La región turca de Capadocia es pura magia. Es uno de esos lugares de
la Tierra que nos cuesta creer que existan de verdad. Sus formaciones
rocosas crean paisajes sorprendentes que provocan una estupefacción en
el viajero que se queda con él con el paso de los años. Pero la
Capadocia no es sólo su exterior y sus paisajes. La verdadera magia
radica en su interior y es que cual queso gruyere, el subsuelo esconde
ciudades enteras que sirvieron de refugio a culturas enteras -como es el
caso de los cristianos bizantinos perseguidos por los selyúcidas turcos
desde el siglo X- y que perduran y se pueden visitar todavía hoy:
Las grandes formaciones rocosas fueron utilizadas para crear cuevas que se han convertidas en verdaderas casas.
Göreme es una de las bellas localidades que se esconden entre los valles de Capadocia.
Las grandes formaciones rocosas fueron utilizadas para crear cuevas que se han convertidas en verdaderas casas.
Algunas de las casas parecen realmente mágicas.
La ciudad subterránea de Derinkuyu es la más profunda de Capadocia con hasta ocho plantas por debajo de la tierra.
Por su parte, la ciudad de Kaymakli es la ciudad subterránea más extensa con 2,5 kilómetros cuadrados de área.
El valle de las Espadas, muy cerca de Göreme, cuenta con numerosas cuevas deshabitadas.
En el valle de las chimeneas de las hadas las formaciones rocosas parecen setas.
En los muros de las antiguas iglesias aún quedan frescos de los cristianos bizantinos que aquí se refugiaron.
La Catedral de Selime, en el Valle de Ihlara, es la mayor de la región.
La Catedral de Selime fue excava completamente en roca y tiene un interior sorprendente.
En Capadocia es muy común encontrar pequeñas iglesias como esta.
La iglesia de Karsi Kilise (San Juan), en Gulsehir, destaca por sus bellos frescos.
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