Entre enero y agosto se registraron 369 millones de viajes internacionales, o sea 1,6 millones de viajes al día. Los turistas acumulan sellos en sus pasaportes como nunca antes, y los destinos más populares no dan abasto. De hecho, cada vez les resulta más difícil gestionar el volumen de gente.
Pensemos en Venecia. La ciudad italiana se debate entre mareas cada vez más altas de agua, cruceros y visitantes que llegan en busca de una suerte de ‘parque de atracciones romántico’.
Pensemos en Venecia. La ciudad italiana se debate entre mareas cada vez más altas de agua, cruceros y visitantes que llegan en busca de una suerte de ‘parque de atracciones romántico’.
Ámsterdam, Barcelona y Dubrovnik también están sufriendo los embates de este fenómeno y han empezado a implementar medidas para controlar el turismo, que tiene en jaque la estabilidad de los lugareños.
“En muchos casos, la congestión turística está ligada a la descontrolada llegada de cruceros a las ciudades”, dice Melissa Biggs Bradley, fundadora del club de viajes Indagare. “Tal es el caso de Dubrovnik, donde los cruceros –que suelen arribar al puerto con más de 3.000 personas– han modificado por completo el paisaje y la experiencia turística en la ciudad, cuyos principales atractivos pasan desapercibidos ante la abrumadora presencia de los buques”, agrega.
Pero hay otros problemas relacionados con la mala gestión de los patrimonios de la humanidad. “Angkor Wat, uno de los templos hinduistas más grandes y mejor conservados de Camboya, se convirtió en el lugar más visitado del sureste asiático tras la gran apertura del mercado turístico para la clase media china”, explica ella.
Los pobladores de Angkor temen que el intenso tráfico peatonal ocasione el hundimiento del monumento y han propuesto soluciones, que incluyen un sistema de permisos turísticos.
De todos modos, no hay nada que detenga a los verdaderos trotamundos, y por eso Bradley les sugiere visitar los destinos más populares por fuera de temporada, ir a contracorriente y arriesgarse a visitar Europa en invierno, o analizar los itinerarios de los cruceros para evitar ciudades atestadas.
Sin embargo, en su opinión, la mejor opción es buscar destinos alternativos, igual de atractivos y sorprendentes, pero menos masificados. Estas son opciones.
“En muchos casos, la congestión turística está ligada a la descontrolada llegada de cruceros a las ciudades”, dice Melissa Biggs Bradley, fundadora del club de viajes Indagare. “Tal es el caso de Dubrovnik, donde los cruceros –que suelen arribar al puerto con más de 3.000 personas– han modificado por completo el paisaje y la experiencia turística en la ciudad, cuyos principales atractivos pasan desapercibidos ante la abrumadora presencia de los buques”, agrega.
Pero hay otros problemas relacionados con la mala gestión de los patrimonios de la humanidad. “Angkor Wat, uno de los templos hinduistas más grandes y mejor conservados de Camboya, se convirtió en el lugar más visitado del sureste asiático tras la gran apertura del mercado turístico para la clase media china”, explica ella.
Los pobladores de Angkor temen que el intenso tráfico peatonal ocasione el hundimiento del monumento y han propuesto soluciones, que incluyen un sistema de permisos turísticos.
De todos modos, no hay nada que detenga a los verdaderos trotamundos, y por eso Bradley les sugiere visitar los destinos más populares por fuera de temporada, ir a contracorriente y arriesgarse a visitar Europa en invierno, o analizar los itinerarios de los cruceros para evitar ciudades atestadas.
Sin embargo, en su opinión, la mejor opción es buscar destinos alternativos, igual de atractivos y sorprendentes, pero menos masificados. Estas son opciones.
En lugar de Ámsterdam... pruebe Hamburgo
Durante años, los habitantes de Ámsterdam se han sentido orgullosos de ser ‘la Venecia del Norte’. Ahora ven ese rótulo como una advertencia. La ciudad, de 850.000 habitantes, recibió 17 millones de visitantes el año pasado, por lo que los políticos implementaron diferentes medidas para frenar el desarrollo hotelero, fijar reglas severas para Airbnb, castigar a los ruidosos turistas bebedores de cerveza y mantener la calidad de vida de los habitantes.
La ciudad portuaria de Hamburgo, por el contrario, apenas comienza a mostrarse a los viajeros. Al Igual que Ámsterdam, la ciudad vieja de Hamburgo bordea una serie de canales espejados; sus edificios tienen fachadas de ladrillo y techos cobrizos patinados, y tanto coches como bicicletas atraviesan sus estrechos puentes. Otra opción es Estocolmo, por sus edificios costeros barrocos dispuestos sobre una cadena de islas.
La ciudad portuaria de Hamburgo, por el contrario, apenas comienza a mostrarse a los viajeros. Al Igual que Ámsterdam, la ciudad vieja de Hamburgo bordea una serie de canales espejados; sus edificios tienen fachadas de ladrillo y techos cobrizos patinados, y tanto coches como bicicletas atraviesan sus estrechos puentes. Otra opción es Estocolmo, por sus edificios costeros barrocos dispuestos sobre una cadena de islas.
En lugar de Machu Picchu... viaje a la Isla de Pascua
En julio entraron en vigor las restricciones a los ingresos a Machu Picchu: se limitaron los horarios y las fechas de entrada, y se establecieron estrictas normas para los visitantes, quienes deben contar con la compañía de un guía turístico certificado y seguir un reglamento para tomar fotos. Pero hay otros destinos igual de mágicos y a los que acceder es mucho más fácil. Puede dirigirse al oeste –muy al oeste– hasta la isla polinesia de Maoais (mejor conocida como Isla de Pascua), en la costa de Chile. Otra opción es Antigua (Guatemala), que como Cuzco (Perú) desborda un aire colonial.
En lugar de Venecia… pruebe con Colmar
Si lo que quiere es dar un paseo en góndola por canales pintorescos y disfrutar de una cocina increíble, cambie Venecia por Colmar, una ciudad francesa ubicada en la ruta del vino de Alsacia. Otra opción es Annecy, una lacustre localidad alpina en el sureste de Francia donde podrá navegar en lanchas rápidas y comer ‘croissants’ en los jardines europeos ribereños.
En lugar de Ibiza... vaya a Hvar
Tanto Mallorca como Ibiza han establecido restricciones al turismo (fijaron un número máximo de camas en los hoteles y decidieron multar a quienes alquilen sus viviendas en la plataforma Airbnb). Por eso, si lo que busca es dormir en la playa e ir de fiesta todas las noches, diríjase a Hvar, una isla en el mar Adriático, frente a la costa de Croacia, en la región de Dalmacia central. Hvar comparte con Ibiza el glamur de los yates y la fama de los clubes de playa, que han venido ganando impulso en el último decenio. Pero ojo: el alcalde, Riki Novak, ha impuesto una serie de multas a los desenfrenos, pues no quiere mochileros sin camisa y alcoholizados.
El Tiempo
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