A solo un par de horas de París se abre paso uno de los destinos turísticos más atractivos, de alto nivel y de bajo costo de Europa: Polonia.
Su territorio constituye la frontera entre la moderna cultura de Occidente y el poderoso bloque ruso.
Esa particular mezcla es una ventaja para los visitantes, que pueden encontrar en sus calles y en la memoria de los polacos la huella que han dejado ambas vertientes, que por siglos han querido incorporar los más de 312.000 kilómetros cuadrados de la bella Polonia a sus mapas.
Su territorio constituye la frontera entre la moderna cultura de Occidente y el poderoso bloque ruso.
Esa particular mezcla es una ventaja para los visitantes, que pueden encontrar en sus calles y en la memoria de los polacos la huella que han dejado ambas vertientes, que por siglos han querido incorporar los más de 312.000 kilómetros cuadrados de la bella Polonia a sus mapas.
El país, geoestratégicamente ubicado, atesora desde el castillo gótico Wawel –que data de 1300– hasta y el imponente edificio que Lenin levantó durante el paso del comunismo por Varsovia.
También está el legado musical de Chopin, varios de los mejores restaurantes europeos y una rica vida nocturna que incluye exhibiciones con los mejores bailarines de ballet del mundo.
Si su fuerte es la historia, no puede dejar de hacer el recorrido por el gueto de Varsovia, que incluye el moderno Museo Judío, calificado en el 2015 como el mejor de Europa.
Arquitectónicamente es un espectáculo. Y en su interior hay mil años de historia, contada al visitante echando mano de tecnología e ingenio.
Sin embargo, el Museo del Alzamiento de Varsovia es único. Allí se escucha, siente y recorre la Polonia post-Segunda Guerra Mundial con un realismo impactante. Se puede desde disparar armas de la época hasta recorrer las alcantarillas por las que los polacos se movilizaban para intentar librarse del yugo alemán.
Y si quiere conocer sobre la mágica resurrección que ha vivido Varsovia, solo le bastará con recorrer su colorida plaza central, reconstruida milimétricamente por su población; pasear por el imponente barrio alemán que quedó intacto a pesar de los bombardeos o conocer el parque tecnológico y las incubadoras de ideas que tienen a ese país en un sitio privilegiado de la Comunidad Europea y con los ojos puestos en América Latina.
Su moneda es una de las más nobles para el turista, que encontrará precios similares a los de este lado del mundo.
Cracovia, alucinanteTambién está el legado musical de Chopin, varios de los mejores restaurantes europeos y una rica vida nocturna que incluye exhibiciones con los mejores bailarines de ballet del mundo.
Si su fuerte es la historia, no puede dejar de hacer el recorrido por el gueto de Varsovia, que incluye el moderno Museo Judío, calificado en el 2015 como el mejor de Europa.
Arquitectónicamente es un espectáculo. Y en su interior hay mil años de historia, contada al visitante echando mano de tecnología e ingenio.
Sin embargo, el Museo del Alzamiento de Varsovia es único. Allí se escucha, siente y recorre la Polonia post-Segunda Guerra Mundial con un realismo impactante. Se puede desde disparar armas de la época hasta recorrer las alcantarillas por las que los polacos se movilizaban para intentar librarse del yugo alemán.
Y si quiere conocer sobre la mágica resurrección que ha vivido Varsovia, solo le bastará con recorrer su colorida plaza central, reconstruida milimétricamente por su población; pasear por el imponente barrio alemán que quedó intacto a pesar de los bombardeos o conocer el parque tecnológico y las incubadoras de ideas que tienen a ese país en un sitio privilegiado de la Comunidad Europea y con los ojos puestos en América Latina.
Su moneda es una de las más nobles para el turista, que encontrará precios similares a los de este lado del mundo.
A menos de dos horas en tren está Cracovia, una de las más hermosas ciudades europeas. Allí queda Wawel, una fortaleza con una panorámica total de la ciudad y del río Vístula, custodiada por un dragón que echa fuego, protagonista de una de las leyendas fantásticas de ese país, cuyos paisajes han servido para rodar decenas de películas.
En los dominios del castillo se levanta una de las más suntuosas iglesias católicas, en donde coronaron y enterraron a todos los reyes de Polonia. También hay una capilla con unas cuantas gotas de sangre de Juan Pablo II, que concentran la atención y devoción de los turistas católicos. En sus imponentes estructuras vecinas vivieron por décadas los reyes polacos y hoy son un museo con una de las colecciones de arte más importantes del Renacimiento.
Pero el gran espectáculo es la plaza de la ciudad, la más grande de Europa (200 por 200 metros) y la más deslumbrante. Está levantada al estilo medieval y data de 1257.
Allí están el ayuntamiento, palacios renovados, edificios coloridos, el mercado Sukiennice, la basílica de Santa María, un museo subterráneo y los mejores restaurantes, que ofrecen cordero, ganso, pescados y una rica variedad de vinos, granos y vegetales. Hay vida y belleza en cada una de las cuadras de la plaza, inundadas de universitarios de todo el mundo que estudian en Cracovia.
Cada hora, sin falta, un trompetista se asoma por una de las ventanas góticas de la basílica de Santa María e inicia una melodía sin final, en honor al valiente polaco que con las tonadas advertía sobre la presencia cercana de los alemanes y fue callado con una herida en su garganta. Si uno de sus sucesores lo saluda antes de que termine la tonada, es un buen augurio de que volverá a la linda Cracovia.
En los dominios del castillo se levanta una de las más suntuosas iglesias católicas, en donde coronaron y enterraron a todos los reyes de Polonia. También hay una capilla con unas cuantas gotas de sangre de Juan Pablo II, que concentran la atención y devoción de los turistas católicos. En sus imponentes estructuras vecinas vivieron por décadas los reyes polacos y hoy son un museo con una de las colecciones de arte más importantes del Renacimiento.
Pero el gran espectáculo es la plaza de la ciudad, la más grande de Europa (200 por 200 metros) y la más deslumbrante. Está levantada al estilo medieval y data de 1257.
Allí están el ayuntamiento, palacios renovados, edificios coloridos, el mercado Sukiennice, la basílica de Santa María, un museo subterráneo y los mejores restaurantes, que ofrecen cordero, ganso, pescados y una rica variedad de vinos, granos y vegetales. Hay vida y belleza en cada una de las cuadras de la plaza, inundadas de universitarios de todo el mundo que estudian en Cracovia.
Cada hora, sin falta, un trompetista se asoma por una de las ventanas góticas de la basílica de Santa María e inicia una melodía sin final, en honor al valiente polaco que con las tonadas advertía sobre la presencia cercana de los alemanes y fue callado con una herida en su garganta. Si uno de sus sucesores lo saluda antes de que termine la tonada, es un buen augurio de que volverá a la linda Cracovia.
Detrás de esa iglesia –que data del siglo XIII y cuyo altar tiene más de 13 metros de alto y cristaleras únicas– hay una pequeña plaza mariana y varios mercados para turistas en donde venden desde el fino ámbar del Báltico hasta el tradicional cristal polaco. Si sigue por ese sendero, llegará a modernos centros comerciales con tiendas de las grandes y exclusivas marcas y algunas ofertas de temporada.
En los linderos de la ciudad está la fábrica de esmaltados de Oskar Schindler, salvador de decenas de judíos; y a hora y media está Auschwitz, una cita con la historia que quien pueda debe cumplir. La visita guiada es tan conmovedora como enriquecedora, en tiempos de nuevos brotes de extremismo.
Los nexos entre Polonia y Colombia son cada vez mayores, lo que hace que usted sea un turista bienvenido. Solo para que tenga un dato: 125 millones de monedas colombianas de 200 y 500 pesos, como las que tiene en su bolsillo, fueron hechas en ese hermoso e inolvidable país.
En los linderos de la ciudad está la fábrica de esmaltados de Oskar Schindler, salvador de decenas de judíos; y a hora y media está Auschwitz, una cita con la historia que quien pueda debe cumplir. La visita guiada es tan conmovedora como enriquecedora, en tiempos de nuevos brotes de extremismo.
Los nexos entre Polonia y Colombia son cada vez mayores, lo que hace que usted sea un turista bienvenido. Solo para que tenga un dato: 125 millones de monedas colombianas de 200 y 500 pesos, como las que tiene en su bolsillo, fueron hechas en ese hermoso e inolvidable país.
El Tiempo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario