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martes, 24 de junio de 2014

Los paisajes más extrañamente bellos del planeta

Desiertos blancos. Ríos rojos. Bosques de piedra. Pozos que nunca dejan de echar fuego. Lugares que asombran


1. Desierto blanco. Egipto

Un todoterreno de uno de los safaris que visitan el Desierto Blanco

Son lugares difíciles de creer, pero muy reales. La web TripAdvisor acaba de hacer pública su selección de 20 lugares del mundo surrealistas y fuera de lo común. Son los paisajes más fascinantes, por extraños, del planeta, destinos a los que hay que acudir con varias tarjetas de memoria para no dejar de disparar fotos.

El primero de ellos es el Desierto Blanco, en Egipto, situado a unos 45 km al norte de la ciudad de Farafra, al oeste del país. Como se ve en la foto, tiene un color blanco, con toques crema, y reúne enormes formaciones de rocas cretácicas creadas como resultado de tormentas de arena y la acción del viento, talladas año a año. Sorprende porque nada tiene que ver con las grandes extensiones de arenas y dunas amarillentas que podríamos imaginar. No hay otro desierto en el mundo con estas hermosas y místicas formaciones de roca, que a veces parecen gigantescas setas y otras grandes cantos.

El desierto blanco y el oasis del Bahareya forman parte de una excursión habitual desde El Cario, haciendo noche en un campamento en el desierto

2. Caño Cristales, Colombia


Dicen que es el río más bello del mundo. No hay que pensar en el Amazonas, sino en un rincón más pequeño y sorprendente, por eso los lugareños le llaman «caño». No llega a 100 kilómetros de largo ni tiene más de 20 m de ancho. Está muy cerca del municipio de La Macarena, en el departamento del Meta

La serranía de la Macarena es una reserva natural cuya riqueza se debe a que allí confluyen elementos andinos amazónicos y el Orinoco, e innumerables cursos de agua que descienden por las empinadas vertientes. Entre ellos, Caño Cristales, también conocido como el «Río de los cinco colores» (amarillo, azul, verde, rojo y negro), el tono de las algas que crecen en este cauce. Al disminuir el agua en verano, el sol seca la macarenia clavígera, planta así identificada por el biólogo Jesús Idroibo y que es la que da el color rojo predominante del caño.

3. The Wave, Arizona. Estados Unidos

Paisaje de olas en Coyote Buttes
The Wave (La Ola) es una formación rocosa de arenisca -situada en la reserva de Paria Canyon-Vermilion Cliffs Wilderness (Arizona)- que data del periodo Jurásico. Es un paisaje de formas onduladas a modo de ola y colores anaranjados y rojizos. Originariamente era un conjunto de dunas que con el paso del tiempo y la erosión provocada por el vierno y la lluvia se transformaron en roca sólida. No es fácil visitar esta zona, ya que requiere un permiso previo para un número de plazas limitado. Hay que solicitarlo en esta web, y participar en una lotería para conseguir una plaza. En verano, las temperaturas son altas, de forma que no es la mejor época para visitar estas tierras.

La foto que ilustra estas líneas se tomó en la zona de Coyote Buttes (las excursiones de Coyote Buttes del Norte y Coyote Buttes sur requieren permiso). En cuanto a la coloración variable de las areniscas, tiene que ver con los diferentes pigmentos de óxido de hierro en cada capa de arenisca.

4. Capillas de mármol. Chile


Este santuario de la Naturaleza se halla en las costas del Lago General Carrera, en la región de Aysén, a 171 kilómetros al suroeste de Puerto Ibáñez (Chile). Seguramente, es una de las fotografías más espectaculares de toda la Patagonia Aysén. Estas elevaciones acantiladas, formadas durante millones de años gracias a la erosión del agua del lago pueden visitarse cuando las aguas están a un nivel bajo. Desde Puerto Tranquilo se organizan excursiones en pequeños botes para menos de diez personas.

5. La Gran Fuente Prismática. Yellowstone. EE. UU.


La Gran Fuente Prismática, en el Parque Nacional Yellowstone, es la mayor fuente de aguas termales en Estados Unidos, y la tercera más grande del mundo. Se encuentra en la cuenca del Midway Geyser en el estado de Wyoming. Sus colores vivos son el resultado de bacterias pigmentadas en las biopelículas que crecen alrededor de los bordes de las aguas ricas en minerales. Esas bacterias producen colores que van del verde al rojo.

6. Pozo de Darvaza. Turkmenistán

La puerta del infierno, en Darvaza
Al cráter de Darvaza se le llama también La puerta del infierno, y no sin razón. En realidad, se trata de una antigua prospección de gas situada en el gran desierto de Karakum, cerca de la pequeña aldea de Darvaza, en Turkmenistán. Este desierto, que ocupa el 70% del país, es muy rico en petróleo y gas natural. En cuanto al agujero en cuestión, tiene 60 metros de diámetro y 20 de profundidad, y se formó en 1971 durante unas obras de prospección de gas de geólogos soviéticos. Buscaban un yacimiento de gas natural, cuando dieron con una caverna subterránea que provocó el desmoronamiento de la excavación. Nadie sabe durante cuánto tiempo continuará ardiendo esta boca de fuego.

7. Desierto de Atacama

Observatorio de La Silla, a 2.400 metros, en el sur del desierto de Atacama, Chile
El desierto de Atacama, el más seco del mundo, es un espectáculo de salares, termas y geisers, grandes minas de cobre y otros minerales. Nadie que lo visita queda indiferente ante esta belleza aparentemente inhóspita. Este es también uno de los lugares más conocidos del mundo por la nitidez y limpieza de sus cielos, entre otras cosas porque no llueve 300 noches al año. En el altiplano de Atacama y de la zona andina de Coquimbo, los cielos se muestran asombrosamente despejados. El turismo astronómico es una pequeña joya, cada vez más demandada. Por ejemplo, en el observatorio de Paranal, al este de San Pedro de Atacama y a 2.600 metros de altitud. Se puede visitar durante los dos últimos fines de semana del mes, excepto en diciembre. O el de Cerro Tololo, a 87 kilómetros de La Serena, en pleno Valle de Elqui.

8. Gran agujero azul. Belice


Tiene más de 300 metros de ancho y 123 metros de profundidad. Está cerca del centro del arrecife Lighthouse, un pequeño atolón ubicado a 100 kilómetros de la costa continental y la Ciudad de Belice, en el Caribe. En cuanto a su origen, parece era un sistema de cuevas de piedra caliza durante el último período glacial, cuando los niveles del mar eran mucho más bajos. Cuando acabó la glaciación, hace 12.000 años, las cuevas se inundaron y el techo se derrumbó. Es el fenómeno más grande del mundo en su género, considerado por ello Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. La sima es una meca para los buceadores, por el entorno y porque en su interior hay muchas especies de peces, esponjas y corales.

9. Piscinas naturales de Pamukkale, Turquía


Quizá sean las piscinas naturales de agua caliente más conocidas por turistas de todos los países.Debido al desgaste que estaba sufriendo esta maravilla natural, no solo se construyeron piscinas artificiales para que los visitantes se siguieran bañando, sino que se demolieron los hoteles a pie de terraza y se blanquearon muchas zonas. La piedra caliza dibuja un paisaje que hoy es Patrimonio de la Humanidad. Visto de lejos en pleno verano, el contraste es hipnótico, ya que parece haberse detenido el tiempo en inverno: una estampa nevada salpicada de témpanos de hielo. La visita se completa con un paseo por Hierápolis, una ciudad construida en lo alto de este «castillo de algodón» en la que se conservan restos arqueológicos en buen estado.

10. Desierto de los Pináculos. Australia

Pinnacles Desert, con la luz del atardecer
Los pináculos son formaciones de piedra caliza, que ahora forman parte del Parque Nacional de Nambung, cerca de la ciudad de Cervantes, al Oeste de Australia. Muy cerca, el azul del cercano océano Índico, en una zona de la costa situada a tres horas en coche desde Perth. Este peculiar desierto de monolitos era desconocido incluso para los australianos hasta los años 60 del pasado siglo, cuando pasó a formar parte del citado parque nacional. Hay miles de pináculos, de hasta cuatro metros de altura, y su silueta al atardecer es verdaderamente impresionante.

11. Colinas de chocolate, Filipinas


En un horizonte de unos 50 kilómetros cuadrados hay 1.776 colinas o montículos (aunque hay distintas cifras, esta es la que utiliza la Unesco) con forma de conos convertidos en un símbolo turístico en Filipinas. El espectáculo es ciertamente original y llamativo. Durante una parte del año, el césped cubre las colinas, que en la época seca se tornan marrones. Es entonces cuando cobra sentido su sobrenombre, colinas de chocolate. Casi todas tienen una altura muy parecida, una formación geológica inusual. Están en Bohol, la décima isla más larga de Filipinas. Es Monumento Geológico Nacional desde 1988, y está en la lista de aspirantes a los lugares protegidos por la Unesco.

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