está a 4.300 metros sobre el nivel del mar.

Además, durante buena parte del trayecto se disfruta del majestuoso volcán Licancabur.
Este viaje le permitirá estar muy cerca del Paso de Jama, frontera con Argentina, una zona donde, si hay suerte, pueden verse nutridos grupos de vicuñas y llamas.

Otro atractivo imperdible, a solo 20 minutos de San Pedro de Atacama, es el contacto con las familias indígenas de la región, como la comunidad atacameña de Coyo, que comparten algunas de sus costumbres con los visitantes y parte de la sabiduría ancestral que les han permitido sobrevivir en un lugar de condiciones tan extremas.

Aguas termales como las de Puritama; lagunas altiplánicas como las de Miscanti y Miñiques y el campo de géiseres de El Tatio (el tercero más grande del mundo, detrás del famoso Yellowstone, en Estados Unidos, y del de la península de Kamchatka, en Rusia) completan la oferta de ‘imperdibles’ que tiene esta región, en la que es aconsejable una estancia de 3 a 4 días. Un lugar para descansar, reencontrarse con uno mismo y con la naturaleza.

Para intrépidos y relajados

Para los aventureros, en el desierto de Atacama también hay opción de hacer recorridos en cuatrimotos por dunas y ríos en inmediaciones del valle de la Luna y el valle de la Muerte, este último con formaciones rocosas impresionantes que parecen monumentos. Para los que buscan relajarse, un plan ideal es pasar el día en las termas de Puritama o apuntarse a alguno de los tures de tipo astronómico, donde especialistas en el tema lo guiarán por algunos de los secretos y misterios del espacio exterior.

El Tiempo

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