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viernes, 21 de noviembre de 2014

Planes al natural en Argentina

En diferentes regiones del país, los viajeros pueden explorar parques y verdaderos paraísos. 



El encuentro con la naturaleza está al alcance de todos los que visiten Argentina, en cualquier región del país.
Cerca de la ciudad de Buenos Aires, la Reserva Ecológica Costanera Sur ofrece un recorrido a través del hábitat de un nutrido y variado inventario de aves: desde flamencos, patos y cisnes de cuello negro, hasta gallinetas y gaviotas. Entre la vegetación aparecen loros y tres especies de carpinteros.

En la provincia de Chubut, la península Valdés –declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 1999– se adentra en las aguas azules del Océano Atlántico para darles forma al golfo Nuevo y al golfo San José. En sus 4.000 kilómetros cuadrados habita la más variada avifauna de las costas patagónicas. La estrella indiscutida de este santuario natural es la ballena franca austral (que llega cada año entre los meses de junio y octubre). Pero no está sola, la acompañan delfines, orcas, lobos, elefantes marinos y pingüinos.

El ‘Fin del Mundo’, en la Patagonia argentina, aguarda con aventuras únicas que proponen seguir los pasos de Darwin en el canal del Beagle, pasear en el tren del Fin del Mundo o disfrutar de la nieve en su máximo esplendor. La navegación por el canal de Beagle es un recorrido junto a lobos marinos y cormoranes.

Por suparte, el Parque Nacional Iguazú es todo un clásico. Allí se encuentran las inagotables cataratas del Iguazú, que son el destino natural más destacado del país. Son 275 saltos de agua que alcanzan hasta los 80 metros de altura. Declaradas como una de las nuevas Siete Maravillas Naturales del Mundo, son también Patrimonio Natural de la Humanidad. El Paseo Inferior, la Garganta del Diablo o el cruce a la Isla San Martín, son los recorridos más emblemáticos del parque.

El glaciar Perito Moreno, ubicado en la provincia de Santa Cruz, es uno de los escenarios más impactantes y asombrosos de Argentina y el continente. Otro clásico. Paredes de hielo de más de 5 kilómetros de largo y 60 metros de alto, por sobre el nivel del lago, avanzan lentamente empujadas por una lengua, también de hielo, y se pierden en el horizonte.
No se sorprenda si oye un sonido potente, como un trueno; mejor, siéntase privilegiado, pues un enorme bloque de la pared cayó al agua.

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