.

lunes, 11 de septiembre de 2017

Ruta del vino, viaje al placer

Paisajes únicos, entre nevados, coloridas montañas, imponentes formaciones geológicas y románticas casas coloniales, acompañan la ruta por los viñedos más elevados del mundo.

Tierras con cuerpo y alma, cielo transparente y brisas que recorren nuestra piel, luego de que algunos de los vinos más deliciosos de Argentina aumentaran un poco nuestra temperatura, son las principales características de una de las propuestas de turismo imperdibles que tiene la provincia de Salta, en el norte de Argentina: la Ruta del Vino.
Sus viñedos, los más elevados del mundo, ofrecen vinos fuertes y expresivos. La clave es su clima, extremo; los días calurosos y las noches frías permiten concentrar colores, aromas y sabores. Las cepas emblemáticas de la zona son malbec para los tintos y torrontés entre las blancas. Estos acompañarán un viaje lleno de placeres.
“Un día sin vino es un día sin sol”, dice la famosa frase y, en el norte de Argentina, siempre sale el sol.
El recorrido empieza en Salta Capital, saliendo hacia Cachi por la Ruta Provincial 33, pasando por la Cuesta del Obispo, un tramo curvo y empinado con imponentes panorámicas donde se alcanzan los 3.457 metros sobre el nivel del mar, en la Piedra del Molino, donde también está la Capilla San Rafael. Una vista inolvidable, con cerros multicolores, verdes intensos y picos de montañas que sobresalen entre las nubes de un brillante cielo azul.
Luego hay que cruzar la famosa Recta del Tin Tin, un camino perfectamente lineal que atraviesa el parque nacional Los Cardones, un desierto de inmensos cactus de diferente tamaño, cantidad de brazos y colores, que lo transportarán a tiempos inmemoriales de Argentina, donde estas plantas, gracias a que sirvieron durante años como alimento y fuente de agua para humanos y animales, son casi como símbolos sagrados. El parque fue declarado área protegida, para promover su preservación en el tiempo.
Tiempo, que parece detenido en Cachi, es una pequeña localidad, declarada lugar histórico nacional. Allí podrá disfrutar un buen almuerzo en compañía de un delicioso torrontés, en el hotel La Merced del Alto y también podrá relajarse y descansar mientras se deleita con el paisaje de los valles Calchaquíes, que incluye el nevado de Cachi, uno de los sistemas montañosos más importantes de la provincia de Salta.
Y para continuar el viaje de placer, en Molinos, está la Bodega Colomé, la más antigua de Argentina. Se fundó en 1831, a cargo del gobernador español de Salta, Nicolás Severo de Isasmendi y Echalar. En sus más de 180 años de historia ha sido un referente de los vinos de calidad y alta gama en el país gaucho; cosecha y elabora más de medio millón de litros y exporta sus vinos a más de 25 países en todo el mundo.
Y entre los viñedos situados a la mayor altitud del mundo en el valle Calchaquí y para continuar el viaje de sensaciones, puede visitar el único museo dedicado exclusivamente a la obra del prestigioso artista estadounidense James Turrell. Pertenece a The Hess Art Collection y abrió en 2009. Se encuentra dentro de la finca Colomé, junto a la Bodega.
Las piezas de arte representan cinco décadas de carrera del artista, como en un túnel del tiempo. Estas son exhibidas en nueve salas de luz, especialmente adecuadas en un espacio de 1.700 m². Durante la visita se vive una experiencia sensorial emocionante.
Y para terminar el día no se puede dejar de disfrutar de Molinos, una pequeña localidad que formó parte del Camino del Inca y que hoy sus callecitas, iluminadas por faroles, acumulan en silencio parte de esa historia.
El hotel Hacienda los Molinos, una antigua casona del siglo XVIII, que fue residencia del último gobernador de Salta por mandato del rey, fue restaurada para que turistas tengan una noche llena de confort sin perder la esencia de la época colonial.
Y luego de una noche de descanso, es momento de seguir hacia Cafayate, pasando por un pequeño tramo de los 5.164 kilómetros que tiene la legendaria Ruta 40, que recorre Argentina de norte a sur.
La quebrada de las Flechas, que forma parte del monumento natural provincial de Angastaco, una formación de rocas de más de 50 metros a las que les sobresalen sus puntas, lo acompañan por más de 20 kilómetros en un imponente recorrido.
Finalmente, en Cafayate, el asentamiento más importante de los valles Calchaquíes, podrá visitar diferentes bodegas y degustar exquisitos vinos.
Allí tampoco se puede dejar de visitar el Museo de la Vid y del Vino, un lugar que promueve el conocimiento y exalta los sentidos, envolviendo a todos los visitantes gracias a sus estímulos sonoros, visuales e interactivos. Un encuentro entre el arte, el vino y la poesía. También puede hacer su propio vino en La Bodega El Porvenir y disfrutar una tarde de spa en el hotel Grace Cafayate.
El viaje de regreso a Salta por la Ruta 68, termina con un recorrido por paisajes encantados y cerros milenarios. La quebrada de Las Conchas, el Anfiteatro y la Garganta del Diablo lo dejarán soñar, entre impactantes formaciones geológicas, con su siguiente viaje. El placer de viajar nunca termina.
El Espectador
Síguenos en Instagram, Twitter y Facebook

No hay comentarios.:

Publicar un comentario