El avión desciende sin contratiempos y
atraviesa el último cúmulo de nubes que anteceden al paraíso. El color
aguamarina del Caribe aparece por la ventanilla. Es la primera imagen de
unos días de playa, sol, caminatas, tranquilidad y descanso en Aruba.
A solo 30 kilómetros de la costa venezolana,
es una de las islas más placenteras y sorprendentes por la cantidad y
calidad de planes que ofrece, desde apacibles y saludables caminatas en
la playa hasta retadores deportes de aventura. Y ni hablar de la amplia
oferta hotelera y los programas especializados para adultos mayores,
lunas de miel, planes familiares o turismo ecológico.
Sin duda, su mayor encanto es la posibilidad
de respirar tranquilos, en un ambiente seguro donde caminar de noche no
es un riesgo o donde ver el amanecer en una playa solitaria es la mejor
experiencia.
En esta isla de 112 kilómetros cuadrados que
se extienden a lo largo de 31 kilómetros, su población ha vivido la
influencia de distintos países y es una mezcla de inmigrantes europeos y
suramericanos. Esta variedad se siente en sus idiomas y en su
gastronomía. Allí se habla español, inglés, holandés y papiamento
–lengua nativa de esta y las vecinas–, y tiene una oferta de
restaurantes y menús de comida propia y ajena que deleita a todos los
paladares.
La mezcla étnica, el sabor africano y la
riqueza de especies orientales se mezclan con la cocina europea. El
resultado: un menú rico en opciones que van desde la parrillada
argentina a la cocina de autor, pasando por la posibilidad de ir a los
supermercados que ofrecen productos importados, como quesos holandeses a
buenos precios.
De una orilla a la otra
Aruba se puede recorrer y disfrutar por mar y
tierra. El sol y los 28 grados centígrados que dominan en la isla gran
parte del año garantizan un clima ideal para la práctica de deportes
acuáticos, paseos en bicicleta o en jeep, o para visitar un mariposario o
un parque natural.
La isla tiene dos áreas bien distintas en
donde se viven experiencias diferentes. Por una costa, las playas de
arena blanca y aguas calmadas que invitan a sumergirse en el mar. En
esta área está la más conocida y recorrida, Palm Beach, donde se puede
simplemente caminar entre los glamurosos hoteles, por senderos bien
demarcados y sin restricciones, o donde se pueden practicar deportes
acuáticos.
Por otra costa está Eagle Beach, más
tranquila, con arenas color marfil y una amplia zona de parqueo para
quienes prefieren espacios sosegados. Leer bajo la sombra es otro de los
planes que se disfrutan allí.
Pero si, por el contrario, la aventura llama,
lo más indicado es alquilar una bicicleta y llegar hasta la zona
escarpada en el litoral occidental de la isla, donde las olas rompen en
los acantilados. Por allí se pueden escalar pequeñas colinas de arena,
un trayecto difícil pero exótico por la hazaña que significa recorrer
desde la primera parada, en el Puente Natural hasta el Faro California,
dos puntos que lo llevan a conocer el otro lado de la isla.
Este es uno de los planes más apetecidos por
europeos y norteamericanos, que compran el safari para hacer recorridos
junto al mar. Y es, quizás, una de las mejores formas de conocer las
riquezas naturales de esta zona despoblada.
Otro plan ideal es el golf, para profesionales
o para novatos que quieran tomar lecciones por primera vez, en campos
que colindan con el mar, y que están catalogados entre los mejores del
mundo. La experiencia resulta divertida. Pegarle por primera vez a la
bola se convierte en un reto divertido.
Arikok, la reserva natural
En medio de la isla hay un parque natural que
los isleños han conservado con esmero, llamado Arikok. Es la reserva
para caminar por senderos y donde se aprecia una vegetación de cactus
denominados divi-divi, plantas de sábilas y flores exóticas.
Resultó ser un descubrimiento magnífico,
gracias a la compañía de su director, Julio Beaujon, un arubiano casado
con una colombiana que conoce como nadie las especies de su terruño
El sendero de 35 kilómetros, bajo un sol
abrasador, es la perfecta caminata para quienes disfrutan de la
naturaleza bien cuidada. Allí se esmeran por conservar las especies
nativas, en medio de una tierra árida, y las plantas medicinales que los
nativos utilizaron en otras épocas.
Dentro del parque está Mount Jamanota, el
punto más alto de la isla, que asciende a 189 metros, con cuevas
indígenas y subterráneas. Arikok es una experiencia para conocer la
historia de su naturaleza pura.
Los niños duermen gratis
Hay un atractivo adicional: el programa ‘One
happy family’, al que se han unido una buena cantidad de hoteles de
Aruba y que permite que los niños, hasta los 12 años de edad, tengan
alojamiento y desayunos gratis. También les permite la entrada, con 50
por ciento de descuento, a las granjas de avestruces y la de mariposas,
el Discovery Glass Bottom y el Snorkeling Cruise.
Además puede sumergirse, aun sin saber bucear,
en Sea Trek (en Palm Island), para caminar mientras aprecia la fauna
marina. En este lugar, al que se llega en lancha en cinco minutos,
existe un parque acuático con planes para pasar el día, literalmente, en
el agua.
Por: CLAUDIA CERÓN CORAL - EL TIEMPO
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