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jueves, 2 de octubre de 2014

Aruba tiene la clave para ser feliz

Descansar en pareja, hacer deportes extremos o disfrutar de la naturaleza, lo mejor de la isla.

Aruba también es un destino romántico, recomendado para bodas y lunas de miel.

El avión desciende sin contratiempos y atraviesa el último cúmulo de nubes que anteceden al paraíso. El color aguamarina del Caribe aparece por la ventanilla. Es la primera imagen de unos días de playa, sol, caminatas, tranquilidad y descanso en Aruba.

A solo 30 kilómetros de la costa venezolana, es una de las islas más placenteras y sorprendentes por la cantidad y calidad de planes que ofrece, desde apacibles y saludables caminatas en la playa hasta retadores deportes de aventura. Y ni hablar de la amplia oferta hotelera y los programas especializados para adultos mayores, lunas de miel, planes familiares o turismo ecológico.

Sin duda, su mayor encanto es la posibilidad de respirar tranquilos, en un ambiente seguro donde caminar de noche no es un riesgo o donde ver el amanecer en una playa solitaria es la mejor experiencia.

En esta isla de 112 kilómetros cuadrados que se extienden a lo largo de 31 kilómetros, su población ha vivido la influencia de distintos países y es una mezcla de inmigrantes europeos y suramericanos. Esta variedad se siente en sus idiomas y en su gastronomía. Allí se habla español, inglés, holandés y papiamento –lengua nativa de esta y las vecinas–, y tiene una oferta de restaurantes y menús de comida propia y ajena que deleita a todos los paladares.

La mezcla étnica, el sabor africano y la riqueza de especies orientales se mezclan con la cocina europea. El resultado: un menú rico en opciones que van desde la parrillada argentina a la cocina de autor, pasando por la posibilidad de ir a los supermercados que ofrecen productos importados, como quesos holandeses a buenos precios.

De una orilla a la otra

Aruba se puede recorrer y disfrutar por mar y tierra. El sol y los 28 grados centígrados que dominan en la isla gran parte del año garantizan un clima ideal para la práctica de deportes acuáticos, paseos en bicicleta o en jeep, o para visitar un mariposario o un parque natural.

La isla tiene dos áreas bien distintas en donde se viven experiencias diferentes. Por una costa, las playas de arena blanca y aguas calmadas que invitan a sumergirse en el mar. En esta área está la más conocida y recorrida, Palm Beach, donde se puede simplemente caminar entre los glamurosos hoteles, por senderos bien demarcados y sin restricciones, o donde se pueden practicar deportes acuáticos.

Por otra costa está Eagle Beach, más tranquila, con arenas color marfil y una amplia zona de parqueo para quienes prefieren espacios sosegados. Leer bajo la sombra es otro de los planes que se disfrutan allí.

Pero si, por el contrario, la aventura llama, lo más indicado es alquilar una bicicleta y llegar hasta la zona escarpada en el litoral occidental de la isla, donde las olas rompen en los acantilados. Por allí se pueden escalar pequeñas colinas de arena, un trayecto difícil pero exótico por la hazaña que significa recorrer desde la primera parada, en el Puente Natural hasta el Faro California, dos puntos que lo llevan a conocer el otro lado de la isla.

Este es uno de los planes más apetecidos por europeos y norteamericanos, que compran el safari para hacer recorridos junto al mar. Y es, quizás, una de las mejores formas de conocer las riquezas naturales de esta zona despoblada.

Otro plan ideal es el golf, para profesionales o para novatos que quieran tomar lecciones por primera vez, en campos que colindan con el mar, y que están catalogados entre los mejores del mundo. La experiencia resulta divertida. Pegarle por primera vez a la bola se convierte en un reto divertido.

Arikok, la reserva natural

En medio de la isla hay un parque natural que los isleños han conservado con esmero, llamado Arikok. Es la reserva para caminar por senderos y donde se aprecia una vegetación de cactus denominados divi-divi, plantas de sábilas y flores exóticas.

Resultó ser un descubrimiento magnífico, gracias a la compañía de su director, Julio Beaujon, un arubiano casado con una colombiana que conoce como nadie las especies de su terruño

El sendero de 35 kilómetros, bajo un sol abrasador, es la perfecta caminata para quienes disfrutan de la naturaleza bien cuidada. Allí se esmeran por conservar las especies nativas, en medio de una tierra árida, y las plantas medicinales que los nativos utilizaron en otras épocas.

Dentro del parque está Mount Jamanota, el punto más alto de la isla, que asciende a 189 metros, con cuevas indígenas y subterráneas. Arikok es una experiencia para conocer la historia de su naturaleza pura.

Los niños duermen gratis

Hay un atractivo adicional: el programa ‘One happy family’, al que se han unido una buena cantidad de hoteles de Aruba y que permite que los niños, hasta los 12 años de edad, tengan alojamiento y desayunos gratis. También les permite la entrada, con 50 por ciento de descuento, a las granjas de avestruces y la de mariposas, el Discovery Glass Bottom y el Snorkeling Cruise.

Además puede sumergirse, aun sin saber bucear, en Sea Trek (en Palm Island), para caminar mientras aprecia la fauna marina. En este lugar, al que se llega en lancha en cinco minutos, existe un parque acuático con planes para pasar el día, literalmente, en el agua.

Por: CLAUDIA CERÓN CORAL - EL TIEMPO

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