Cuando aterrice en el aeropuerto internacional
Hato, las primeras palabras que escuchará son “bon biní”, la bienvenida
que da Curazao, en papiamento, su lengua nativa, como una invitación a
sumergirse en una de las islas más exóticas y mágicas del Caribe.
Es un destino que reúne en su territorio
playas paradisiacas, un corazón comercial inspirado en Ámsterdam,
capital de los Países Bajos, y una población que representa lo mejor del
sabor latino.
Curazao, conquistada por españoles y
posteriormente ocupada por holandeses, refleja en su lengua, en su
arquitectura y en su gastronomía cautivantes historias de mestizaje.
Desde hace cuatro años es un país autónomo del Reino de los Países
Bajos. Los habitantes son de nacionalidad holandesa y tienen pasaporte
de la Unión Europea. Además del papiamento, los curazoleños dominan el
inglés, el holandés y el español. Las cuatro lenguas las aprenden desde
su niñez y las practican a diario gracias a la diversidad de viajeros de
todos los rincones del mundo que llegan a la isla.
Las calles de Willemstad
Willemstad es una típica ciudad de puerto. Conserva 750 edificios históricos por lo que se considera patrimonio de la humanidad. |
La ciudad de Willemstad, en el sur de la isla,
tiene en sus calles una mezcla del estilo europeo con el Caribe.
Elevada a Patrimonio Mundial por la Unesco, es el puerto principal y
conserva con esmero la arquitectura de la ocupación holandesa. Incluso,
se conoce esta zona como la ‘pequeña Ámsterdam’.
El recorrido se inicia en el puente flotante
Queen Emma, desde donde se ven coloridos edificios a orillas del mar.
Entre los monumentos que debe visitar están el Fuerte Ámsterdam, el
Palacio de Gobierno, la sinagoga Mikvé Israel-Emanuel y el icónico
edificio amarillo Penha, punto clave para tomar una de las fotografías
más representativas de la isla.
Allí está el sector comercial con importantes
marcas internacionales de ropa y perfumería, así como tiendas de
artesanías y souvenirs. No olvide probar el Blue Curaçao, licor típico,
así como variedad de cervezas de origen holandés, en cualquiera de los
bares y terrazas, con vista al mar.
De playa en playa
Aunque la mayoría de hoteles tienen playas
privadas, un buen plan es visitar las 35 playas de la isla, en taxi o
alquilando un carro.
Una de las más populares es Kenepa Beach, en
el noroeste, que cuenta con un mirador sobre el azul cristalino del
océano y la arena blanca. También es famosa Boka ST. Michiel, donde verá
pequeños botes en la bahía. Es un pueblo de pescadores, en el oeste de
la ciudad.
En algunas debe pagar por su ingreso –cuatro
florines, unos 8.000 pesos colombianos–. Por ejemplo, la popular Blue
Bay Beach, con centro de deportes acuáticos como buceo y kayak, piscina,
duchas, baños y venta de bebidas y alimentos. También está Cas Abao
Beach, preferida por quienes quieren hacer esnórquel y bucear. Y playa
Kalki, en el noroeste, donde podrá tomar cursos de buceo para
principiantes sobre arrecifes coralinos y verá tortugas marinas.
Vale resaltar que Curazao es un destino muy
recomendado para actividades náuticas, gracias a la infinidad de tesoros
que guarda bajo el mar: peces de todas formas y colores que se mueven
entre los corales.
Nadar en cavernas
Una de las experiencias más emocionantes que se viven en el mar de Curazao es nadar en algunas cavernas.
La más popular es Blue Cave, en Mushroom Forest, que resguarda algunas de las formaciones coralinas más bellas de la isla y una amplia variedad de peces. Allí verá el contraste de una luz de color azul turquesa que irrumpe en un oscuro y rocoso lugar. Para disfrutar de la experiencia debe saber nadar. Los guías suministran los equipos necesarios: máscara, aletas y esnórquel.
Placer para el paladar
Para conocer la gastronomía local, lo ideal es
comenzar por los populares mercados de la isla. El más famoso es la
plaza Bieu, a pocos metros del puente flotante Queen Emma, en
Willemstad, con una plazoleta de comidas con decenas de locales.
Predominan el cerdo, el chivo estofado y pescados como pargo y mero,
acompañados de preparaciones hechas a base de maíz, arroz, papa o
fríjol.
Es clave visitar las casas de plantación, que
funcionan como restaurantes-museos, puesto que guardan elementos que
evocan los momentos de colonización por los que pasó la isla.
También, en las calles de Willemstad se
encuentran restaurantes especializados en la preparación de platos como
el keshi llena (queso relleno de pollo). Toda una delicia.
Durante todos los recorridos por la isla se pueden ver numerosas especies de aves, de plantas y de otros animales. |
Dos imperdibles
Dicen que la Granja de Avestruces es la más
grande de su tipo fuera de África. El recorrido permite conocer algunas
de las 200 aves del lugar, podrá alimentarlas o sostener sus huevos. La
entrada para adultos tiene un valor aproximado de 22.000 pesos
colombianos.
Si busca un plan diferente, puede iniciar con
un recorrido por los tres mayores centros de plantación de aloe, cerca
de Willemstad. Allí verá cómo se cultiva sábila en casa y, además, puede
adquirir productos de belleza elaborados con aloe.
Visita al acuario
Una visita divertida es al Curaçao Sea
Aquarium, compuesto por un arrecife de coral y un sistema de aguas
abiertas, por donde sus delfines entran y salen a mar abierto una vez
por semana. Allí podrá nadar con delfines y ver otras especies marinas
propias de esta región. La entrada puede ir desde los 45.000 pesos
colombianos por adulto, más las atracciones en las que desee participar.
El Tiempo
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