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jueves, 15 de diciembre de 2016

El maravilloso hechizo de Noruega durante Navidad

Sus paisajes helados, las luces, los mercados populares y los eventos culturales atraen a turistas.

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A todo el mundo le encanta la Navidad, pero son contadas las naciones que celebran estas fechas con tanta intensidad, tradición y ambiente festivo como lo hacen en los países nórdicos y, sobre todo, en Noruega, donde las largas noches invernales añaden un toque mágico al espíritu de las fiestas.

Quienes visiten el país de los fiordos en diciembre y enero no solo encontrarán una estación con multitud de rituales y preparaciones específicos para la Navidad y la nieve cubriendo la mayor parte del país, sino que podrán disfrutar de la sensación de estar viviendo dentro de un cuento navideño.

Lo que más llama la atención de esta época en Noruega es la cálida decoración de las calles, tiendas, casas y de los mercadillos navideños.

“Todo está cuidadosamente decorado, con mucho gusto, y en todos los mercadillos venden prendas invernales de lana hechas a mano y con unos motivos muy nórdicos que encantan a los turistas”, explica Patricia Pitarch, coordinadora de prensa y medios de Innovation Norway Madrid.

Otra de las cosas que sorprenden a los viajeros, según Pitarch, es la gran actividad al aire libre en estas fechas, cuando los más pequeños (y también mayores) patinan sobre hielo o esquían en los bosques cercanos a las ciudades.
Desde principios de diciembre, Noruega resplandece con las luces navideñas, con las cuidadas decoraciones de las tiendas y con los tradicionales mercadillos navideños que dan un ambiente cálido al corazón de las ciudades.



Mercadillo de Spikersuppa

Uno de los puntos de obligada visita es Bygdøy, un barrio de Oslo ubicado en una península, conocido como la ‘isla de los museos’. El Museo Folclórico, con su histórico mercadillo de Navidad, y el Museo de Barcos Vikingos son dos de sus atractivos. Además de visitar las 155 casas tradicionales que representan las regiones de Noruega, allí se puede aprender a elaborar pasteles típicos y conocer la artesanía de antaño.

Entre los mercadillos de Oslo, el más famoso es el de Spikersuppa, en el centro de la calle Karl Johan. Además de las artesanías, se puede degustar la gastronomía tradicional de la época y calentarse al lado de las fogatas y hogueras en las calles.


Además, al lado hay una pista de patinaje sobre hielo. Un lugar de visita obligada para los habitantes de Oslo, donde se disfruta de una vista panorámica de la ciudad con sus luces de Navidad.


Papá Noel y los duendes

La nieve pinta de blanco las fachadas de las casas de Bergen y de la mayoría de ciudades noruegas.

La pequeña ciudad de Drøbak, a media hora de Oslo, tiene un aspecto idílico y acogedor gracias a sus calles estrechas, de los siglos XVIII y XIX, y casitas de madera.

En el centro de esta ciudad, bañada por las aguas de su fiordo, está la plaza donde se encuentra la Casa de la Navidad de Tregaarden y la Oficina de Correos de los Duendes de Papá Noel.

Dice la leyenda que Papá Noel nació bajo una piedra en Vindfangerbukta, al norte de Drøbak, hace cientos de años, por lo que ese lugar se convierte en un sitio de peregrinación para los pequeños durante el año.

En medio de las montañas del valle de Østerdalen y rodeada de bosques, se encuentra otra de las casas de Papá Noel (Julenissen en noruego) en Savalen, donde este personaje recibe amablemente a todos los visitantes y les enseña su oficina postal y la fábrica de regalos.


“Allí se pueden degustar las galletas de jengibre, disfrutar de la narración de cuentos, dar de comer a los animales de la granja y comprar regalos y decoración navideña para la casa y el árbol de Navidad”, explica Innovation Norway.

Desde la Oficina de Correos se envían tarjetas de Navidad a todo el mundo, con el auténtico sello de Papá Noel. Otra tradición apreciada por los noruegos, y que pueden compartir los turistas, es la construcción y visita al pueblo de galletas de jengibre más grande del mundo, en Bergen, el portal de los fiordos noruegos.

Hasta el 31 de diciembre se puede visitar este pueblo en miniatura de galletas, tradición que empezó en 1991 y con la que los habitantes de Bergen realizan su aportación casera para hacer más dulce y apetecible su ciudad.

El Tiempo


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