Así se ven desde el aire las pirámides de Teotihuacán, la región de Capadocia y la ciudad de Orlando.
Desde el cielo todo se ve mejor: los paisajes
cobran perspectivas distintas, los trazos de los ríos y las formas de
las montañas se dejan ver en todo su esplendor. Es por eso que los
vuelos en globo se han convertido en una muy buena opción para hacer
turismo.
Una experiencia que el piloto y fotógrafo
colombiano Francisco Forero, experto en la operación de globos
aerostáticos, define así: “viajar en globo es lo más parecido a volar en
una alfombra mágica. No hay un motor que vibre o suene. Es sentir,
literalmente, que estás flotando en el aire”.
¿Qué se necesita para volar en estos aparatos?
Que el viento no tenga demasiada velocidad, que sea constante pero no
turbulento. Por eso, añade Forero, los vuelos en estos aparatos se deben
hacer muy temprano en la mañana o al final de la tarde, para contar con
la estabilidad de los vientos y que el sol no esté calentando demasiado
fuerte.
Les presentamos los relatos de tres
periodistas de EL TIEMPO que volaron en globo en destinos distintos: la
Capadocia, en Turquía; las pirámides de Teotihuacán, en México; y
Orlando, en La Florida (Estados Unidos).
La mágica Capadocia
Una de las tareas obligatorias en Turquía es
dar un paseo en globo en la región de Capadocia. Observar este magnífico
y a la vez extraño paisaje, desde el cielo, cuesta desde 130 euros en
adelante, dependiendo del tipo de vuelo. La oferta es amplia: desde
viajes privados para dos personas hasta recorridos en grupos de hasta 24
pasajeros.
Para llegar a la famosa región de Capadocia se
puede viajar desde Estambul por tierra (unas diez horas) o tomar un
vuelo que dura un poco más de una hora con destino a Kayseri o Nevsehir.
Estando allí hay que partir rumbo al Parque Nacional de Göreme,
declarado Patrimonio de la Humanidad en 1985.
La forma más fácil de reservar el paseo en
globo es a través del hotel en donde se vaya a hospedar. Es una
excursión muy bien organizada y la tarifa incluye transporte privado
desde el hotel, desayuno, vuelo de una hora –o más– (dependiendo del
plan), certificado y brindis con champaña al finalizar el recorrido.
La travesía empieza a las 4:30 de la mañana,
hora en que recogen a los viajeros. Luego los carros, con los turistas,
se dirigen al sitio de despegue donde ya están llenando los globos con
aire caliente. El ruido del fuego hace más emocionante el momento a
pesar de los nervios que son inevitables, sobre todo si es primera vez.
Cuando los pasajeros están organizados, el
piloto explica cómo va a maniobrar la aeronave. Y empieza el recorrido
sobre estos paisajes de belleza única, donde van apareciendo estructuras
rocosas que parecen traídas de otro planeta, montañas de piedra que por
su textura porosa fueron excavadas por sus habitantes para construir
casas e iglesias en la antigüedad.
Durante millones de años la fuerza de la
naturaleza ha sido la encargada de formar estos valles y cadenas
montañosas por las cuales Capadocia es reconocida en el mundo. Mesetas
ondeadas acompañan pilares de roca puntiagudos que son conocidos como
‘chimeneas de las hadas’; parece una plantación de hongos gigantes de
piedra. Así mismo, el valle de las palomas (Pigeon Valley) deslumbra por
la gran cantidad de cavidades que tienen sus casas, palomares que
reflejan la importancia que han tenido estas aves en la historia de esta
región.
Y mientras se desplaza el globo, nuevas y
extraordinarias figuras aparecen; texturas de color rojo, blanco,
amarillo y de mil colores más adornan estas tierras, que a su vez
esconden ciudades subterráneas que los turistas pueden visitar.
El descenso es lento y un carro está pendiente
del lugar de aterrizaje. La clausura de esta travesía está acompañada
por un brindis y la satisfacción de haber volado sobre Capadocia. De
regreso al hotel, los viajeros disponen del resto del día para hacer
otros recorridos en la región.
Flotando sobre Teotihuacán
Tal como lo había previsto, mis manos
empezaron a sudar. No fue mientras entraba en la canastilla, apoyando
mis pies sobre las ranuras que esta tiene para ese propósito; tampoco
fue cuando, desde tierra firme, y ante la inminencia del vuelo,
observaba a los operarios inflar la colorida envoltura, rellenándola de
aire.
No. El momento de máximo vértigo lo viví a los
pocos minutos de iniciado el ascenso, cuando el globo alcanzó su máxima
altura de 8.800 pies sobre el nivel del mar (unos 2.600 metros).
En ese punto, la cinematográfica recomendación
de no mirar hacia abajo cobra toda pertinencia. Y eso fue,
precisamente, lo que no hice mientras sobrevolábamos la zona
arqueológica de Teotihuacán, a una hora de Ciudad de México.
Solo después de un ejercicio de autosuperación pude relegar el miedo y concentrarme en la majestuosidad del paisaje.
Abajo, a unos 500 metros (Teotihuacán está a 2.100 metros sobre el nivel del mar, por lo que esta es la altura real de vuelo), se ven sobre la planicie, inmensas, las pirámides del Sol y de la Luna –las dos más grandes de esta región–, adornadas por el Templo de Quetzalpápalotl, la Calzada de los Muertos y las demás edificaciones que las rodean.
Toda la postal, que fue construida a comienzos
de nuestra era y está protegida como patrimonio de la humanidad, es
iluminada por la tenue luz del amanecer que despunta.
Los turistas se ven pequeñitos mientras
ascienden a estas ruinas milenarias o caminan en medio de las 264
hectáreas de extensión del lugar.
Los 45 minutos de vuelo transcurren en medio
de las preguntas capciosas sobre el funcionamiento del aerostato que son
lanzadas por los primerizos voladores. La más recurrente, cómo no, es
sobre el lugar de aterrizaje de este vehículo que se deja llevar por las
corrientes de aire.
Christian, el guía, señala un claro en medio
de la vegetación boscosa de la zona. Hace un llamado por radio para que
sus compañeros en tierra nos recojan.
Justo donde su índice apuntaba hace unos
segundos, aterrizamos con suavidad, listos para el tradicional brindis
de graduación y para recibir nuestro diploma como conquistadores del
cielo.
Orlando desde el aire
Florida Central es una región de Estados
Unidos que se caracteriza por ser una inmensa planicie, cualidad que
hace que el área de Orlando, ubicada en este territorio, sea ideal para
volar en globo.
Es una aventura de una hora que atraviesa por
los aires los innumerables atractivos en tierra. Cultivos de cítricos,
grandes lagos, bosques, condominios, extensas haciendas y canales hacen
parte de lo que se ve en este sobrevuelo.
Muy madrugados se da comienzo a la travesía,
para la que se debe contar con cuatro horas (de 5 a. m. a 9 a. m.). La
primera hora se va en la preparación de los globos que lentamente se
llenan de aire caliente para comenzar su vuelo y la tripulación se
alista. Con capacidad para 16 personas, la nave despega, previas
recomendaciones de seguridad.
El cielo se tiñe con los naranjas del
amanecer, mientras la enorme canasta de mimbre se eleva lentamente para
alcanzar altura en pocos minutos.
Durante una hora un diestro y amable capitán
de vuelo, lleva el globo en un suave y lento paseo entre parques
temáticos, hoteles, grandes avenidas, campos de golf y pantanos. A
medida que avanza, narra las riquezas naturales de estas tierras y
cuenta apartes interesantes de la historia de esta ciudad que recibió 62
millones de viajeros el año pasado.
El globo marcha a la orden de los vientos, por
lo que el sitio de aterrizaje es incierto. En tierra toda una operación
motorizada persigue el globo hasta su descenso. Al final, no puede
faltar una fresca copa de champaña para celebrar el éxito del vuelo y
para asegurar que vendrán muchos más…
La tarifa es de 175 dólares. La aventura
arranca 5 de la mañana y termina 9 a.m., lleve zapatos cómodos y una
chaqueta ligera, cámara fotográfica, y vaya desayunado.
En el Eje Cafetero y Tocaima
En Colombia también se puede volar en globo.
Actualmente hay dos zonas de vuelo donde se realiza esta actividad: en
Armenia (Eje Cafetero) y en Tocaima (Cundinamarca). La experiencia
comienza con el alistamiento e inflado de la aeronave y con una
degustación de café orgánico. El vuelo dura cerca de 40 minutos y lo
pueden realizar personas desde los cinco años en adelante. Solamente se
excluyen las mujeres embarazadas.
La aeronave tiene una capacidad para cuatro personas, que van a
acompañadas de un piloto certificado. Esta actividad se realiza con
seguro de responsabilidad civil y a pasajeros, cumpliendo todas las
normativas de la Aeronáutica Civil de Colombia. El recorrido incluye
certificado de vuelo y reportaje fotográfico.
El Tiempo
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