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miércoles, 27 de noviembre de 2019

Seis hoteles con playa para recibir el 2020

Alojamientos cerca al Caribe y al Pacífico colombiano para que pase felices fiestas. ¡Buen viaje!

Las Américas

Las Américas, el hotel más grande de Las Américas Hotels Group, es un clásico en la industria. Está en Cartagena y ofrece platos de alta cocina diseñados por un chef de dos estrellas Michelin. Además, tiene 400 metros lineales de playa y 530 habitaciones, muchas de ellas dotadas de tecnología de punta para brindar experiencias innovadoras. Aquí celebrarán la llegada del Año Nuevo con la fiesta de San Silvestre, Noche de Deseos, animada por Eddy Herrera, José Alberto ‘El Canario’, Rafa Pérez y Bazurto All Stars. El evento se celebrará desde las 8 p. m. en las Américas Convention Center.

Las Américas

Lejos del turismo masivo, este alojamiento es una joya del Pacífico colombiano, que se ha empeñado en desarrollar prácticas sostenibles y amables con el medioambiente. El Almejal está en El Valle, un corregimiento de Bahía Solano, y ofrece 10 cabañas independientes más dos habitaciones especiales con vista a la reserva natural y al océano Pacífico. Si se decide por este hotel, en esta temporada, que se extiende hasta enero, podrá participar en el programa de liberación de tortugas y ver este fenómeno natural. Un buen comienzo para el 2020.

Isla del encanto

A una hora en lancha del centro histórico de Cartagena, el hotel Isla del Encanto ofrece a sus huéspedes y visitantes una experiencia típica del Caribe. Con 300 metros de playa, ofrece 31 habitaciones y servicios de spa, bares frente al mar, restaurantes, piscinas y hasta helipuerto. Los huéspedes que se decidan por este alojamiento podrán conocer su planta de energía solar, un proyecto realizado en alianza con GreenYellow, que generará 116 kWp de energía al año. Esta transición hacia energías renovables les garantiza a los viajeros un menor impacto en el medio ambiente.

Decameron

Si escoge algún alojamiento de esta cadena todo incluido podrá disfrutar sus fiestas y celebraciones. Todos los destinos Decameron ofrecerán bufés, espectáculos, música en vivo y actividades infantiles. El Decameron Cartagena y el Hotel Casa San Pedro ofrecerán un descuento para asistir a la fiesta de fin de año del restaurante San Pedro, ubicado en la plaza San Pedro Claver. Durante la celebración habrá cena, copa de champán, uvas, cotillones y pitos. Además, juegos artificiales y show de luces. Los asistentes gozarán con Rikarena, Poncho Zuleta y Cocha Molina, Colombia All Star y DJ Rony Fervo.

Nuestra cabañita

Para los viajeros que quieran un alojamiento alternativo para recibir el año nuevo en pareja o con amigos, está la opción de Nuestra Cabañita, un establecimiento ubicado frente a Playa Blanca, a 6 kilómetros de Barú. El hostal, que tiene una construcción en madera rústica ideal para quienes buscan una buena relación entre calidad y precio, ofrece un restaurante que sirve desayuno continental. Tiene además bar y jardín. Cuenta con habitaciones familiares, dobles con vista al mar y camas en habitaciones con baño compartido con ducha.

Hotel Magüipi

La playa Magüipi es una de las cuatro playas colombianas que este año recibieron la certificación de Bandera Azul gracias a sus prácticas sostenibles. Es también la primera playa del Pacífico habilitada con accesibilidad y ubicada frente al hotel homónimo, un lugar con todas las comodidades a 30 minutos en lancha de Buenaventura. El hotel tiene 58 habitaciones y tres habitaciones con vista al mar. Además, tiene una cabaña con cuatro habitaciones, con piscina y jacuzzi, más dos cabañas independientes. Una alternativa diferente para recibir el 2020 con la mirada puesta en el inmenso Pacífico.

El Tiempo


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lunes, 20 de noviembre de 2017

Anatomía de un todo incluido

Playa, entretenimiento, comidas y bebidas sin restricciones hacen parte de la oferta del resort más grande de la empresa colombiana. Acá, todo ha sido cuidadosamente planeado para que el viajero sólo se preocupe por descansar.




Todo el mundo piensa que a Panamá se va de compras y a conocer el canal. Claro, son los atractivos más conocidos del país, pero no es lo único que esta nación, corta en extensión pero rica en paisajes, tiene para ofrecer. Más que en selvas tropicales, que también abundan, tal belleza se expresa en forma de playas, siendo las más atractivas las que están ubicadas en el Pacífico norte, sobre los sectores de Playa Blanca y Farallón.
Es en este último donde se encuentra un viejo conocido de los colombianos: Decameron. Específicamente el Royal Decameron Golf, Beach Resort & Villas, el hotel más grande de la cadena, con más de 200 hectáreas, 1.224 habitaciones, diez restaurantes, igual número de bares repartidos a lo largo de los dos kilómetros de playa, un gimnasio, dos canchas de tenis, dos centros de convenciones, un spa, un casino y, como su nombre lo indica, una cancha de golf de 18 hoyos. En otras palabras, un gigantesco complejo turístico que funciona con la filosofía del “todo incluido”.
Es que la empresa colombiana ha entendido que no hay nada mejor que viajar sin tener que preocuparse por nada. Por supuesto, esta forma de servir al turista tiene sus condiciones. Para empezar hay que saber que todos los huéspedes del hotel –en su mayoría colombianos, canadienses y franceses– tienen acceso a prácticamente todo lo que ofrece Decameron, con ligeras diferencias, dependiendo de si se elige el paquete estándar o el premium.
El primero garantiza desayunos, almuerzos y cenas en los tres restaurantes buffet, aunque estas últimas también se pueden tomar en los restaurantes a la carta. También están los aperitivos diarios y nocturnos, jugos, gaseosas y licores nacionales e internacionales ilimitados, todas las actividades y canchas deportivas, deportes acuáticos no motorizados, clases de buceo introductorias en la piscina, el gimnasio e internet en los tres lobbys.
El paquete premium, por su parte, es para quienes quieren que los consientan y están dispuestos a pagar 20 dólares adicionales la noche. Entre otras cosas, y además de lo ofrecido en el servicio estándar, permite el acceso a los restaurantes a la carta para todas las comidas, incluye wi-fi en la habitación, canasta de frutas, bata de baño, pantuflas, minibar con reposición cada dos días sin costo adicional, caja de seguridad e ingreso a la sección privada de la playa. Quedan en el tintero el spa, la cancha de golf y los deportes acuáticos motorizados, que se adquieren como servicios aparte.
Con semejante despliegue, el hotel tiene capacidad para cerca de tres mil personas, que eligen entre cuatro tipos de habitaciones: con vista al jardín, vista al océano, frente a la playa y superior. Las dos primeras se pueden configurar con una cama king o dos dobles, la tercera incluye un sofá-cama, mientras que la última está equipada con una cama king y dos sofá-camas. En total son 852 cuartos de estas tipologías, todos con baño, clóset, plancha, secador, balcón y una decoración muy tropical.
¿Y los 372 restantes? Son las villa referenciadas en el nombre del hotel. Se trata de casas de dos pisos, con un estilo más sobrio, ubicadas sobre el campo de golf y que funcionan bajo un modelo de hospedaje diferente. Si bien se encuentran dentro de Decameron, el resort las ha ido vendiendo y son los propietarios, en su mayoría norteamericanos, quienes deciden si le permiten al hotel ofrecerlas junto a las que todavía le pertenecen a este último. Aún así, sólo se ocupan cuando las demás habitaciones están ocupadas, como suele suceder en temporada alta.
Con un promedio de ocupación de dos mil personas, el hotel optó por eliminar el servicio a la habitación. En cambio, todo lo que el huésped puede necesitar está dispuesto allí desde el primer momento, con lo que también se facilita el proceso de check out.
Pero más que la alta capacidad en oferta, el secreto del éxito radica en la variedad de la misma, es comprender que todos los viajeros tienen gustos diferentes. Por ejemplo, cada piscina tiene sus propias características: una con tobogán, otra exclusiva para adultos, una más dispuesta para juegos y actividades como acuaeróbicos y otra con forma de espejo de agua. Tampoco son iguales los restaurantes a la carta: está el de comida mediterránea, el de mariscos, el mexicano, el de sushi, el italiano, el peruano y el de comida de mar. Eso sí, en todos hay que reservar para ir a cenar, de forma que se evitan las filas tediosas.
Lo mismo aplica para el entretenimiento. El cine es en la playa y bajo las estrellas, con cintas para niños a las siete de la noche y películas más maduras a las nueve. También tienen 14 espectáculos de danza montados, para presentar uno cada día a las 8 p.m. con intermedio de karaoke, sin dejar de lado las excursiones para los que prefieren salir del hotel: senderos ecoturísticos, viajes de compras, recorridos históricos, relacionamientos culturales en busca de artesanías y visitas al mayor de los imperdibles, el Canal de Panamá, también son una posibilidad.

La cereza del pastel, el océano Pacífico, espera por igual a quienes ya lo probaron todo y a los que están por hacerlo. Completamente diferentes de las caribeñas, pero tan cautivadoras como estas, las playas de esta esquina de Panamá invitan a descansar entre aguas tibias, arenas doradas y brisas tranquilas. Definitivamente, este lugar lo incluye todo.

El Espectador
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jueves, 6 de julio de 2017

San Andrés, una isla perfecta para el descanso

Su belleza y su diversidad natural la convierten en un exótico atractivo para nacionales y extranjeros. 
Visitar San Andrés es uno de los placeres que cualquier persona debe darse por lo menos una vez en la vida. La isla más grande del archipiélago se ha convertido en un referente turístico por su amplia diversidad cultural y natural. Y las cifras lo demuestran: tan sólo en 2016, el aeropuerto Gustavo Rojas Pinilla recibió, según Mincomercio, a más de 810 mil pasajeros nacionales y 58 mil extranjeros.
Y es que no es para menos. En los últimos años, San Andrés ha ido cambiando la cara de sus calles y apostando por una infraestructura moderna, que mezcla la tecnología con lo mejor de la cultura caribeña. Eso se puede apreciar cuando se recorre el centro con sus calles dedicadas al comercio y rodeadas de restaurantes que explotan lo mejor de la comida de mar y sus platos típicos.

Una de las aerolíneas que ofrece tiquetes a buen precio es VivaColombia. Pero recuerde que a este valor, sin importar la compañía aérea elegida, hay que sumarle el costo de la tarjeta de turismo –un documento que permite la entrada a la isla–, que asciende a $104.700. En cuanto al hospedaje, la isla goza de una amplia variedad de opciones: desde alquiler de apartamentos y casas, pasando por hostales y hoteles de todos los precios.
La cadena Decameron, por ejemplo, llama la atención con sus paquetes todo incluido. El recién remodelado Isleño, uno de los más reconocidos y grandes de San Andrés, es perfecto para disfrutar en pareja, con los amigos e incluso de negocios, gracias a su amplio centro de convenciones. Adicionalmente, ahora cuenta con varios espacios de esparcimiento y actividades para sus huéspedes.
El Decameron Aquarium es un resort que tiene la mayoría de sus torres sobre el mar. Aunque la playa no está cerca, como en el Isleño, sí posee un gran muelle con un bar, zonas de relajación y acceso a las cálidas aguas del Caribe. En cuanto a la oferta gastronómica, son tres restaurantes: La Bruja, especializado en comida de mar; Thai, de comida oriental, y uno tipo bufé con snacks, que está abierto hasta las 2:00 de la mañana.
El hotel San Luis es uno de los más económicos de la cadena y está ubicado en el extremo sur de la isla. Es un complejo de cabañas al estilo isleño, con amplias zonas de diversión. Cuenta con un club nocturno, dos bares, piscinas –en las que se dan clases de buceo– y tres restaurantes, uno de los cuales es japonés. Su gran atractivo es que queda justo frente a la extraordinaria playa de Sound Bay. Y si lo que quiere es un hotel alejado de la ciudad, está Marazul. Un resort de escenarios únicos en los que los bosques tropicales y la playa generan un cuadro único, ideal para practicar deportes náuticos.
Imperdibles
Una vez en San Andrés no puede dejar de visitar Johnny Cay, conocido también como el islote Sucre, un parque natural en el que puede apreciar la visita de decenas de Iguanas, una playa blanca y pequeñas casetas que ofrecen comida típica y la popular bebida coco-loco. De camino al cayo usted observará el mar de los siete colores.
El cayo Acuario es otro destino que encanta a sus visitantes. A tan sólo 20 minutos de Johnny Cay, tiene una pequeña cabaña que ofrece almuerzos -con mojarra y pardo rojo como plato principal-, casilleros para guardar las pertenencias y lugares en los que venden o alquilan caretas para nadar con diferentes especies de peces y hasta interactuar con mantarrayas. La recomendación: comprar zapatos de playa, pues en Acuario hay muchos erizos que pueden hacerle pasar un momento incómodo.  
El Espectador / Yenifer Rodríguez
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